No. 89 / Mayo 2016



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Us Latino Poets en Español
Copatrocinado por el Smithsonian
Latino Virtual Museum

Carmen Giménez Smith

Por Xánath Caraza

 

us-89-gimenez.jpgCarmen Giménez Smith es oriunda de la ciudad de Nueva York pero creció en San José, California. Sus poemarios son Odalisque in Pieces, The City She Was, Goodbye, Flicker: Poems y Milk and Filth. También es autora de la memoria Bring Down the Little Birds: On Mothering, Art, Work, and Everything Else. Es coeditora de la antología Angels of the Americlypse: An Anthology of New Latin@ Writing.

Giménez Smith recibió el American Book Award en 2011 por su memoria Bring Down the Little Birds: On Mothering, Art, Work, and Everything Else, y el premio Juniper de poesía en el mismo año, por Goodbye, Flicker: Poems. Asimismo, es editora de Noemi Press.

El trabajo de Carmen refleja una gran atención a la voz de las mujeres: cuestiona estereotipos, figuras mitológicas y populares. Invita al lector a repensar eso que hemos asimilado, revisitando diversas figuras, desde la Virgen de Guadalupe hasta Dios. De igual forma, reevalúa construcciones sociales y reta al lector a mirar desde otra perspectiva, una revalorada y consciente. Sus poemas son, por momentos, irreverentes, pero nunca merman el interés por la lectura del siguiente poema.
Para esta ocasión he seleccionado y traducido, “Cuando Dios era mujer” y “[EL TELÉPATA ACONSEJA A GUADALUPE]”.

 

Cuando Dios era mujer

Cuando Dios era mujer
el imperio era ¡Uy!
Cuando Dios era mujer,
construíamos escuelas para Escuchar
y cada semana nos sentábamos silenciosamente
hasta que pudiéramos leer
los pensamientos de cada uno de nosotros.

No había sombras cuando Dios
era mujer. Las niñas pequeñas
tenían gran dominio
y las abuelas
eran veneradas.
El cielo era el gigante
rugido de su interior.

La gracia de Dios significaba
fluir como un sauce. Así fue
cuando Dios era mujer.

Hacía bromas inofensivas
porque le gustaba que las
cosas fueran ligeras. Hacía
que lloviera en los días que
arreglábamos nuestro pelo.
Cuando conocía a alguien
que parecía simpático
y un poco misterioso
lo invitaba al cielo.

Luego volvía ciega a su hija
por una semana que en retrospectiva
era un poco cruel mas su
hija hizo lo mejor que pudo con eso.

 

[El telépata aconseja a Guadalupe]

 

Vuelas a tus deberes, reina supernatural
pero tus transgresiones te atan al limbo.
Te aferras al conflicto porque el gusano
de la colonización está enterrado muy
dentro de ti y, ¿no sabrías quién vino a
definirte?  El destino es ironía.
Tú técnicamente estás sin hijos,
madre exenta, más amarrada
a los rituales de sangre que a
la familia y así este trabajo te
satisface. Te gustaría rebajarte
a humano. Y, ¿después qué?
Amoralidad, osteoporosis
y ni siquiera un estuario de
mármol para la eternidad.





 

 


 

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