No. 85 / Diciembre 2015-Enero 2016 |
Marina Serrano (Quequén, Provincia de Buenos Aires, 1973) Ciclos* Nunca pude reconocer tu juego, entender aquellas reglas propias de los trastornados. Quizá lo más preciso fue conjeturar un azaroso ciclo en donde alternabas tres fases: indiferencia, maltrato y éxtasis. La indiferencia la jugabas con los ojos, fijando tu negra opacidad de insecto sobre los míos, y una vez captado el hilván, lo girabas hacia el no me importa. Para el maltrato tenías herramientas más vulgares, las escenas públicas, tu voz destrozada que siempre es capaz de nuevos aires al insultarme. Y el pico del amor, eran tus manos sobre las mías, tu cuerpo, y el derrumbe de todo lo demás, en función de estar conmigo. Feto1 Antes que yo, he sido esto que cree, y se ha hecho cuerpo. Desde el verdor que es centro y me ocupa de lado a lado, desde el blanco mate de mis palas metálicas, esta carne marcada por las desviaciones sutiles, enterradas y prietas de mis creencias. Soy el hacedor encadenado que ocupa la totalidad del espacio. Orgasmo2 Que seas en mí, que bajes, entremos en un cuerpo y sea yo y el ángel que Dios se arrancó de la piel por un momento, aquello que trillamos en el aire. Fecundación3** Los dos sabíamos que no era en el ardor donde se unían realmente nuestras voluntades, en el abrazo, en la separación corporal mistérica de aquellos que fueron íntimos, en los días de latencia, arrobo y silencio, se hace la vida. |
*Del libro El amor a la música (inédito). **Del libro Psiquis Anatómica (inéditos). |
1Feto: del latín fētus, -ūs/ Completo el brote, la extensión es el atributo de los hijos, ocupar la casa, las colonias, hacerse gigante hasta lloverse sobre todo. / 'ventregada, producto de un parto', 'cría'. De la misma raíz latina que fecundus y que femina, 'mujer'. Podría ser también un derivado de la raíz indoeuropea dhē(i), relación su forma reducida dhē-to. 'Embrión de los mamíferos placentarios y marsupiales, desde que se implanta en el útero hasta el momento del parto'. En uso desde la antigüedad; documentado en español en textos médicos del s. XV; en francés en s. XIV. 2Orgasmo: del latín orgasmus,/ No la cólera sino el ardor, la cancelación de la culpa, la generosidad, lo verde bilioso que se vuelve esperanza (futuro, compresión, pasado) estar en celo, a punto de brotar, fructificar, lleno de savia en el cuidado inconciente de la vida, en el encuentro inesperado del pleroma. /del griego orgasmós ὀργασμός, del griego org- ὀργή 'cólera', 'excitación' más -a-, transición fonética del griego, más -sm(o)- en griego forma sustantivos. Es una palabra del griego antiguo reintroducida con cambio parcial de significado. En 1595, aparece documentada en latín renacentista. Aunque aparece en griego en Hipócrates, siglo V. a.C., es discutible qué significado tenía; el verbo orgáō del que deriva significaba 'tener ardor sexual', 'estar turgente'; en el uso renacentista significó 'ataque de cólera' (1611 en francés orgasme) y 'tumefacción de un órgano', especialmente la provocada por excitación sexual; en francés en 1800 se documenta ya el valor moderno. 3Fecundación: acción / La vida se recrea en un punto, en lo ínfimo, el universo entero estalla y se inflama y se hace carne. /y efecto de fecundar. Fecundar, de fecundo, del latín fecŭndus, 'fecundo, fértil, abundante'. Su raíz indoeuropea es dhē(i)-, 'chupar, amamantar', la misma de la cual deriva la palabra feto, sólo que en su forma reducida con sufijo, dhē-kundo, del que deriva la palabra latina fēcundus. Pensar que la fecundación no es coincidente con el momento del orgasmo sino con la derrota de las mitades en los espacios oscuros de la carne. |