Alondra Berber (Acapulco, 1987)
Relato 18
Arde el carbón de mis rodillas aquellas piernas temblorosas que caían como el otoño
la infancia se portó como la más violenta catástrofe revueltos los juguetes los vestidos rosas y la espuma de las últimas verticalidades
las niñas deseadas duermen a un lado de la carretera
centenas de ojos describen los cuerpos los desnudan los trazan los humedecen los desmiembran
y aquellos espíritus de gatos que volaban como el polvo entre las prendas y la sangre de las hojas todavía maúllan sobre la basura –vomitando olas blancas–
Relato 19
Abuelo sabía las palabras con las que el mundo se describe.
Todos los días sus ojos imitaban el movimiento del carro de la máquina de escribir. El sonido. La presión de los dedos. El golpeteo de un vocabulario que siempre llega tarde.
Abuelo decía que hay que leerlo todo; los libros, las sinopsis, los letreros, los ojos.
Hebras-níveas.
Los puntos. Las comas, las pausas latentes.
Los días en que Mahler hacía flotar las luminosas lágrimas de Tita hasta el estallido sobre la mesa que nos rociaba a todos.
La biblioteca de mi abuelo olía a todas las palabras de las doce del día.
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