No. 89 / Mayo 2016


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James Schuyler / Fairfield Porter



Por Enrique Juncosa

 

James Schuyler es uno de los cinco poetas centrales (con John Ashbery, Barbara Guest, Kenneth Koch y Frank O´Hara) de la llamada School of New York. Activos ya en los años cincuenta, estos poetas iban a renovar la poesía norteamericana durante las décadas siguientes, influidos por el surrealismo europeo, y definiendo una nueva estética urbana, irónica y celebratoria a la vez que reflejaba su vida cotidiana tanto individual como social. Estos poetas mantuvieron una intensa relación con los artistas de la también llamada School of New York: Jackson Pollock, Willem de Kooning, Clyfford Still, Franz Kline, Barnett Newman o Mark Rothko entre otros. Schuyler y O´Hara trabajaron como curadores en el MoMA, y el primero, además, colaboró, como también lo hicieron Ashbery y Guest en la revista Art News, publicación definitoria del arte de aquel periodo. El caso es que todos ellos, poetas y pintores, iban a hacer de Nueva York la nueva capital cultural del mundo tras la Segunda Guerra Mundial, colaborando en numerosas ocasiones e influyéndose mutuamente, a pesar de sus estilos diferentes. A todos les unían una visión romántica e intensa de lo que era ser un artista.

James Schuyler (1923-1991) nació en Chicago, creció en East Aurora en el estado de Nueva York, estudió en Virginia, y sirvió como marino en Europa durante e inmediatamente después de la Segunda Guerra. Al acabar sus compromisos militares, fue secretario durante dos años del gran poeta británico W. H. Auden en la isla de Ischia (Italia), y estudió después por un tiempo en la Universidad de Florencia. Finalmente, ya en 1950, se instaló en Nueva York, ciudad a la que se le asociará para siempre y en donde conocería enseguida a John Ashbery y a Frank O´Hara, con quienes acabaría compartiendo un apartamento. Ashbery y Schuyler, por cierto, firmaron juntos la novela A Nest of Ninnies, publicada en 1969. Schuyler, como cabe esperar de alguien que es curador de un museo y crítico de arte, conoció a muchos de los artistas de su tiempo, entre los que se cuentan el matrimonio Willem y Elainede Kooning, Jane Freilicher, Larry Rivers o Fairfield Porter. Con este último, Schuyler sostuvo una relación sentimental durante doce años, de 1961 a 1973.

Se cuenta que Schuyler y Porter, el poeta era dieciséis años más joven que el pintor, se sintieron atraídos inmediatamente al conocerse. Fairfield Porter estaba casado y tenía hijos con la poeta Anne Porter, pero, a pesar de esa situación, invitó a Schuyler a instalarse con ellos en su casa de Long Island. Schuyler aceptó y se quedó a vivir en aquella casa durante doce años. Schuyler dedicaría al matrimonio su primer libro de poemas titulado, tal vez reveladoramente, Freely Spousing, en él la vida cotidiana de todos forma parte del tejido de los poemas. Sus poéticas, y volveremos a ello, fueron semejantes, aunque la obra mejor considerada de Schuyler, The Morning of the Poem (1980), ganadora del Premio Pulitzer, es un libro posterior a la muerte de su amigo. La poesía de Schuyler se caracteriza por su tono intimista y conversacional, y por estar escrita en un verso muy cercano a la prosa. Barbara Guestle lo llamó el Edouard Vuillard del grupo, explicando que lo decía por la forma en que el sentido de sus poemas se manifestaba como un secreto que se revela apenas, y lateralmente, durante su transcurso. Schuyler fue maniaco depresivo, pero su poesía, sin embargo, es muchas veces tan clara como el agua que llena un vaso; además recoge muchos momentos felices, haciendo casi trascendentes las cosas más naturales. También sabe hablar de sí mismo sin adornos ni arrebatos confesionales autoindulgentes. Es el poeta de su grupo que más entronca con Wallace Stevens, poeta máximo de la claridad metafísica. Otro libro de Schuyler se titula Hymn to Life (1974), título bien revelador de su talante poético. Por otra parte, también fue lector de otro poeta depresivo, capaz de transformar el dolor en un placer extasiático: San Juan de la Cruz, modelo de la expresión poética en noches de vigilia.

Fairfield Porter (1907-1975), por otra parte, es un pintor injustamente poco conocido fuera de su país. Era descendiente, tanto por el lado materno como paterno, de familias antiguas, ilustres, influyentes y ricas de Nueva Inglaterra, caso muy diferente al de sus amigos y colegas de generación, muchos emigrantes europeos o americanos de primera y segunda generación. Se dice que por ello se le consideró un diletante de gustos anticuados, siendo como era, un izquierdista muy rico que pintaba cuadros figurativos en un momento de absoluto triunfo de la abstracción que, como todos sabemos, se llegó a convertir en emblema de la Modernidad en el transcurso de aquellos años. Como muchos de sus antepasados, Porter estudio en Harvard, instalándose en Nueva York a finales de la década de los 20. Una vez allí, se enroló en la Art Students League, donde se interesó por el Realismo Socialista. De hecho, su pintura sería figurativa siempre, aunque alejada del aliento épico característico de los grandes frescos políticos que gustaron a los seguidores de ese movimiento. A Porter le entusiasmaba la obra de Edouard Vuillard y de Pierre Bonnard, como a quien sería su amigo y amante, James Schuyler.

Porter pintará, sobre todo, paisajes, interiores, naturalezas muertas y retratos de familiares y amigos, incluidos la mayoría, si no todos los poetas antes mencionados. Como Schuyler en su poesía, Porter sintió una gran fascinación por la naturaleza, buscando igualmente revelar lo extraordinario que habita o surge maravillosamente de lo cotidiano. Su pintura tiene bastantes cosas en común con la de Alex Katz, como su temática o los personajes retratados, pertenecientes a clases acomodadas, artísticas y cultas, aunque en el caso de Porter los formatos son pequeños y los ambientes representados atmosféricos e intimistas. Además de pinturas, Fairlfield Porter realizó notables pasteles y acuarelas, técnicas adecuadas a su estilo inacabado, rápido y de apariencia espontánea. Por supuesto, Porter pintó diversos retratos de James Schuyler, quien a su vez convirtió al pintor en protagonista de algunos de sus poemas.

Uno de los más curiosos de estos retratos es The Screen Porch (1966), donde vemos al joven poeta leyendo tranquilamente en una silla, mientras que los hijos del matrimonio Porter están de pie a su lado, al tiempo que la Sra. Porter contempla la escena desde fuera (véase la imagen que ilustra este artículo). Schuyler, para acabar, escribió una elegía a Frank O´Hara tras su muerte prematura. Porter, por su parte, pintó a O´Hara, descalzo y relajado, reclinado en el sofá de su casa.

 


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