Edda Armas
(Caracas, Venezuela, 1955)
LOS DÍAS LABRADOS en la hora de arena
no se cuentan de la misma manera que los otros.
Hay un desconcharse.
Un descorcharlo.
Un abrigar la ilusión de la mano tibia.
Aguja que todo lo zurce.
Vuelve el antifaz de la renuncia.
Nombre has de darle a la gacela que pasa
entre las nubes a la hora del adiós.
NI LO TEMIDO te protege ahora.
Suena el claxón:
la hora límite para que abordes el barco.
¿Qué llevas y qué dejas?
PUEDO LLEVAR LA perla negra encofrada
regalo de mi madre, de los antepasados, de ti,
pero igual le temo al partir
¿me pregunto si las voces me llamarán por mi nombre?
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