Alicia García Bergua (Ciudad de México, 1954) Oración matinal Bendigo la costumbre de sentarme ante la humeante taza: el borde intenso y aromático que me instala en esta sensación de estar despierta, dispuesta a proseguir el trayecto habitual. Bendigo los rituales realizados para que sobreviva esa que he sido al paso de los sueños. Bendigo despertar en este tiempo sembrado por los actos que en su reiteración hacen mi vida. Bendigo este camino que he podido trazar sin despegarme de este suelo que piso. Voy con mi perro pastoreando rebaños de pensamientos que vienen y van como esa pelota que le lanzo y se nos ha perdido tantas veces. Es difícil saber quién lleva a quién y así debió ser desde el principio: días enteros atravesando el campo uniendo nuestros instintos y sentidos, compartiendo el calor en las noches más gélidas, con los perros aún lobos aprendiendo mucho más que nosotros de nosotros que hemos ido haciendo el cuerpo a un lado. El perro es un miembro que adquirimos, lo hicimos trabajar y se nos atrofió; ahora lo paseamos en recuerdo de esa línea borrosa que en un comienzo le marcamos, y se volvió un abismo.
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