El fortín del solitario
Sales a la pequeña terraza
de tu destino.
Ves desde ahí los cerros
y las montañas que han sido
quizá la parte más significativa
de tus días.
Tú eres el Fortín del solitario
donde ahora vuelves a subir
para mirar de lejos la ciudad.
Tú eres ese espacio construido
de recuerdos y visiones.
No son más que dos metros cuadrados
con latas de cerveza, y un cenicero
donde has apagado el desorden de tu vida.
El viejo jazmín en una maceta grande
todavía perfuma la noche.
Ahora puedes hablar de tranquilidad
¿pero a qué costo, y por cuánto tiempo?
Cuántos años no has dejado ahí
entre el pasar de las nubes y el volar
de los pájaros.
Cuánta dicha ya desdicha
ha sido aquí respirada.
Vuelves a subir al Fortín del solitario.
No hay nadie más que esta noche de otoño,
el aire tibio de septiembre, y estos versos
que ahora ya no saben a dónde ir.
Punto de vista
Sobre un desarrollo sustentable
Una sociedad sustentable
con una justicia insostenible,
es un discurso de merolicos
y escucha de oportunistas.
El único mundo sustentable
es imaginario, y vive en la poesía
desde hace ya algunos milenios.
Los poetas hacen visible
la humanidad
con el resplandor de sus miserias.
Alimentan a la tierra
con huesos que aún florecen.
Hacen del aire una palabra.
Llenan de agua las nubes.
Alimentan el fuego sagrado
con ideales o esperanzas vanas.
Tierra, aire, agua, fuego.
En el poema está todo lo necesario para vivir.
No hay más desarreglo sostenible
que el hombre.
No hay más sociedad sustentable
que la de los poetas muertos.
La luz
Cada vez más despacio esta luz
va dejando la habitación,
pareciera descalza en su sigilo
de escapar sin molestar a nadie.
Fue mía alguna vez.
Es de todos los días: la luz.
¿Qué pensará hoy de mí?
¿Cómo me verá ahora
cuando despierto de la siesta,
todavía ebrio en esta intimidad
llena de dudas.
Da igual, la conozco bien:
a ella no le interesan las oscuras
cavilaciones del desasosiego, seguro por eso se va, muy despacio
y sin herir susceptibilidades
por la ventana.
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