No. 41 / Julio-agosto 2011 |
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Resultaría demasiado simple decir o escribir que Autoría es un libro que trata sobre la ardua y compleja problemática de la identidad. Simple y simplista, desde antes de que el lector continúe leyendo esta reseña le advertimos que estamos ante un poemario que nos llevaría a espacios de reflexión y emoción mucho más extensos que una simple reseña. Que conste que no elaboramos aquí más que unos cuantos acercamientos sobre aquellos aspectos que nos han parecido destacados y nos han llamado más la atención, pero que necesitaríamos de otras tentativas posteriores que desarrollaran plenamente lo expuesto, porque Autoría daría para mucho más. Somos criaturas de la tierra, creo, aún quedanLa apuesta innovadora y rompedora de la escritura cerebral —en el sentido menos clásico del término, es decir tal y como se concebía el arte de las vanguardias históricas— de Julieta Valero presenta una estructura performativa. En efecto, no se trata de evaluar la sinceridad del locutor, puesto que eso excede los límites de la investigación lingüística. Lo que se escribe se está realizando en el instante mismo en el que se emite el enunciado: no se describe un hecho, sino que se realiza la acción. La explícita herencia ashberiana, relativa al poeta estadounidense John Ashbery, es en este sentido la tradición en la que se inserta pero de un modo muy personal, con voz propia. Estaríamos frente a una forma cuidada hasta el mínimo detalle, tanto en la parte aparentemente más liminar, “Me complace que toque a su fin el descrédito histórico de la superficie. Me da lástima cuanto ni es tu cuerpo ni es el mar”, ya que cuida el aspecto visual de los textos elaborando una suerte de escritura falsamente en prosa, con versículos, como en la parte más profunda del discurso, pues éste presentaría una trabazón terminológica y epistemológica de hondo calado. Casi siempre hay que leer las composiciones varias veces para saber de qué van. Habría que señalar que la noción de 'composición' cobra aquí especial relevancia, pues los poemas son pequeñas sinfonías con sus movimientos respectivos, que se acogen no sólo al argumento de una historia sino a una serie de evoluciones y desarrollos pervasivos que van eclosionando uno detrás de otro, convirtiéndose la cadena semiótica que va arrastrando en un continuum que lejos de ser conformista está planteándose constantemente preguntas incómodas. Nada de retórica, por consiguiente, sino todo lo contrario, y así ad infinitum, el torrente verbal se va expandiendo y nos va enganchando, con frases punzantes, imágenes impactantes, breves notas de ternura o recortes elocutivos como derrapes, que también nos llevan hacia el terreno del lenguaje coloquial, sin renunciar a la protesta social (“El hambre no remite a balanza ninguna,/ a desafortunados continentes”). En muchas ocasiones parece que estamos leyendo un mosaico de frases sueltas unidas a través de una concepción —de ahí el sentido compositivo aludido— amplia de lo que podríamos entender como fragmentos de un discurso amoroso, emulando el célebre volumen barthesiano. Las idas y venidas sobre las pulsaciones erotanáticas no serán tampoco escasas. En este mundo hiperdenominado hacen falta poetas que deconstruyan con su lenguaje la realidad inasible, una mirada diferente: “tú me mirabas sin lagrimal nada que hacer por mí y lo peor aún por llegar la irritación clamorosa en un brazo al subirme la manga”, una deconstrucción que nos acerque la realidad de otro modo para poder entenderla ya que “La mayor parte de las cosas que suceden dentro y fuera nos son opacas pero/ todas van dirigidas al estómago o la frente y nosotros tan tranquilos topos y sabios la angustia de las grandes superficies resume la forma de la desdicha”. La poeta —la autora, o sea quien sea— es una observadora crítica de privilegio en una sociedad sin referentes, una sociedad sin ideologías, tecnológica y consumista, homologada según un parangón aculturalizado y mediático, más abajo incluso que el mínimo aceptable: “Cada día es más sala de rehabilitación, menos aventura./ Se observa un descenso bien amargo del número de piratas por habitante y ciudad.” En fin, voces como las de Julieta Valero son muy necesarias. Autoría es un libro importante que tal y como advertimos al principio no podemos resumir en esta reseña, pero valgan estas breves notas que hemos esbozado para presentar algunas de sus claves. |
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