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Profesor Alberto Culebro
El tigre
Montaraz e implacable en su cubil de breñas
Vivió en el laberinto do el ande de rotura,
Su palacio de tronco ornaba la espesura
Y en ella se incubaban sus tendencias marceñas
En su concupiscencia insaciable de sangre
Bostezaba impaciente en busca de la presa
Y acentuaba la garra con hastiada pereza
No daba tregua al crimen para saciar su hambre.
Y fue el tigre selvático triunfador de exterminio
Y por su luenga vida mantuvo su dominio
Hasta que fue agotando, por decano, su fuerza.
Y llegó un día muy triste y sintió la atrofia
Y pereció en las fauces de la brava jauría
De los lobos hambrientos, con su saña perversa.
Raúl León
La mujer
Al nacer la mujer es una niña,
Una inocente, angelical criatura;
Pasa su vida llena de aventura,
Edad en que ni piensa ni escudriña.
Cuando de infante tornase en doncella
Con mas o menos frívolos hechizos
Y pierde el tiempo en fútiles postizos
Es solamente una figura bella.
Como es obvio, dedicase afanosa
A cumplir la misión de ser casada
Y si es fiel, hacendosa y recatada,
decimos con razón: ¡qué buena esposa!
Pero si entonces su ventura es tanta
Que la maternidad la dignifique,
Que todo por sus hijos sacrifique,
No es ya simple mujer: ¡oh es una santa!
Héctor Eduardo Paniagua
¡Chiapas!
(fragmento)
Te sueñas aguilucho, aunque eres paloma,
Y te sientes gigante, aunque eres pigmeo,
Pero ya en el oriente de tus cielos se asoma
El sol generador de ese noble deseo:
¡Surgir! Al golpe de ala como la antigua Roma
Y el esfuerzo de bíceps del titán Prometeo,
Con la fe espiritual que el profeta Mahoma
Ha infundido en su secta cuando grita: ¡yo creo!
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