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La cámara verde
Por Cristina Rivera Garza
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No me refiero a la nota musical. Tampoco a la abreviatura seguida de dos puntos que aparece en el campo “asunto” en la cabecera de los mensajes de correo electrónico. Es algo a la vez más simple y más complejo: un prefijo, eso que según el latín (præfixus, participio de præfigĕre) significa ‘colocar delante’. No debe ser del todo casual que, en una época de cambios tecnológicos que ha propiciado la sobreproducción, cuando no la saturación, textual, uno de los prefijos más usados en el campo de la escritura indique tanto repetición como retroceso (por ejemplo, en renombrar, refluir), intensificación y oposición (por ejemplo, recargar, rechazar), así como inversión (por ejemplo, reprobar). Los distintos procesos de rescritura que han caracterizado a muchas de las prácticas conceptuales que se llevan a cabo hoy en día, en efecto, renombran, recargan, redireccionan, rechazan y hasta reprueban las literaturas afincadas en conceptos de originalidad y autenticidad propios de la época moderna. De ahí que la traducción al español de un concepto como ‘repurposing’ –fundamental en el aparato teórico que Kenneth Goldsmith ha puesto a funcionar en Uncreative Writing: Managing Language in the Digital Era– haya requerido conversaciones constantes y consultas varias. Al final, o mientras tanto, el poeta tamaulipeco Marco Antonio Huerta, cuidadoso observador y entusiasta de las prácticas conceptuales, ha optado por el término ‘repropósito’ para dar cuenta de las distintas formas de apropiación que distinguen a las rescrituras en la era digital. Se reusa, claro está, y se recicla y se recontextualiza y, en general, se cita literalmente y sin comillas para desestabilizar un sistema de autoridad más interesado en la ganancia y el prestigio que en el lenguaje. De ahí la relevancia de esta primera traducción al español de un libro que, desde su publicación el año pasado en los Estados Unidos, ha generado conversaciones amplísimas tanto a nivel literario como cultural y político sobre lo que hacen y, sobre todo, lo que pueden hacer los escritores de hoy. Esta traducción sin duda ayudará a enfocar de manera literaria, y no legalista o, peor, moralista, las muchas discusiones existentes y las venideras, alrededor de prácticas de escritura que algunos conocen como reapropiación y otros denominan como plagio. |
No. 48 / Abril 2012 |
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La cámara verde
Por Cristina Rivera Garza
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No me refiero a la nota musical. Tampoco a la abreviatura seguida de dos puntos que aparece en el campo “asunto” en la cabecera de los mensajes de correo electrónico. Es algo a la vez más simple y más complejo: un prefijo, eso que según el latín (præfixus, participio de præfigĕre) significa ‘colocar delante’. No debe ser del todo casual que, en una época de cambios tecnológicos que ha propiciado la sobreproducción, cuando no la saturación, textual, uno de los prefijos más usados en el campo de la escritura indique tanto repetición como retroceso (por ejemplo, en renombrar, refluir), intensificación y oposición (por ejemplo, recargar, rechazar), así como inversión (por ejemplo, reprobar). Los distintos procesos de rescritura que han caracterizado a muchas de las prácticas conceptuales que se llevan a cabo hoy en día, en efecto, renombran, recargan, redireccionan, rechazan y hasta reprueban las literaturas afincadas en conceptos de originalidad y autenticidad propios de la época moderna. De ahí que la traducción al español de un concepto como ‘repurposing’ –fundamental en el aparato teórico que Kenneth Goldsmith ha puesto a funcionar en Uncreative Writing: Managing Language in the Digital Era– haya requerido conversaciones constantes y consultas varias. Al final, o mientras tanto, el poeta tamaulipeco Marco Antonio Huerta, cuidadoso observador y entusiasta de las prácticas conceptuales, ha optado por el término ‘repropósito’ para dar cuenta de las distintas formas de apropiación que distinguen a las rescrituras en la era digital. Se reusa, claro está, y se recicla y se recontextualiza y, en general, se cita literalmente y sin comillas para desestabilizar un sistema de autoridad más interesado en la ganancia y el prestigio que en el lenguaje. De ahí la relevancia de esta primera traducción al español de un libro que, desde su publicación el año pasado en los Estados Unidos, ha generado conversaciones amplísimas tanto a nivel literario como cultural y político sobre lo que hacen y, sobre todo, lo que pueden hacer los escritores de hoy. Esta traducción sin duda ayudará a enfocar de manera literaria, y no legalista o, peor, moralista, las muchas discusiones existentes y las venideras, alrededor de prácticas de escritura que algunos conocen como reapropiación y otros denominan como plagio. |
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