Eva Cabo
Al borde de un cerezo (I)
y cuando sientas que un terremoto te inunda el alma
-sorprendido, sorprendida-
abrirás los ojos como dos gigantescos témpanos de hielo
sin creer que siempre ha estado ahí y no te has dado cuenta
ella la que susurró a tus pies las palabras más tibias
la que rozó tu voz para que escucharas el canto
de los pájaros
ella que trepó a tu oído para que vieras el mundo
desde la torre más alta
la que escupió en tus manos e hizo que brotara arroz
en tus arrugas
ella
semilla que viajó hasta el sol
y volvió para contarlo
Luis Alberto Carro
‘Beth’ Burton
“¿Qué fue de la vida de ‘Beth’ Burton”
decía el poema que escribí una mañana
en un viaje de tren
mientras cruzaba
por fugaces provincias de veinte años,
con los ojos perdidos en las quemas
y en ciudades a medio dibujar
contra el fondo del cielo.
De vuelta a casa
vino conmigo el cuaderno de versos
de la ausencia
y ‘Beth’, mi compañera de banco de la escuela,
se quedó en una hoja a esperar su ocasión
para seguir hablándome.
Cierto día pasó el viento por casa y se llevó
el cuaderno a morir en las quemas
-no aquellas que escoltaban los vagones en marcha,
sino las del odio, que andaba por entonces
celebrando
sus bodas con la muerte.
‘Beth’ Burton, su memoria de papel, su padre
biblia en mano, su casa a la que nunca entré, se fueron
por el humo, pájaros de otro viaje
Ariel Devincenzo
El ojo del cofre (XV)
el ojo del cofre ciego de aire
las almejas hierven en la arena
un padre y su hija juntan almejas
casi con el estómago
confunden su propia tumba con el arcón de los recuerdos
el ojo del cofre llora y abraza vacío
linda dice a papá:
cuando sea grande quiero ser actriz
padre se seca el sudor con el pan
arroja la botella
las almejas aplauden mientras la policía pide documentos.
Camilo Herrera Estai
El gran sintetizador (fragmento)
LICAN REY. Mátalos a todos,
dijo abuela Rosa con su
último respiro en la
habitación más triste
del policlínico
circunstancial e
irrelevante.
Lo importante,
lo verdaderamente
importante, comenzó
años, siglos, eones
más tarde.
Como si este
planeta no hubiese
sido suficiente, de
entre toda la mierda
quehabíaacumulada
Gabriel Moreno
Stop the World (fragmento)
Ensimismado en las manijas blancas de un ventilador de cocina,
WystanHughAuden
(experto en la des-construcción de relojes)
concluyó que el mundo giraba demasiado veloz.
Los días desaparecen
como diapositivas fugaces.
Esa mañana Auden se levantó
con los dientes amarillos y la corbata puesta,
el ojo inquieto del despertador permanecía sellado,
la estampa en la almohada auguró el tiempo transcurrido.
Sólo las estatuas públicas
entienden el sueño de un poeta.
El motor que mueve el mundo
está pasado de revoluciones.
Que alguien
de tenga
esta metralla.
Este ataque kamikaze
de inquietas semifusas,
no hay notas blancas
en el lienzo
y alguien que no soy yo
dirige la murga.
Quiero morir cantando
nanas para el mundo.
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