Del archivo de
Periódico de poesía
................................................................................ |
No. 63 / Octubre 2013
|
Agustín Cadena Dos poemas Viejos comunistas Todavía se les ve a veces en ciertos sitios. Llevan un saco de pana, de los que se usaban hace quince años, zapatos sucios de muchas calles, un portafolios lleno de libros. Parecerían vendedores sin suerte si no fuera por esa dureza en la mirada, los labios tensos y sensuales, las manos formidables y un característico halo de vino tinto. Su cuerpo viejo está trazado por las cicatrices de la militancia: las huelgas de hambre, el odio policiaco. Sin embargo, todavía son capaces de marchar sobre las calles, de arengar a la gente. No han querido arriar las banderas, aunque ya el sol se haya chupado el rojo y luzcan en lo alto anaranjadas y cohibidas. Ya no habría modo de reemplazarlas, pero ellos no las arriarán. No las arriarán aunque se caigan de viejas, aunque hayan enmudecido, aunque ya sólo el viento del pasado las lleve en marcha, espectrales, hacia el Zócalo. Babilonia para Flor Ruvalcaba Viajar otra vez allá, sólo para ver. Mirar de nueva cuenta esas tapias, el alambre de púas, el cielo gris. Sentir que el frío de fuera es dulce a comparación del que se vivió ahí dentro. Recordar. Era como si nunca fuera a haber día, como si así tuviera que ser, por fuerza. Nos acostumbramos tanto... Llegamos a ver la libertad con miedo —¿Cómo sería el mundo del otro lado?— y no con esperanza. Recordar. Volver a sufrir por lo que no podrá recuperarse, por lo que pudo haber sido de otro modo. Reprocharse por no odiar más ese sitio. Ver cómo, a pesar de todo, algunas hojas de hierba quisieron nacer ahí dentro este marzo.
Periódico de poesía, nueva época, núm. 10,
|