No. 63 / Octubre 2013 |
Crápula He visitado los más turbios hoteles Y he ido a la cama con hombres, con mujeres. Con perros, con gallinas Y hasta quizá con niños En la ardorosa claridad, en la noche aturdida, Soliviantado por las penas, el tiempo apresurado, El no saber qué cosa, El alcohol, el dinero, Por la estéril estrella Y por la vida, en fin, soliviantado Por la lumbre, Por el deseo marchito de la rosa vencida, He penetrado en turbias, oscuras cavidades, He cavado sin fin, He dividido en dos las porquerizas, He cerrado los ojos entre perdido y ciego, He avanzado sin tacto y sin remedio En la ciudad estercolada, Y he salido del círculo fangoso, sin esperanza, Más bien llevado por el cuerpo Y contra el propio cuerpo si era necesario Todo por obtener un respiro Y escribir el poema. Impromptu lisonjero Cada rostro que veo es el rostro de un muerto. Amigos idos, parientes, compañeros de escuela Inesperadamente resucitan Durante centésimas de segundo Y estremecen mis pasos en la calle. El agujero de la semejanza Con su ecuación de vértigo Me jala de las mangas con un negro presagio, Abajo, Abajo, Más abajo, A la yugular. "Abre los ojos" —me dice la conciencia. "Ahuyenta los recuerdos" —le contesto. Un poeta mexicano ¿Con qué se come la Deconstrucción? ¿Alguna vez lo imaginaste acaso...? Como te escuece el alma la teoría Arrojas contra Harold Bloom Cuantos dardos recoges En basureros académicos La llamada angustia De las influencias Un disparate te parece Y te pones tú mismo de prueba Más que fehaciente: Nunca quisiste matar a Sabines, López Velarde Villaurrutia o Paz Con lo que se demuestra... ¡Que no entendiste nada! (Bloom se refiere en exclusiva A los grandes poetas No a repetidores como tú) |
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