Dossier Octavio Paz / Marzo - abril 2014


La novia puesta al desnudo por sus solteros, incluso… por Octavio Paz


Por
Hugo Plascencia
 

Todos los que conforman esa “inmensa minoría” del gusto por el arte y la poesía como decía Octavio Paz, sabrán que nuestro homenajeado ya sea por humildad o ironía prefería abordar la crítica y sus percepciones estéticas sobre ciertas obras de arte por medio del ensayo y la poesía, o lo mismo que la creación de una obra a partir de otra, más que por el discurso intelectual oral, en el cual, también fue reconocido gracias a su vital y lúdico pensamiento.  

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Es por ello que en el libro Árbol adentro (Seix Barral, 1987), Octavio Paz escribe un poema titulado La dulcinea de Marcel Duchamp, en donde a partir de una obra menor de éste, como lo es la Dulcinea (1911), y El desnudo bajando las escaleras (1912), obra que hizo gran ruido en Francia, Paz no sólo subraya el vocabulario estético de ambas obras sino que también el poeta le hace un guiño a la gran obra de Duchamp, El Gran Vidrio o también conocida como La novia puesta al desnudo por sus solteros, incluso (1915-1923), en donde en apariencia Paz retoma elementos de las tres obras, donde sino se percibe la relación de lo que hace Duchamp después, Paz nos ayuda a conjeturar el lazo entre estas tres obras que no parecen tener a simple vista contactos o mutuas correspondencias fuera del leitmotiv de la desnudez en la obra del artista, y donde el Nobel funge como observador y espectador minucioso por medio de uno de sus mejores recursos, el poema. Como un tríptico de tablillas votivas a manera de tributo, Paz contempla e intuye esa presencia intelectual e inmaterial entre el cuerpo y el erotismo como lo es el concepto, la idea, el movimiento por medio y a través de la imagen y la palabra poética.

La dulcinea de Duchamp

-Metafísica estáis.
-Hago striptease.

Ardua pero plausible, la pintura
cambia la blanca tela en pardo llano
y en Dulcinea al polvo castellano
torbellino resuelto en escultura.
Transeúnte de París, en su figura
-molino de ficciones, inhumano
rigor y geometría- Eros tirano
desnuda en cinco chorros su estatura.
Mujer en rotación que se disgrega
y es surtidor de sesgos y reflejos:
mientras más se desviste, más se niega.
La mente es una cámara de espejos:
invisible en el cuadro, Dulcinea
perdura: fue mujer y ya es idea.
Octavio Paz, libro Árbol adentro (Seix Barral, 1987)