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Alex Katz / Frank O'Hara |
El jardín marino |
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No. 70 / Junio 2014 |
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Alex Katz / Frank O'Hara |
La obra personalísima de Alex Katz es difícil de clasificar, habiendo surgido en el momento de máxima gloria de la abstracción, los años en los que triunfaban Jackson Pollock, Willem de Kooning o Mark Rothko. Katz utilizará sus mismos grandes formatos y su obra tendrá visibilidad −el Whitney de Nueva York le dedicó una gran exposición en 1974 y se dieron distintos intentos no muy pertinentes de asociarle con el Arte Pop−, pero su reconocimiento, sin duda que por la singularidad de su propuesta estética, ha sido mucho más lento que el de los otros artistas importantes de su generación. Aquí vamos a subrayar la relación que Katz tuvo con el último de los poetas mencionados, Frank O'Hara (1926-1966), quien escribiría los que son probablemente sus mejores poemas en la década que va de 1955 a 1965, cuando Katz consolida su lenguaje. O'Hara falleció de forma muy temprana, al cumplir los cuarenta años, tras un accidente de tráfico en Fire Island. Había sido conservador del Museo de Arte Moderno y una figura central en el panorama cultural de Nueva York. O'Hara, que también fue un crítico de arte influyente, fue de los primeros en reconocer la importancia de la obra de Katz. Habló de sus esculturas planas en la revista Kulchur en 1962 y, más adelante, poco antes de su muerte, escribió también, esta vez en Art and Literature, algo así como que los personajes que poblaban las pinturas de Katz vivían en un vacío pintado suavemente, de color, sin descansar sobre el suelo, estar frente a la pared, o ser el objeto de un foco de luz o un punto de vista, constituyendo así simples soluciones a problemas formales, alejados de cualquier consideración existencial. Katz correspondió el interés de O'Hara por su obra utilizándolo de modelo en una de sus esculturas planas, Frank O'Hara (1959-60), que fue comprada por Elaine de Kooning, o en la pintura Marine and Sailor (1962), donde O'Hara es el primero de los personajes y el también poeta Bill Berkson, es el segundo. La poesía de Frank O'Hara nos parece hoy tan importante que es fácil olvidar que en vida no fue reconocida, fue vista como algo menor, seguramente por no tener una apariencia transcendente al haber abandonado el tono pretencioso de los primeros poetas modernos como Eliot o Pound. Uno de sus libros se tituló Lunch Poems (Los poemas del almuerzo), precisamente porque fueron escritos a la hora de comer, cuando trabajaba en el MoMA. La poesía de O'Hara es coloquial y confesional, acerca su trabajo a las entradas de un diario. Su poesía es también urbana, irónica, celebratoria e incluso, a veces, muy divertida. En ella se deja constancia de su actividad social, con menciones, incluso, de las llamadas telefónicas de sus amigos o conocidos, y con referencias constantes a la inmediatez de la vida y de los sentimientos. Es una poesía de contenido claramente homosexual, e influida por la música de jazz y por el cine. Algunas de estas características, sobre todo en relación a la descripción de un determinado grupo social, la clase media intelectual de Nueva York, es propia también de Katz, pintor no solo de retratos sino también de reuniones sociales, como en Lawn Party (1965), Thursday Night 2 (1974) o Summer Picnic (1975), que tienen algo casi como de notas de sociedad. Katz pinta a sus conocidos tal y como O'Hara los nombra en sus poemas. Frank O'Hara, según cuenta su biógrafo Brad Gooch, compró una obra de Alex Katz: Blackie, en 1958, lo que motivó que el pintor le prestara entonces un retrato de su mujer Ada y que le regalará, además, un pequeño paisaje. O'Hara colgaría todas estas obras en las paredes de su casa. Katz, por otra parte, le reveló a Gooch que O'Hara le había animado a desarrollar su pintura utilizando formatos grandes, lo que sin duda fue un gran acierto y, eventualmente, una suerte de marca de fábrica. Joe Le Sueur, quien fuera pareja de O'Hara durante prácticamente los últimos diez años de su vida, escribió un libro de memorias que constituye uno de los libros más bellos y originales que se han escrito nunca sobre poesía, Digressions on some Poems by Frank O'Hara (Farrar, Straus and Giroux, 2003). Aquí, Le Sueur comenta el origen de muchos de los poemas de su novio, identificando las situaciones de las que surgen y que él, como pareja del poeta, había vivido como testigo privilegiado. Se mencionan, al hacerlo, películas, amantes, músicas, bares, ligues, amigos, fiestas, obras de arte o días de ocio en la playa… todo de forma celebratoria y exuberante, características que también son las de las mejores obras de Alex Katz. Ambos creadores han registrado, contribuyendo al mismo tiempo a ella, la fascinación de la vida metropolitana en una de las ciudades más estimulantes del mundo.
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