No. 81| / Julio - agosto 2015 |
Unidad y movimiento Una y fugaz, poemario de Pura López Colomé (Ciudad de México, 1952) publicado en 2010, inquieta desde el título. En él, unidad y fugacidad parecen complementarse evocativa y provocativamente por el aparente espejismo contradictorio que encierra. A mi parecer, esta frase configura un enigma, un juego: ¿Qué es aquello que desata el movimiento en la unidad? Me atrevo a decir que justamente desmiente dicha apariencia pétrea; toda unidad que se desplaza en el tiempo y el espacio deja de ser una, se multiplica, desdobla, distiende. El poemario de López Colomé explora ese proceso, mismo que parece incluso permear su estructura. en Se parte de la quietud para ir provocando el movimiento. Pronto la poeta comienza a desengañarnos: no es una única voz que oímos, puesto que ninguna palabra establece una correspondencia única con su significado. Lo que era tierra firme muestra su naturaleza de arena movediza. De una voz emergen otras voces, de lo que era un solo, surgen armonías inesperadas, contradicciones, ires y venires: ¿Quién habla? Todo se desdobla en múltiples resonancias: la memoria muestra su inestabilidad en poemas como “Y no lo reconocí”; la voz titubea al reconocerse en “Quien vive en mí”; el signo implota con la esperanza de perder su límites semánticos en “(In) apetencia”. Todos ejemplos de la fragilidad de una aparente unidad. Asimismo, el poemario transita temas recurrentes, tópicos que de igual forma se repiten en la obra de la poeta: el descubrimiento, desde la memoria de la infancia, de lo divino; así como la vivencia del cotidiano, el repoblamiento de los espacios mediante una memoria fragmentada. En el segundo momento, “Travesía”, es ya evidente toda transfiguración. Al recorrer esta parte, el lector ha de ir leyendo a modo de un ejercicio de tiento: todo lo tocado se mueve, todo lo leído se contradice después o muta significado. Toda unidad está en travesía, en el tránsito a ser otra cosa: un amoroso Ahora bien, todo desplazamiento en la palabra configura también un juego. Un desafío para el lector. La palabra es dinámica en tanto su significado no esté dado, en cuanto se desafíe su quietud semántica. López Colomé juega y retoza entre lo dicho, se atreve, incluso, a contrastar versos conceptuales con juegos de palabras en donde retoma el habla coloquial, los refranes, los decires. Al hacerlo devela las capas, las diversas profundidades de significado de lo que se dice: Qué será, qué-qué-qué El tercer movimiento implica un retorno. Una voz que de tanto disgregarse retorna a todo aquello que se desplaza con ella “Por aire”. Este volar encuentra su punto álgido en el poema “En su origen”, en el cual la voz poética incluso se sobrevuela a sí misma y se observa reflexionar durante el proceso de escritura: Hay que apoyar contra el papel de modo El movimiento implica inestabilidad, cambio, metamorfosis. La poesía de Pura López Colomé nos invita, nos insta a desestabilizar(nos): la mirada, la memoria, el tiempo, pero, sobre todo, el ejercicio de la palabra, de la propia escritura, de la escritura que implica cada lectura particular. Al tiempo, se muestra lúdica, dotada de un humor natural que provoca, que no deja indiferente al lector, que lo invita a perderse un poco, a adentrarse en la densidad de su poesía. La lectura de Una y fugaz hace evidente el proceso dinámico de la lectura: sucesión de sentidos fugaces que se desplazan dentro del campo semántico del poema. Toda poesía es un desafío a lo estable, al dictum. Toda poesía: estoicidad aparente en fuga. |
Leer poemas... |