Washington Benavides
(Tacuarembó, 1930)
Sobre preferencias infantiles
1
Te envolvían en celofanes
desde la pantalla de plata
Las versiones de Walt Disney.
habías leído los originales
de Las Alicias de Lewis Carroll,
por eso te parecieron lavadas
las que viste en sucesivas matinés.
Y como esos relatos, muchos otros
parecían parientes lejanos de los originales
de Grimm o Andersen.
Preferías ver la cabeza con tuercas
y cicatrices de Boris Karloff
o levantarse de las nieblas del pantano
a Bela Lugosi.
Aunque los dos regresaran en tus sueños
y comprobaras con la cabeza humedecida
del sudor, que debías beberte rápido
un buen vaso de agua.
Pero bien que separabas la propaganda
de Disney para todo público
de los grises y tenebrosos castillos
góticos con verdaderos fantasmas
o vampiros.
Nada que ver con los mastines
de Baskerville,
Nada, pero nada que ver
con aquella sombra ominosa
que acechaba al niño con su globo
O la pelota fugitiva descendiendo
por lo escalones,
y la feroz sonrisa del pequeño asesino
de Dusseldorf que encarnaba
Peter Lorre.
2
¿Había en estas predilecciones
un anticipo de lo que la vida iba
a proponerte o imponerte?
Ibas a la Escuela de Varones,
pasabas meses con Maese Asma,
acompañado por tus amigos del Tit-Bits,
del Leoplán o las radios argentinas
O la Guaiba riograndense.
Leías Salgari
Leías a Verne
Leías a Cervantes.
(cuando te dabas vueltas en la cama
no era Blancanieves
la que asomaba al brocal de tu rostro,
era el Tigre de Malasia
O el Capitán Nemo quien reclamaba
tu atención ante la terrible presencia
del calamar gigante.
Y despertabas entonces, tripulante
del Nautilus).
Washington Benavides sigue enredado en la madeja.
Diciembre 18 del2014. Iporá
Leer en este número la entrevista “Washington Benavides:
El trovador norteño”, por Déborah Quiring
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