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No. 82 / Septiembre 2015


 
Diego Espíritu
(Guadalajara, Jalisco, 1990)










El día que murió Nietzsche


Dios ha muerto. Dios sigue muerto.
Y nosotros lo hemos matado.
¿Cómo podríamos reconfortarnos,
los asesinos de todos los asesinos?
El más santo y el más poderoso que el mundo
ha poseído se ha desangrado bajo
nuestros cuchillos.

Nietzsche


El día que murió Nietzsche
algo encima nuestro
soltó una carcajada

algo que desangra
                      bajo nuestros cuchillos

ese día cavaron esclavos
                                una fosa para sus huesos
ese día
          nacieron los huérfanos
          de los que hoy  
                              ya tenemos nombre

curas lamieron el himen
                      de prostitutas vírgenes

monjas rezaban con bolas chinas
desde la boca hasta el ano
sin misterios ni gloria patri
                                un padrenuestro
                                diez avemarías

primitivos stenciles tapizaron Weimmar donde
años después la Bauhaus sin saberlo esculpiría
una casa sin aristas derrumbada por las autoridades
                                                                          prusianas

                                           ¿no se la pasará leyendo
                                            Mein Keimpf  por las noches
                                            ese algo encima nuestro?

 

¿no nos habremos confundido
al colocar debajo nuestro
el purgatorio y la caseta de cobro es esto
que pisamos y el peaje  
un campo enrejado con olor a azufre?

nosotros no escuchamos la risa
de ese loco que se mira a sí mismo
                               todos los días

ese día Nietzsche
bailó con una sola pierna desnudo
a la mitad de un campo de amapolas
y ese algo sin nombre encima nuestro
soltó una carcajada sin mirar el cuerpo
que se desangra, ese algo sin nombre
se la pasa leyendo Mein Keimpf sin ropa
en un páramo con olor a azufre y mira
con un solo ojo esto que pisamos
y con el otro juega monopoly ese loco
sin cabello que se mira a sí mismo todos los días
cree que solo basta quitarse la ropa
para bailar como Nietzsche.