No. 84 / Noviembre 2015


Lenguas Originarias

Por Kalu Tatyisavi

Humberto Ak’abal y su lengua maya-ki’che

Ahora que en esta época ha llovido bastante y nos llenamos de incertidumbre ante los huracanes, temporales y tormentas, considero necesario recuperar algunos poemas de Humberto Ak’abal (Momostenango, Guatemala, 1952), que se refieren al agua y su ciclo, el que baja y corre, y luego sube: la naturaleza está unida en todos sus poemas. La lluvia y el agua son, entonces, fuerza natural necesaria para mantener el equilibrio.

A Ak’aba le interesa todo, la filosofía, el ser humano, el verbo en su lengua y la influencia de la poesía en su Pueblo; también lo ontológico, el pensamiento a partir del yo con relación a lo externo, y la comunidad. Este asombro no es concedido a cualquiera sino al que lo desea, el que lo busca puede percibir y percibirse; detenerse a oler el campo, caminar bajo el agua, enjugarse sin importar si son lágrimas: observar lo mínimo no es dado a cualquiera, sino al que busca.

Guatemala es la continuación de México y viceversa, no hay diferencia de ningún tipo. La lengua de Ak’abal pertenece a la familia mayense y es la primera lengua originaria en Guatemala en cuanto al número de hablantes −cerca de un millón en su numerosas variantes. Esta lengua es famosa por el Popol-vuj,
“El libro de la comunidad”, compuesto por relatos que explican el origen del mundo, de la civilización, y diversos fenómenos que ocurren en la naturaleza.

Ahora bien, nuestro interés aquí es hablar sobre algunos poemas tomados del libro Aqajtzij (Palabramiel), (Ediciones Cholazmaj, Guatemala, 2007). En el “Color de la lluvia”, Ak’abal habla precisamente de la relación entre la luna, la neblina y la madrugada, todas confluyen para que la necesaria lluvia se manifieste ante nosotros. Luego en “El río”: “El río se retorcía/ como culebra herida”, aparecen el símil y la fusión, no hay ninguna diferencia entre uno y otro, ambos caminan, se retuercen, avanzan; hablan un lenguaje inaccesible porque son movimiento, misterio y fuerza. Ambos son necesarios para la armonía.

En “La catarata” nos recuerda el canto incesante, la imagen del torrente que baja incansable, el cabello blanco del río que canta interminable, que grita y después guarda silencio en algún estanque y que no tiene fin. En el siguiente poema, “Derrumbe”, hay una relación entre la noche y la exclamación incesante que por temporadas se guarda cierta quietud, pero de repente y sin darnos cuenta, estalla. 

Los poemas son sintéticos, reflexivos, poseen casi el mismo ritmo y nivel de concentración que el haikú; de ahí que cuando dice: “y se vaaaaa”, oímos la onomatopeya del agua, el fluir permanente ante los ojos y el sentimiento de quien osa detenerse a contemplar detenidamente. Los poemas breves mantienen un viaje circular, surgen de lo coloquial, despiertan emociones en lo personal y se dirigen hacia lo colectivo.

La vida contemporánea es la rapidez; a principios del siglo XX, los futuristas le hicieron eco a la velocidad y sus máquinas. Comenzaron a sustituirse los veloces caballos por máquinas muchos más rápidas, pero continúa nuestra pregunta sobre el ser y el rededor; Ak’abal nos recuerda todo esto.

Ak’abal es un poeta que publica permanentemente, tiene más de una decena de libros, asimismo ha obtenido varios premios internacionales. Sin embargo, los premios no valen por sí mismos y no importan tampoco el número de libros publicados, lo que vale es la permanencia de los poemas, la búsqueda constante de una voz, el impulso de una lengua minorizada; lo que vale es el trabajo honesto, no el espectáculo ni el show. Creo que Humberto sabe esto, espero que sea consecuente con ello, por el bien de la poesía, de su lengua y de la cultura en general, pues es parte de ella; así estamos todos insertos en algún grupo, en algún camino, en alguna tradición.

Releyendo a Italo Calvino con sus Seis propuestas para el próximo milenio, nos damos cuenta de que sigue vigente su planteamiento para la literatura: levedad, rapidez, exactitud, visibilidad y multiplicidad. Calvino falleció sin haber terminado la sexta propuesta, que algunos dicen, se trata de 'consistencia'; quién sabe, solo sabemos que la literatura es necesaria, y que en esta parte de Latinoamérica debe ser concisa y clara, crítica; la poesía en lenguas originarias debe preponderar la contra y anti historia; debe cuestionar y ser una propuesta ante la frivolidad y mixtificación del discurso del Estado.

La poesía no puede estar a la retaguardia, por eso es poiesis. Los verdaderos poetas no andan por el mundo diciendo que son poetas, son modestos. En Latinoamérica —y ahora en el mundo— esto es más que urgente ante el alejamiento cruel, doloroso, indiferente del humanismo; por la contaminación planetaria, la crisis de las migraciones; la corrupción y la marginación social. Pero también como resistencia en estos tiempos de posmodernidad e industrialización.

Mi excusa para combinar diversos autores y teóricos es que las lenguas originarias no han propuesto nada y retoman inocentemente el término de 'poesía', además, desconocen la tradición y, por eso,
no pueden cuestionarla.


Ukayib’al re jab

Ri ik’ kujaluk mayul
pa ri saqirisank.
—Kape ri jab’, kape ri jab’!
Kakiraq kichi’ ri ajtiko’n.
Are chi’ kaqaj ri q’ij
Ri sutz’ ke’ wachin ukayib’ al re jab’.


Color de la lluvia


La luna se vuelve neblina
en la madrugada
—¡Va a llover!
Gritan los sembradores.
Y en la tarde
las nubes tienen color de lluvia



Ri nima’

Ri nima’ kutumij eib’
junan ruk’  jun kumätz
sokotojinaq;
jun nonoch’ ri man ilom taj
kab’in puwi’ ri ja’.


El río

El río se retorcía
como culebra herida;
una sombra extraña
caminaba sobre las aguas.



Turb’ala’

Ri turb’al a’ kab’ixonik’
ruk’ ri roq’ib’al juyub,
kape k’a chikaj
k’a pa ikim ku jamrib’
kab’eeeeeek,
kab’in chuxo’l taq ri taxka’l,
koq’ik are jampa’ kab’ is ri ub’e.


La catarata

La catarata canta
con su voz de monte,
desde arriba
hacia abajo
y se vaaaa
caminando en el taxcalero
hasta terminar llorando.



U’l

Ri chaq’ ab’ kawulilik b’ ik
xuquje’ ri q’equmal katzaq b ‘ik
k’a chuxe’ ri siwan:
chila‘ kujaluk ja’
kujaluk nima’.


Derrumbe

La noche se derrumba
y la oscuridad cae
al fondo del barranco:
se hace agua
y se vuelve río.


 


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