No. 88 / Abril 2016
PVA.16
Anne Waldman
Presentanción y traducción de Javier Taboada
La energía
La poesía –dice Anne Waldman— es una especie de siddhi (palabra sánscrita para designar cumplimiento) o energía. El poema como experiencia variable nos conduce a distintos rangos mentales o energéticos: es un proceso activo (dinámico). Su intensidad performática permite la disipación (que no la disolución) del yo. En su ensayo llamado I is Another: Dissipative Structures, escribe:
Toda cosa viva es estructura disipativa. Yo soy una estructura disipativa –una aparente totalidad que fluye—, altamente organizada pero en proceso interminable. Entre más compleja sea, requiere de mayor energía para mantener sus conexiones. Es sumamente vulnerable a las fluctuaciones internas. Las conexiones solo pueden sostenerse por medio de un flujo energético; el sistema siempre fluye. Entre más coherente sea la estructura, más inestable es. Esta inestabilidad irónica es la clave para la transformación.
El flujo continuo impide que la poesía habite en un solo cuerpo. Crestas y valles naturales la traducen o la modifican. Esta transformación es el proceso espontáneo y potencial de la poesía y su performance. Un proceso que se escribe en la página, y luego se extiende; territorio del poema a donde la voz ingresa junto con el cuerpo, y en donde el poema manifiesta el cuerpo propio o la voz. Proceso y ciclo: energía en reciprocidad.
El cuerpo
Cualquier rito podría considerarse una acción (a posteriori, claro) que intenta repetir la eficacia de algún evento determinado, y que, en ocasiones, consigue renovar el poder del evento original. Quien oficia es solo un vehículo. Encarna los rezos, agradecimientos, solicitudes de una colectividad: toda su energía. Un vehículo con la responsabilidad no de protagonizar, sino de guiar.
Para Anne Waldman, todo poema es un evento similar, cuya génesis, estructura y desenvolvimiento se manifiestan de manera orgánica; con fluctuaciones internas que demandan una serie de necesidades, a fin de transmitir correctamente su poder intrínseco. Todo debe expresar ese poder. Para ello, Waldman utiliza su voz, su cuerpo, su mente. Sin embargo, todo esto permanecerá en el vacío si no existe conexión con un campo de energía que haga evidente la respiración, la vida del poema. La colectividad en que se manifiesta.
La voz dinámica
Interesada no solo en el poder del poema, su voz y lenguaje, Waldman también ha investigado acerca del poder (las hegemonías construidas o impuestas sobre el tiempo, de toda índole). Sus poemas, monumentales construcciones apoyadas en el trabajo archivístico, intentan mostrar la verdad. La verdad que pasa por el sujeto, verdad del mundo que habla o se representa a sí misma.
Waldman proyecta, de manera brutal, la verdad que la traspasa: el cuerpo sometido a la ideología, cuerpo abusado y desechado de mujer, su lucha contra el consumismo radical, el egoísmo, la vacuidad de nuestros tiempos, etcétera.
Sus ataques contra el antropoceno, por ejemplo, son certeros y desprovistos de cualquier miedo, contención o embellecimiento. El mayor ecocidio de la historia terrestre está por materializarse: todo por manos humanas. La ambición y el lucro de un ser que desprecia toda forma de vida –nos dice Waldman. Un ser que ignora que toda la vida está interconectada, pues conforma el gran cuerpo de la Tierra.
Pero su voz no se queda ahí. Su voz es dinámica: movimiento, aceleración, lucha. Activista desde los años 70, Waldman señala con nombre y apellido a las empresas responsables de estos crímenes, British Petroleum, Rocky Flats Plant, etcétera. Y también a los grupos humanos, naciones e individuos que causan la muerte a otros hombres, mujeres, niños: los empresarios de la guerra, el hambre,
la humillación.
El propio cuerpo
Termino vinculando dos textos. El primero es de Martino Nicoletti (Shamanic Solitudes: Ecstasy, Madness, and Spirit Possession in the Nepal Himalayas, p. 98):
Toda edificación chamánica se cimenta en el cuerpo. El cuerpo es la edificación. La labor
del chamán es cristalizar la presencia. El poder para condesar la realidad dentro de un espacio, usando su propio cuerpo como el único catalizador.
El segundo es de Waldman (Feminafesto: Torques de la Lengua y Archivo y Antropoceno):
Considero que nuestros cuerpos son un asunto ético. El último límite de resistencia que tengo es mi cuerpo, dice Foucalt. El cuerpo es radicalmente no cartesiano. Habla consigo mismo en retroalimentación continua. El cerebro no es el estratega central. Hay una sensación interior sobre cómo el cuerpo está ubicado en el paisaje y en el espacio –incluyendo movimientos visuales y táctiles, imaginación y poesía—. Esto es propriocepción, una obsesión del poeta Charles Olson, quien la vio como camino ‘de entrada’. Proprius –propio, y percepción. Percepción del propio cuerpo en este eficaz tiempo y espacio de alerta.
Energía, cuerpo, una voz o flama que no se extingue. Atendamos al espectáculo sensorial de Anne Waldman.
Video:
(Archivo de PennSound de Anne Waldman, con grabaciones de 1969-fecha)
http://writing.upenn.edu/pennsound/x/Waldman.php