Carmen Giménez Smith es oriunda de la ciudad de Nueva York pero creció en San José, California. Sus poemarios son Odalisque in Pieces, The City She Was, Goodbye, Flicker: Poems y Milk and Filth. También es autora de la memoria Bring Down the Little Birds: On Mothering, Art, Work, and Everything Else. Es coeditora de la antología Angels of the Americlypse: An Anthology of New Latin@ Writing.
Giménez Smith recibió el American Book Award en 2011 por su memoria Bring Down the Little Birds: On Mothering, Art, Work, and Everything Else, y el premio Juniper de poesía en el mismo año, por Goodbye, Flicker: Poems. Asimismo, es editora de Noemi Press.
El trabajo de Carmen refleja una gran atención a la voz de las mujeres: cuestiona estereotipos, figuras mitológicas y populares. Invita al lector a repensar eso que hemos asimilado, revisitando diversas figuras, desde la Virgen de Guadalupe hasta Dios. De igual forma, reevalúa construcciones sociales y reta al lector a mirar desde otra perspectiva, una revalorada y consciente. Sus poemas son, por momentos, irreverentes, pero nunca merman el interés por la lectura del siguiente poema. Para esta ocasión he seleccionado y traducido, “Cuando Dios era mujer” y “[EL TELÉPATA ACONSEJA A GUADALUPE]”.
Cuando Dios era mujer
Cuando Dios era mujer el imperio era ¡Uy! Cuando Dios era mujer, construíamos escuelas para Escuchar y cada semana nos sentábamos silenciosamente hasta que pudiéramos leer los pensamientos de cada uno de nosotros.
No había sombras cuando Dios era mujer. Las niñas pequeñas tenían gran dominio y las abuelas eran veneradas. El cielo era el gigante rugido de su interior.
La gracia de Dios significaba fluir como un sauce. Así fue cuando Dios era mujer.
Hacía bromas inofensivas porque le gustaba que las cosas fueran ligeras. Hacía que lloviera en los días que arreglábamos nuestro pelo. Cuando conocía a alguien que parecía simpático y un poco misterioso lo invitaba al cielo.
Luego volvía ciega a su hija por una semana que en retrospectiva era un poco cruel mas su hija hizo lo mejor que pudo con eso.
[El telépata aconseja a Guadalupe]
Vuelas a tus deberes, reina supernatural pero tus transgresiones te atan al limbo. Te aferras al conflicto porque el gusano de la colonización está enterrado muy dentro de ti y, ¿no sabrías quién vino a definirte? El destino es ironía. Tú técnicamente estás sin hijos, madre exenta, más amarrada a los rituales de sangre que a la familia y así este trabajo te satisface. Te gustaría rebajarte a humano. Y, ¿después qué? Amoralidad, osteoporosis y ni siquiera un estuario de mármol para la eternidad.
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