Rachel
 Wetzsteon

 

No. 101 / Julio-Agosto 2017





 

 


Rachel Wetzsteon
(1967-2009)

Traducción de Daniela Birt


Nació en Nueva York el 25 de noviembre de 1967. Se graduó de la Universidad de Yale en 1989 donde estudió Literatura. Posteriormente hizo estudios de posgrado en Universidad Johns Hopkins y un doctorado en la Universidad de Columbia. Su trabajo apareció en muchas publicaciones incluyendo el New Yorker, The Paris Review, The Nation y The Village Voice. Fue editora de poesía en The New Republic. Wetzsteon se suicidó el 25 de diciembre de 2009. Desde 2010 un premio de escritura se ha ofrecido en su memoria en el Departamento de Literatura de la Universidad de Columbia.



Seventh Sunday

Since you were not Hume’s sunrise
I watch the late-May moonrise alone

and a nicotine trance assures me
that summer is coming, and the arrival

of painted toenails; that at last
I truly understand aubades

and James Stewart’s vacant hospital gaze
after his wits have vanished with his love;

that the transmigration of bruises
from skin to spirit brings about

such splendid depths of character
you’ll drop a dime and never hear a sound.

Clouds race across the moon’s pale face.
I have character to spare, it is

no comfort; I will write us down,
making nothing happen, it won’t repair

this ache of failed induction, these eye
that live for sunlight, though the sky stays dark.


Séptimo domingo

Ya que no eras el amanecer de Hume*
 
veo a la luna de fin de mayo salir sola

y un trance de nicotina me asegura
que el verano allí viene y la llegada

de las uñas pintadas; que por fin
entiendo de verdad las alboradas 

y la mirada vacía, de hospital de James Stewart
después de que su ingenio desapareció con su amor;

que la transmigración de los moretones
de la piel al espíritu produce

tan espléndidas profundidades de carácter
que dejarás caer un centavo y no habrá sonido alguno.

Las nubes corren sobre la pálida cara de la luna.
Yo tengo carácter de sobra, no es

confort alguno; voy a escribirnos,
sin que pase nada, pues no reparará

este dolor de iniciación fallida, estos ojos
que viven para la luz solar, aunque el cielo permanezca oscuro.



After Eden

Somewhere Zeno was smiling, the foul
goblins of paradox were wearing
their fairest clothes that night. My Dinner
with a Chainsaw, the evening could have
been called; and when one too many led
to wise judgements too few, “I’m trying
to break up with you!” he shouted as
stockings and scruples flew; and what was
over wasn’t; the brutal doings
were sweeter than a caress; the thrill
of it happening and the horror
of it being an awful mistake
collided like sweaty bodies in
the dark, disheveled room. So this is
moving on, she reflected after
he left. But what was motion? No straight
bright line but a wind every bit as
stormy as the people it carried
away from safety, through towns that froze
and burned, helping them forward but not
letting them forget for a second
their ceaseless looking for what is lost,
their sad resemblance to the quick and
stubborn arrows that never arrive.


Después del edén

En algún lugar Zenón sonreía, los fétidos
duendes de las paradojas usaban
sus mejores ropas esa noche. Mi Cena
con la Motosierra, la noche podría
haber terminado y cuando un demasiado
llevó a muy pocos juicios prudentes, “¡Estoy tratando
de romper contigo!”, él gritó mientras
las medias y los escrúpulos volaban; y lo que 
estaba terminado no lo estaba; las acciones brutales
eran más dulces que una caricia; la emoción
de que estuviera sucediendo y el horror
de que fuera un error terrible
chocaron como cuerpos sudorosos en
el cuarto oscuro y desarreglado. Así es que
esto es seguir adelante, ella reflexionó después
que él salió. Pero, ¿qué era seguir adelante? No una línea
derecha y brillante sino un viento tan
tempestuoso como la gente que se llevaba
lejos de la seguridad, a través de pueblos congelados
y quemados, ayudándolos a avanzar pero sin
dejarlos olvidar por un segundo
su búsqueda incesante de lo perdido,
su triste semejanza con las rápidas y
obstinadas flechas que nunca llegan.



Love and Work

In an uncurtained room across the way
a woman in a tight dress paints her lips
a deeper red, and sizes up her hips
for signs of ounces gained since yesterday.

She has a thoughtful and a clever face,
but she is also smart enough to know
the truth: however large the brain may grow,
the lashes and the earrings must keep pace.

Although I’ve spread my books in front of me
with a majestic air of I’ll show her,
I’m much less confident than I’d prefer,
and now I’ve started pacing nervously.

I’m poring over theorems, tomes and tracts.
I’m getting ready for a heavy date
by staying up ridiculously late.
But a small voice advises, Face the facts:

go on this way and you’ll soon come to harm.
The world’s most famous scholars wander down
the most appalling alleyways in town,
a blond and busty airhead on each arm.

There is an inner motor known as lust
that makes a man of learning walk a mile
to gratify his raging senses, while
the woman he can talk to gathers dust.

A chilling vision of the years ahead
invades my thoughts, and widens like a stain:
a barren dance card and a teeming brain,
a crowded bookcase and an empty bed...

What if I compromised? I’d stay up late
to hone my elocutionary skills,
and at the crack of dawn I’d swallow pills
to calm my temper and control my weight,

but I just can’t. Romantics, so far gone
they think their lovers live for wisdom, woo
by growing wiser; when I think of you
I find the nearest lamp and turn it on.

Great gods of longing, watch me as I work
and if I sprout a martyr’s smarmy grin
please find some violent way to do me in;
I’m burning all these candles not to shirk

a night of passion, but to give that night
a richly textured backdrop when it comes.
The girl who gets up from her desk and dumbs
her discourse down has never seen the flight

of wide-eyed starlings from their shabby cage;
the fool whose love is truest is the one
who knows a lover’s work is never done.
I’ll call you when I’ve finished one more page.


Amor y trabajo

En una habitación sin cortinas del otro lado
una mujer en un vestido ajustado pinta sus labios
de un rojo más profundo, y mide sus caderas
buscando señales de peso ganado desde ayer.

Ella tiene una cara pensativa e ingeniosa,
pero también es lo suficientemente inteligente para saber
la verdad: por muy grande que el cerebro se desarrolle,
las pestañas y los pendientes deben seguirle el paso.

Aunque he esparcido mis libros delante de mí
con un aire majestuoso de ‘yo le enseñaré’,
estoy mucho menos confiada de lo que preferiría,
y ahora he empezado a andar nerviosamente.

Estoy estudiando teoremas, tomos y folletos.
Me estoy preparando para una cita pesada
al permanecer despierta ridículamente tarde.
Pero una voz pequeña aconseja: enfréntate a los hechos:

sigue por este camino y pronto llegarás al daño.
Los eruditos más famosos del mundo vagan hacia abajo
de los callejones más espantosos de la ciudad,
con una rubia hueca y pechugona en cada brazo.

Hay un motor interno conocido como lujuria
que hace que un hombre de letras camine un kilómetro
para satisfacer sus instintos salvajes,
mientras la mujer con la que puede hablar se empolva.

Una visión escalofriante de los años venideros
invade mis pensamientos y se expande como una mancha:
un estéril carné de baile y un cerebro repleto,
libreros atascados y una cama vacía...

¿Qué pasa si cedo? Me quedaría hasta tarde
para perfeccionar mis habilidades elocutivas,
y al amanecer tragaría píldoras
para calmar mi temperamento y controlar mi peso,

pero no puedo. Los Románticos, ya tan pasados 
piensan que sus amantes viven para la sabiduría, conquistados
con el crecimiento de la sabiduría; cuando pienso en ti
encuentro la lámpara más cercana y la enciendo.

Grandes dioses del anhelo, mírenme mientras trabajo
y si me brota la sonrisa servil de un mártir
por favor encuentren alguna forma violenta de deshacerse de mí;
Estoy quemando todas estas velas no para esquivar

una noche de pasión, sino para dar a esa noche
un telón rico en texturas cuando llegue.
La chica que se levanta de su escritorio y atonta
su discurso nunca ha visto el vuelo

de asombrados estorninos desde su jaula destartalada;
el tonto cuyo amor es más verdadero es el
que sabe que el trabajo del amante nunca termina.
Yo te llamo cuando haya terminado una página más.

 

 

* El filósofo escocés David Hume proponía, entre su filosofía de escepticismo filosófico, que un evento pasado recurrente no necesariamente va a presentarse en el futuro salvo en el terreno de «la creencia», pues su recurrencia histórica no es una garantía a futuro, sino el resultado de un hábito inductivo.