No. 102 / Septiembre 2017



Dos odas de Horacio


Traducción de Omar García


 'Donec gratus eram tibi
nec quisquam potior bracchia candidae
cervici iuvenis dabat,
Persarum vigui rege beatior.'
'Donec non alia magis              
arsisti neque erat Lydia post Chloen,
multi Lydia nominis,
Romana vigui clarior Ilia.'
'Me nunc Thressa Chloe regit,
dulcis docta modos et citharae sciens,              
pro qua non metuam mori,
si parcent animae fata superstiti.'
'Me torret face mutua
Thurini Calais filius Ornyti,
pro quo bis patiar mori,              
si parcent puero fata superstiti.'
'Quid si prisca redit Venus
diductosque iugo cogit aeneo,
si flava excutitur Chloe
reiectaeque patet ianua Lydiae?'              
'Quamquam sidere pulchrior
ille est, tu levior cortice et inprobo
iracundior Hadria,
tecum vivere amem, tecum obeam lubens.'


III, 9

Mientras te era grato
Y ningún joven preferido
Abrazaba tu blanco cuello,
Viví más feliz que el rey de los persas.
Mientras no ardiste por otra,
Ni estaba Lidia detrás de Cloe,
Lidia de gran renombre,
Viví más ilustre que Ilia la romana.
Ahora me domina la tracia Cloe,
Experta en dulces melodías y conocedora
De la cítara, por la que no temeré morir,
Si los hados se apiadan de mi alma que sobrevive.
El hijo de Ornito de Turios, Calas,
Me quema con una mutua antorcha,
Por quien soportaría morir dos veces,
Si los hados se apiadan de mi muchacho que sobrevive.
¿Y qué si vuelve la Venus de antes
Y reúne con yugo de bronce a los que fueron separados,
Si la rubia Cloe fuera expulsada
Y se abre la puerta para la rechazada Lidia?
Aunque aquél es más bello que una estrella,
Y tú más ligero que un corcho y más
Irascible que el malvado adriático,
Contigo amaría vivir, contigo moriría gustosa.

I, 2

Iam satis terris nivis atque dirae
grandinis misit Pater et rubente
dextera sacras iaculatus arces
     terruit Urbem,
terruit gentis, grave ne rediret             
saeculum Pyrrhae nova monstra questae,
omne cum Proteus pecus egit altos
     visere montis,
piscium et summa genus haesit ulmo,
nota quae sedes fuerat columbis,              
et superiecto pavidae natarunt
     aequore dammae.
Vidimus flavom Tiberim retortis
litore Etrusco violenter undis
ire deiectum monumenta regis              
     templaque Vestae,
Iliae dum se nimium querenti
iactat ultorem, vagus et sinistra
labitur ripa Iove non probante
     uxorius amnis.                                      
Audiet civis acuisse ferrum,
quo graves Persae melius perirent,
audiet pugnas vitio parentum
     rara iuventus.
Quem vocet divum populus ruentis              
imperi rebus? Prece qua fatigent
virgines sanctae minus audientem
     carmina Vestam?
Cui dabit partis scelus expiandi
Iuppiter? Tandem venias precamur,              
nube candentis umeros amictus,
     augur Apollo,
sive tu mavis, Erycina ridens,
quam Iocus circumvolat et Cupido,
sive neglectum genus et nepotes              
     respicis, auctor,
heu nimis longo satiate ludo,
quem iuvat clamor galeaeque leves,
acer et Mauri peditis cruentum
     voltus in hostem,                                       
sive mutata iuvenem figura
ales in terris imitaris, almae
filius Maiae, patiens vocari
     Caesaris ultor.
Serus in caelum redeas diuque              
laetus intersis populo Quirini,
neve te nostris vitiis iniquum
     ocior aura
tollat; hic magnos potius triumphos,
hic ames dici pater atque princeps,              
neu sinas Medos equitare inultos
      te duce, Caesar.


I, 2

Ya el padre envió a las tierras
Suficiente de nieve y cruel granizo
Y con la diestra enrojecida,
Habiendo asaeteado las ciudades
Sagradas, aterró la urbe,
Aterró los pueblos para que no regresara
El terrible siglo de Pirra, quien lamentó nuevos
Fenómenos, cuando Proteo llevó todo su ganado
A visitar lo alto de los montes y la raza de los peces
Se adhirió a lo más alto del olmo, lugar que había
Sido conocido para las palomas y, arrojado
El mar a lo alto, aterrados nadaron los gamos.
Vimos que el dorado Tiber, revueltas violentamente
Las olas desde el litoral etrusco, iba a derribar
Los monumentos del rey y los templos de Vesta,
Mientras se lanza como vengador de Ilia,
Que se lamenta demasiado, errante se desliza
Por la rivera izquierda el río complaciente
De su esposa, sin que lo apruebe Júpiter.
Escuchará el ciudadano que el hierro fue afilado,
Para que mueran mejor los pesados persas,
La escasa juventud escuchará las peleas
De los padres a causa de un defecto.
¿A qué dios llama el pueblo en los asuntos
De un imperio que se arruina? ¿Con qué suplicas
Fatigan las santas vírgenes a Vesta,
Quien no escucha sus cantos?
¿A quién culpará Júpiter del crimen
Para purificar una parte? Suplicamos que vengas
Finalmente, cubiertos sus hombros brillantes
Por una nube, augur Apolo.
O si tú prefieres, ericina risueña,
A quien circundan el juego y el deseo,
O si tú, padre, vuelves a mirar tu linaje
Despreciado y a tus nietos,
Ay, muy saciado por el largo juego,
A quien le agrada el clamor y los cascos ligeros,
Y el acre rostro moro que va a pie
Contra el enemigo cruento,
O si cambiada la figura alada,
Imitas a la juventud en la tierra,
Hijo de la indulgente Maya, quien
Soporta ser llamado el vengador de César.
Que, despacio, vuelvas al cielo y que en el día
Estés alegre entre el pueblo de Quirino,
O sino que surjas de nuestros vicios inicuamente
Más veloz que las auras;
Qué ahí ames más los triunfos grandes,
Que ahí ames ser llamado padre y príncipe,
Y que no permitas que los medos cabalguen
Impunes, mientras tú seas general, César.