No. 102 / Septiembre 2017
“El ojo límpiale con el codo” de Pedro Serrano
“El día del derrumbe” [fragmento] de Juan Rulfo
“El puño en alto” de Juan Villoro / “Fist held high” traducción de Richard Gwyn
“85/17” de Juan Gutiérrez-Maupomé
“Ja të´ëjk myijawyën” / “Primera construcción” de Juventino Gutiérrez
“19.09.17” de Sandra Lorenzano
“Gardenia 35 (1985 y todo eso)” por Carlos López Beltrán
“Notas después del S19 2017” por Emma Julieta Barreiro
“(Otro) 19S” por Ana Romero
“[JE VOYAIS BIEN QU'ON DECHIRAIT TOUT...]” por Jean Portante
Ana Romero
(Otro) 19S
Yo no he visto las puertas de Tannhauser.
Pero sí a una señora que, sin hogar, aventó todas sus pertenencias, contenidas en una cobija para ir a ayudar a otra que llevaba tremenda carga de tamales para regalar.
Vi también a un hombre con un saco negro, lleno de pelusa, ayudando a llegar al baño a una señora mayor en bata y pantuflas dispares.
Vi marinos rompiéndose el alma;
perros jugando a que nos salvaban la vida;
scouts omnipresentes, llenos de voluntad y de sabiduría organizativa;
policías de tránsito deshidratadas y exhaustas, poniéndose al tiro con traileros rijosos.
Vi jóvenes saliendo, literalmente, de debajo de las piedras para levantar a un país que en muchos sentidos les ha dado la espalda.
Vi lo que vimos todos y lloré (lloro), como todos, lo que nunca había llorado.
Yo no he visto las puertas de Tannhauser pero vi la tragedia y el portento de la generosidad en sus mayores expresiones.
Que nuestras lágrimas no se pierdan y sirvan para construir un nuevo México, uno mejor.
Que una vez pasado el insomnio, el agujero en la panza, el miedo en los huesos y el nudo en la garganta; podamos ser la versión generosa, solidaria y anárquica que empezamos a ser el 19 de septiembre de 2017.
(Otro) 19S
Yo no he visto las puertas de Tannhauser.
Pero sí a una señora que, sin hogar, aventó todas sus pertenencias, contenidas en una cobija para ir a ayudar a otra que llevaba tremenda carga de tamales para regalar.
Vi también a un hombre con un saco negro, lleno de pelusa, ayudando a llegar al baño a una señora mayor en bata y pantuflas dispares.
Vi marinos rompiéndose el alma;
perros jugando a que nos salvaban la vida;
scouts omnipresentes, llenos de voluntad y de sabiduría organizativa;
policías de tránsito deshidratadas y exhaustas, poniéndose al tiro con traileros rijosos.
Vi jóvenes saliendo, literalmente, de debajo de las piedras para levantar a un país que en muchos sentidos les ha dado la espalda.
Vi lo que vimos todos y lloré (lloro), como todos, lo que nunca había llorado.
Yo no he visto las puertas de Tannhauser pero vi la tragedia y el portento de la generosidad en sus mayores expresiones.
Que nuestras lágrimas no se pierdan y sirvan para construir un nuevo México, uno mejor.
Que una vez pasado el insomnio, el agujero en la panza, el miedo en los huesos y el nudo en la garganta; podamos ser la versión generosa, solidaria y anárquica que empezamos a ser el 19 de septiembre de 2017.