Carlos de Oliveira |
No. 102 / Septiembre 2017
Carlos de Oliveira
(1921-1981)
Traducción de Álvaro Cortés
Trago notícias da fome
que corre nos campos tristes:
soltou-se a fúria do vento
e tu, miséria, persistes.
Tristes notícias vos dou:
caíram espigas da haste,
foi-se o galope do vento
e tu, miséria, ficaste.
Foi-se a noite, foi-se o dia
fugiu a cor às estrelas:
e, estrela nos campos tristes,
só tu, miséria, nos velas.
El caminante
Traigo noticias del hambre
que corre en los campos tristes:
se soltó la furia del viento
y tú, miseria, persistes.
Tristes noticias les doy:
del mástil cayeron espigas,
se fue el galope del viento
y tú, miseria, no declinas.
Se fue la noche, se fue el día
huyó el color a las estrellas:
y, estrella en los campos tristes,
sólo tú, miseria, nos velas.
Terra vista dos astros, breve e nua,
a luz de azebre flutua
lembrando qualquer coisa violada
que à lenta luz boiasse, abandonada.
Como a madeira onde o caruncho brame,
vermes ressoam pelo imenso fluido
e um murmúrio apavorado flui do
planeta, como se rangesse entre dentes de arame.
Andam os mortos enfeitando-se ao frio,
servindo-se das árvores para ter cabelos;
deslizam ao fulgor das estrelas, loiros, amarelos,
e fitam-se no tempo, ou no espelho dum rio?
As florestas que daqui conheço, minerais,
são as manchas da terra alucinadas,
cardumes de mendigos ao poente das estradas,
nódoas só para os olhos astrais.
No silêncio longínquo das sementes
apenas se ouve germinar o eco
de multidões remotas e dementes
uivando sobre um campo curvo, seco.
E esses clarões visíveis
que recordam o enxofre na garganta dos vulcões
são os senhores da guerra e os seus canhões,
as forjas de Wall Street e os vulcanos temíveis.
Já o fulgor mortal, azeitado,
dum presumível gás
alastra sobre o astro deitado
na suspensão intáctil em que jaz.
E a nuvem cor de verdura apodrecida,
forma uma névoa sufocante,
vai, gradual, tornando dúbia e hesitante
a hipótese da vida.
Lá onde é possível, mais
que em qualquer outro chão do espaço sujo,
erguer sobre alicerces excepcionais
a pátria do refúgio.
Pesadilla
Tierra vista de los astros, breve y desnuda,
la luz de cardenillo fluctúa
recordando cualquier cosa violada
que a la lenta luz flotase, abandonada.
Como la madera donde la polilla brame,
gusanos resuenan por el inmenso fluido
y fluye del planeta un murmullo espavorido,
como si rugiese entre dientes de alambre.
Andan los muertos adornándose al frío,
sirviéndose de los árboles para tener cabellos;
deslizan al fulgor de las estrellas, rubios, amarillos,
y se fijan en el tiempo, ¿o en el espejo de un río?
Los bosques que de aquí conozco, minerales,
son las manchas de la tierra alucinadas,
cardumes de mendigos al poniente de las calles,
mácula sólo para los ojos astrales.
En el silencio lejano de las simientes
apenas se oye germinar el eco
de multitudes remotas y dementes
aullando sobre un campo curvo, seco.
Y esos claros visibles
que recuerdan el azufre en la garganta de los volcanes
son los señores de la guerra y sus cañones,
las faenas en Wall Street y los vulcanos temibles.
Ya el fulgor mortal, aceitado,
con un presumible gas
alastra sobre el astro recostado
en la suspensión intacta de su faz.
Y la nube verdosa y podrida,
forma una neblina sofocante,
va, gradual, tornando dudosa y vacilante
la hipótesis de la vida.
Allá donde es real,
más que en cualquier otro suelo del espacio sucio,
erguir sobre cimiento excepcional
la patria del refugio.
Podia ser a névoa habitual da noite, os charcos cintilantes, o luar trazido por um golpe de vento às trincheiras da Flandres, mas não era. Quando acordou mais tarde num hospital da retaguarda, ensinaram-no a respirar de novo. Lentas infiltrações de oxigénio num granito poroso, durante anos e anos, até à imobilidade pulmonar das estátuas.
Hoje, um dos seus filhos sobe ao terraço mais obscuro da cidade em que vive e olha o passado com rancor. O sangue bate, gota a gota, na pedra hereditária dos brônquios e ele sabe que é o mar contra os rochedos, a pulsação difícil das algas ou dos soldados mortos nessa noite da Flandres.
As imagens latentes, penso eu, porque sou eu o homem na armadilha do terraço difuso, entrego-as às palavras como se entrega um filme aos sais da prata. Quer dizer: numa pura suspensão de cristais, revelo a minha vida.
Look Back In Anger
Podía ser la niebla habitual de la noche, los charcos centelleantes, la luz de luna traída por un golpe de viento a las trincheras de Flandes, pero no era. Cuando despertó más tarde en un hospital de la retaguardia, le enseñaron a respirar de nuevo. Lentas infiltraciones de oxígeno en un granito poroso, durante años y años, hasta la inmovilidad pulmonar de las estatuas.
Hoy, uno de sus hijos sube a la terraza más oscura de la ciudad en que vive y mira el pasado con rencor. La sangre golpea, gota a gota, en la piedra hereditaria de los bronquios y él sabe que es el mar contra los peñascos, la pulsación difícil de las algas o de los soldados muertos en esa noche de Flandes.
Las imágenes latentes, pienso yo, porque yo soy el hombre en la trampa de la terraza difusa, las entrego a las palabras como se entrega una película a los haluros de plata. Es decir: en una pura suspensión de cristales revelo mi vida.
1 Mãe Pobre (1945)
2 Colheita Perdida (1948).
3 Sobre o lado esquerdo (1968).