“Los nuevos aeroplanos” de Cuadrivio
Paulina Severo
El pasado 12 de octubre la Casa del Poeta Ramón López Velarde abrió sus puertas para el círculo de lectura “Los nuevos aeroplanos”, a cargo de la editorial Cuadrivio. Dicho evento incluyó los trabajos de ocho jóvenes poetas. El Café-Bar Las Hormigas me parece un excelente lugar para la lectura en voz alta; al llegar me sorprendió la gran cantidad de gente que se había reunido, y poco después pude notar que todos eran amigos de los poetas, y aparentemente yo era la única persona que no tenía una relación directa con ellos. Por lo cual opté por sentarme en una de las pocas sillas vacías que quedaban a un costado de la barra del fondo, para tomar un café mientras el resto tomaba cerveza, y tomar notas mientras el resto tomaba fotos.
El primer poeta en presentarse fue José Pulido, quien logra crear en sus escritos imágenes burdas por medio de la repetición de adjetivos. José P. Serrato, el segundo poeta, nos mostró su más reciente trabajo, el cual compuso para unos conocidos quienes acaban de perder a su hija; dicho poema me pareció precioso, pues refleja a la perfección la incertidumbre que existe ante la muerte y la soledad. El resto de los poemas que leyó fueron largos y bien elaborados; me interesaron por el toque personal que logra impregnar en la continua referencia a paisajes urbanos.
La primera poeta en presentarse, que me pareció la de voz más particular y aguda de este evento, fue Fátima López, quien además de dedicarse a la poesía, es también actriz, directora de teatro y dramaturga, lo cual se ve perfectamente reflejado en su manera de recitar. Escuchar los poemas por la voz de sus propios autores siempre es una experiencia única, sumado a que Fátima posee una voz especialmente melódica. En su trabajo me parece que la pregunta “¿qué significa ser mujer?” está muy presente dentro de las escenas eróticas que detalla; las imágenes que crea, además de formar bellas aliteraciones, parecen ir y venir en la imaginación de los oyentes. Sus poemas no son feministas, pero son muy femeninos.
Por su parte, Inés García nos mostró unas rimas más clásicas, lo cual viene bien como contrapunto al verso libre; para ser primeriza en el campo de la poesía, debo decir que promete mucho.
Después de un descanso de quince minutos, cuatro nuevos poetas subieron al pódium para presentar sus poemas. El primero fue Francisco Sepúlveda, ingeniero industrial además de poeta; el universo es un tema predilecto en su trabajo, al cual dota de múltiples significaciones, al mismo tiempo que juega con su relación con la figura del poeta. El problema que encuentro en su trabajo es que parecería que el escritor no acaba de dominar el formato tan corto de los poemas; pienso que en su caso dos versos no resultaron suficiente para que el oyente pueda descifrar o intuir la vastedad que pueden esconder las pocas palabras. Los poemas más elaborados tienden a ser dispersos, es complicado captar todas las imágenes que están presentes, pero supongo que en esto mismo se halla su peculiaridad; finalmente, sus poemas son un agradable caos, como un universo.
Valeria Guzmán, egresada de Letras, también hace referencia a los paisajes urbanos que tanto conocemos, a estos que odiamos durante ciertas horas del día y amamos por la noche. Me interesó, principalmente, su poema sobre Ciudad Universitaria, pues da una imagen muy diferente, y a mi parecer más acertada, de la que se suele tener: la plasma como una mentira de una forma muy particular. El poema que escribió para su mentor fue muy emotivo y sirvió como un buen cierre a su ponencia.
Después, Aline Doniz presentó su trabajo, al cual calificó como “intentos y desastres”. Me parecieron muy interesantes los paisajes libaneses que retratan situaciones y belleza distintas a la que solemos apreciar. Su visión se centra en las mujeres, la guerra y el miedo; plasma imágenes con palabras sutiles pero muy ingeniosas; todo con un toque único.
Por último, Hersón Barona leyó sus satíricos, sagaces y chilangos poemas. Dentro de los versos más ingeniosos esconde una clara crítica a la esencia del poema mexicano, a la soledad, a las nuevas formas de convivencia y, por supuesto, al amor y la muerte. Me cautiva cómo vuelve un poema de amor en una carta de desprecio. Con él compruebo mi hipótesis de que es necesario romperle el corazón a los poemas para que se vuelvan mejores. Antes de terminar, Hersón comentó que el edificio donde había trabajado otros de sus poemas quedó inhabilitado después del sismo del pasado septiembre, así que pronto podremos leer un nuevo poema referente a este trágico suceso.
Y así concluyó la presentación, a lo largo de la cual llegaron más y más personas que saludaban con la mano a sus amigos cuando subían al escenario; el pequeño café estaba lleno y las sillas que los meseros improvisadamente colocaron entre mesa y mesa no fueron suficientes. Aun así todos pudimos disfrutar de más de una hora de poesía, bebidas baratas y un placentero ambiente nocturno en la Roma.