No. 104 / Noviembre 2017


Poéticas de la Negatividad
 
 
El poema o extraño territorio1
 


Ana Franco Ortuño

Todo objeto cuyo fin ignoramos es, provisoriamente, un monstruo.
J.L. Borges

Bajo el régimen de la teoría, vivir no es suficiente, uno debe demostrar que vive,
debe hacer una performance del estar vivo. Sostendré ahora que, en nuestra cultura,
es el arte el que performa este saberse vivo.
Boris Groys


Llámese como se llame a la actualidad ꟷposmodernidad,2 hipermodernidad, modernidad líquida, posverdad, etcéteraꟷ, seguimos necesitando definirnos y describir los modos en que nos relacionamos.

Vivimos la ilusión del núcleo en medio del desencanto de la institucionalidad (burócrata y fraudulenta), lo cual nos impide reorganizar un sistema dialógico –no solo de comunicación y en pleno auge de medios, que resulta en otra de las ironías del presenteꟷ; y al obtener una respuesta, corremos como hormigas después de un zapatazo, porque no es lo que queremos escuchar, y nada se parece a lo que nos dijeron.

Perdidos el centro y el control (pese a los nostálgicos, los fundamentalistas, los verticales), lo que se conserva (en las grandes ciudades, por ejemplo) puede parecernos monstruoso o, al menos, deforme. No sabemos qué hacer con el presente.

En este contexto, arte y poesía han abierto las formas de relacionar sus materias primas con todo lo que se les acerque; voraces, proponen aprovechar el movimiento y los intercambios. Y a partir de la constante reflexión de su hacer, con la teoría a modo de metatexto, en un performance cotidiano construyen con el acto, el ejercicio de estar vivos.

Para Ortega y Gasset, el hecho de formular la pregunta por el ser implica una rotura en el sistema de creencias y, por lo tanto, la pérdida del sistema que otorga estabilidad (Ferrater Mora, 1983). Sistema tan necesario en la construcción de identidades o de cuestiones identitarias.3

La formulación misma pone en alerta los criterios de ‘realidad’ que necesitamos, y en el lenguaje encontramos el fenómeno del nombramiento, que me interesa no en sentido religioso ni como ley, sino como constituyente poético y como acto.

Del sujeto a la identidad se estableció una ruta que facilitaba un esquema hegemónico de dominación (patriarcal), evidentemente conflictiva en periodos de inestabilidad y cuestionamiento como el nuestro; en ambas situaciones (definición o inestabilidad y rotura) la palabra es determinante: el discurso construye, engaña, deconstruye.

La suspensión de lo definido puede resultar insoportable porque necesitamos de la tranquilidad de un mundo nombrado, incluso si la realidad no se le parece, así que hay quien prefiere regresar a los viejos discursos, aferrarse a ellos, y que todos paguen los costos de la repetición de la historia.

Los pliegues del lenguaje y los territorios neutros o desconocidos resultan ser un espacio extraño desde el cual debemos considerar la reconstrucción de subjetividades. Pero le tenemos miedo a suspendernos (a pender, como el colgado del tarot) y aceleramos la vuelta a condicionamientos culturales, endurecidos por la mediatización de discursos políticos, vacíos en la rueda fraudulenta de su repetición sexenal; promesas que dejan con la consciencia tranquila a una mayoría de ilusionados votantes.

Algún candidato mexicano entiende este lenguaje de promesas como ‘poesía’, y declara, pomposamente, que es tiempo de ‘prosa’. Por prosa entiende, supongo, el rancio lenguaje racional al que apela, con dejos de saturación y materialismo utilitario. Se trata de un comentario que él mismo no alcanza a comprender, con el que garantiza una vuelta al, tan echado de menos, ‘orden de lo establecido’ y a los ‘viejos valores’.

De la llamada “muerte de la historia” ꟷque reconoce que el entramado de verdad ha sido interpretativo y por lo tanto, con un alto contenido de ficcionesꟷ; y del análisis complejo de figuras retóricas como reflejos ontosociales (por ejemplo, lo metafórico en Derrida o las analogías en De Man) se posibilita una lectura que pone en jaque los términos de verdad y realidad ꟷde los que se adueñaron, sobre todo, la historia y la filosofíaꟷ, y se otorga un nuevo lugar a lo poético. Esto tampoco es nuevo, hablamos ya ꟷvalga el datoꟷ, por lo menos, de todo el siglo XX.

El poema se reconoce como herramienta central del pensamiento que implica elementos fundamentales de indeterminación y subjetividad, negados durante los siglos en que ‘el hombre’ se describió en términos racionalistas4 (con el poeta expulsado de la República, figura o lugar común que es importante precisar5).

En este terreno, blando y extraño del arte, es posible considerar al texto poético como conformador de un ser interpelado durante su estancia en el texto (poema-voz como espacio-tiempo), en tanto que la interpelación implica un elemento constituyente de identidades. El poema y el arte, de la mano de la teoría, convocan al ejercicio de vivir en un absoluto reconocimiento del presente, en la construcción de un “sujeto performativo”, que “está constituido por el llamado a actuar, a manifestarse como vivo”.6

La reflexividad (atención al llamado) que conforma la consciencia de ser, no tiene que ver con una subordinación frente a la orden de ley (el viejo discurso, sus engaños, sus vacíos), sino con una participación del fenómeno artístico, lo que no implica siempre un espacio de placer, sino un sitio de conflicto: el poema como territorio estallado (extraño), que me habla y me inquieta y que como tal, ofrece la posibilidad vital de saberse en un lugar desconocido y por nombrar.

La interpelación no sería una figura determinada (retórica), pero sí su incomodidad, un determinante del intercambio de sentidos que se suscita en el poema y que es constructor de un nuevo yo, posiblemente aterrado, pero andante y participativo, en la construcción de un mundo que tiene la esperanza del renombramiento. Somos impacientes con la reconformación del presente y, sin embargo, es necesario participar y observar, aprender a esperar y a suspendernos, para que tome su sitio y acaso defina una nueva secuencia de palabras.

Podemos cuestionar si los ideologemas del discurso funcionan como figuras (en sentido de su materialización: la promesa mil veces traicionada que convence), y afectan la significación a nivel individual, consciente o inconsciente; podemos cuestionar de qué manera el sujeto se politiza durante el trayecto de recepción, al dejarse convencer en la (re)lectura-visualización del discurso determinado, frente al que se deja engañar porque lo tranquiliza; o cuestionar si estamos dispuestos a generar un movimiento de sí frente a sí, en el desconocimiento de un código ajeno y novedoso en la otredad del hacer, que al final nos modifique y renueve.

Pese a que la figura es equívoca (la interpelación fracasa) debido a los marcos de apertura y vacío, o al suspenso mismo de la falta de respuesta, sigue siendo esta misma falta la que genera lecturas e interpretaciones individuales, la que construye un yo, en pro de la conformación del ser. De otro ser y de otra sociedad, fundamentada en cierta disposición a la incertidumbre y a la creatividad.

Garantizar la puerta falsa en la respuesta que nos deja tranquilos tiene un costo tan elevado, que hemos vuelto a ciertas formas de lo terrible, como el esclavismo, que prometían haberse superado.

Sigue siendo la falta de respuesta la que generará nuevos productos artísticos; generará personas que tengan la capacidad de hacer habitables nuestras monstruosas e incomprensibles ciudades, ofreciendo nuevas descripciones de estos territorios extraños que nos atañen, justamente por asombro y por extranjería.


BIBLIOGRAFÍA

BUTLER, Judith: Mecanismos psíquicos del poder. Teorías sobre la sujeción. Madrid, Cátedra, 2001.
CHARLES, Sébastien: El individualismo paradójico. Introducción en el pensamiento de Gilles Lipovetsky. (Trad. Antonio-Prometeo Moya) Barcelona, Anagrama, 2006.
DELEUZE, Gilles y Félix Guattari: “Rizoma” Introducción (Trad y notas de Coral Bracho) en Rev. UNAM, Vol. XXXII páginas centrales, núm. 2, oct 1977.
FERRATER Mora, José: Diccionario de Filosofía, Madrid, Alianza bolsillo 944, 945; 1989.
GROYS, Boris: “Bajo la mirada de la teoría”, en Arte en flujo. Ensayos sobre la evanescencia del presente. Caja negra, Buenos Aires, 2016.
HEIDEGGER, Martin: Arte y Poesía. (trad. Samuel Ramos) México, FCE, 11ª reimp. 2002.
HOUELLEBECQ, Michel: Ampliación del campo de batalla. (Trad. Encarna Castejón), Anagrama, Barc, 2a ed, 2003.
LANDA, Josu: Platón y la poesía. Tanteo. La Jaula abierta, México, 2017.
MARION, Jean Luc: "El interpelado". En Taula, quaderns de pensament, 13-14. (trad. Juan Luis Vernal) Revista del Departament de Filosofía de la Universitat de les Iles Baleares (UIB). Palma, 1990.



1 El primer borrador de este texto data de 2007 y fue publicado en 2010, en la revista Agulha. Revista de cultura. La versión que presento ahora es una versión que actualiza tanto referencias como puntos de vista.
2 “Aunque es posible que tal o cual escrito desempeñara algún papel, que el vanguardismo artístico o la entronización de la psicología tuvieran alguna influencia o que la pujanza de la igualdad surtiera su efecto, lo esencial es de otro orden … el consumo de masas y los valores que éste transmite (la cultura hedonista y psicologista) son los principales del paso de la modernidad a la posmodernidad, una mutación que puede fecharse en la segunda mitad del siglo xx” CHARLES, Sébastien: El individualismo paradójico. Introducción en el pensamiento de Gilles Lipovetsky. (Trad. Antonio-Prometeo Moya) Barcelona, Anagrama, 2006.
3 La identidad colectiva parte de la misma ilusión discursiva que la descripción del sujeto: cruce entre la autopercepción y la percepción. Lectura de referentes simbólicos imaginarios.
4 “Después de las catástrofes de que ha sido testigo el siglo XX, la razón ha perdido su dimensión positiva y se ataca en tanto que instrumento de dominio responsable y burocrático, y nuestra relación con los tiempos, y concretamente con el futuro, está ya marcada por esa crítica, aun cuando perduren en el fondo, restos del pasado optimismo, sobre todo en el plano tecnocientífico.” CHARLES, S: Op.Cit. 14.
5 Para comprender y puntualizar la figura del poeta expulsado de la República, recomiendo la lectura de Platón y la poesía, Tanteo, de Josu Landa (La Jaula abierta, México, 2017).
6 GROYS, B., pp. 42.




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