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Álvaro Miranda
(Santa Marta, Colombia, 1945)


DECIRES QUE BIEN NO SE SABE PUDIERON SER ESCRITOS POR EL MISMO DON SANCHO JIMENO, POR DON FRANCISCO DE MIRANDA O POR DON ANTONIO NARIÑO, EN EL CASTILLO DE BOCA CHICA DONDE LOS TRES, POR RAZONES Y TIEMPOS DIFERENTES O CASI IGUALES SI SE MIRA LA INTENCIÓN, FUERON PRISIONEROS. EN TODO CASO, SI NUEVOS CONDENADOS LLEGAN A ESTE LUGAR, QUE DIOS NOS AMPARE DE VER MORIR OTRA IGUANA COMO AQUÍ DICEN ESTAS PALABRAS QUE ACAECIÓ

Albatros sin fin, serafín siniestro:
la iguana viene a horcadas sobre el viento.
Cotuda iguana, la mar es tuya,
la brisa es tuya,
también es tuyo caramelo y jade,
tuya es la muerte que en la mar se aroma,
iguana buda, pacientísima señora:
leguas de mar sueña tu rostro:
Tuya la noche, el pecho en llama,
la cucaracha muerta,
la hormiga insigne.
Hoy me río de ti, se ríe el búho,
la hicotea plancha, el sabor del sueño.
Iguana, iguana, tu costruda piel,
se ríe el pico del gavilán pollero.
Iguana, iguana, cojo tu cola
y te cuelgo al techo
y tu bilis verdecita adentro,
cogotuda iguana,
caerá muy pronto en babaza al suelo.
Iguana, iguana, escupiré tu rostro,
Buda dorado de resplandor sereno.

Tu mansión iguana, tu mansión ahora,
escamosa y sola se quedará dormida.
Oh espadachín sin carne:
sobre el alto horcón yaces podrida.

Oh albatros sin fin, serafín siniestro:
te he contado a ti la historia
de la iguana y su tormento.
Albatros ven, ven, dame tu vuelo,
albatros, ven, ven, quiero otro cuento.

 

QUE HUBO LEBRIJA,
QUÉ CUENTA DE NUEVO
 
El cachicamo amamanta en sus conchas al verano;
la luz de los veranos es perla para el coco;
el coco es duro como el corazón del sapo;
la piel del sapo es salpullido para el río;
el río blanquea las yucas con el sopor del tiempo;
el sopor del tiempo brinca al corazón del viento;
el viento en los veranos se crecen con la tarde;

El límite del tiempo florece con la noche;
las noches y las tardes enhebran las mañanas;
la caspa del verano se arruncha entre las ubres de las vacas;

La piel de los veranos carcome la garganta de los hombres;
el hombre sueña la flor de los jacintos mirándose al guarapo;
la garganta se prende de molicie y escupe caliente salivazo;

El viento borra al saltamontes entre la cogitabunda garza  
las alas del verano se borran con el agua;
el agua el verano esparce el olor de los chigüiros;
los chigüiros crecen con la luz al pliegue del pantano;
la luz de los pantanos escribe con sus aguas las voces
de la ciénaga;

Las brisas mecen el vientre de las lluvias;
el vientre de las lluvias es frío como turma de marrano;
las patas del marrano trituran la clepsidra del rocío;
la acuarela del cumare se disuelve en las flechas de la lluvia;
el corazón del sapo engulle el corazón del día;
el día se agranda de muerte con la espera;
los nuches se beben la sangre del ganado en los palmiches;

El espumarajo del ganado ilumina al cagajón entre esfera;
el olor del cagajón zumba con el vuelo de los moscos;
los moscos fecundan las grietas de la tierra;
el aletear de la peste levanta toldos; los toldos soplan nubes
en la casa; las hamacas bambolean el ronquido del durmiente;
el durmiente se abraza al fantasma y a sus credos;

La noche se cuaja de estrellas y becerros;
la luna incendia la piel de los lagartos;
la piel de los lagartos se lleva la luna a la hojarasca;
la hojarasca se tulle de luna en los subfondos;
los subfondos se llenan de semen de babillas;
las babillas despiertan enroscadas de culebras;
las culebras se untan de noche por el monte;
el monte abrocha en sus fauces el pelo de los ponches;
los ponches clavan sus dientes mortuorios a la espera;
el pelo de los ponches se agria de amarillo
veneno de culebra; las culebras convulsionan de azul
en los planchones y se alejan;

Las ciénagas abrazan el reptar de las nubes en la tierra;
la tierra llena de noctámbulos grillos en las cuevas;
las cuevas murmullan epilépticas al ronquido del durmiente;
el durmiente hace caracoles de pasos entre el vapor y el
tiempo;

Las monas lazan a dúo sus gritos contar el tigre;
el tigre lleva entre sus uñas la agriera de los muertos;
los muertos apacientan dormidos por el río;
el río arrastra de los hombres su sombra entre las rayas;

Los gallos espolean la aurora en arco iris;
el arco iris amamanta el sol con el ordeño;
los cántaros de leche aroman a las mulas;
las mulas mascan la ribera del alba entre sus jetas;

El jinete levanta su sombrero y saluda
el helado infierno de la hambruna;
el día contesta con su tono azul entre la araña;
la araña tractora el silencio entre sus patas;
el tractor del hombre escribe
la biche vida entre el acero;
el tractor cascarea al comején;
la vida se siente buche de pichón peludo
y la mujer guarda en ella sus estrellas;

Las estrellas zapatean brillo de amor entre los hijos
y los sueños son sólo sueños, cascarita de arroz,
viento molido entre el pilón de nácar;

Las sabanas del día envuelven el perfume
del chusca con las caobas;
las caobas encierran los relámpagos;
el trueno recorta la silueta de la bestia
entre el resoplar del bagre;
la selva aprieta el dorso empajado del moriche;
las palmas chirrían las fibras astillosas de sus vértebras; el
grajo de la cucha rancia la leche en las tinajas; las bestias
ensartan la carroña entre sus dientes; la carroña cubre de pus
las pepas de los ojos;
la pus destila por el filtro de la lengua;

Los horcones ululan fugitivos la avalancha;
el fuego arde en el palmiche
ya se acerca de eternidad el nubarrón del cielo;
la llama tiembla prendida en el azul telón alucinada;
el crimen quiebra en espinazo las bayonetas;
la savia paga al rastrojo con la sangre;
la sangre la beben plácidas las bestias;
las bestias devanan la vida a sorbetazos;
el tiempo herido se parte en mantéales;
el manantial del llanto achicharra por siempre las cosechas;

La sonrisa se baja cacareando con el llanto,
machuca el pulso, se destripa;
la ceniza engrisa la mirada que
duerme tendida con la brisa;
la ceniza tuerce su boca entre las llagas;
el pensamiento piensa fosforito sus días;
la vida se hace bilis con el metal del diablo;
el horizonte enflecha la raíz del árbol en voltereta;
el mundo abatido se despierta;

Los pensamientos son luna llena por la noche;
los ecos son ecos de los ecos cuando borda la burda voz del
jornalero;

El jornalero cuchichea a la voz del amediero;
el amediero cuchichea a la voz de los tramperos;
los tramperos cuchichean al corazón de los trocheros;
la tierra los recibe, los aroma:
salamandra sedosa, bocachico baboso,
patio de anís, manzanilla en leche que refresca.

Los Guerreros amansan en sus ojos remolinos.
El remolino es Luzbel,
tempestad de fuego entre los soles,
arquero del trigo que despelleja lobos;

Lunas del Universo oteando al mundo,

Tempestad de bronces,
Calcio del mar soasando peces,
Arco de Odín persiguiendo muertos.

Hombres de acá,
vengadores desnudos
del otoño exentos,
crepúsculos al cenit eternos de la aurora,
Guerreros del pantano acuoso,
¡Álvaro Miranda,
en nombre del Lebrija saluda vuestras glorias!

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