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US Latino Poets en español
Por Xánath Caraza

Copatrocinado por el Smithsonian Latino Virtual Museum
 
us-latino-diana-garcia.jpgDiana García es profesora y poeta, nativa del Valle de San Joaquín en el estado de California. Nació en el campamento CPC, una granja-campamento de trabajo, propiedad de la California Packing Corporation. Fue madre soltera en sus veinte y su encuentro con la literatura se dio a través de una clase que tomó con el poeta Glover Davis. Tanto Glover Davis como Sandra Alcosser y Marilyn Chin fueron sus mentores literarios, al principio de su carrera. García tiene una Maestría en Creación Literaria de San Diego State University. Ha sido profesora de Creación Literaria en Central Connecticut State University y en la Universidad de Freiburg, en Freiburg, Alemania.
Es profesora de tiempo completo en la División de Humanidades y Comunicación en California State University en Monterey, desde 1998. Actualmente es la directora del Programa de Creación Literaria y Acción Social. Enseña Literatura Chicana y Latina de los Estados Unidos, Creación Literaria y Literatura Contemporánea Mundial.

No. 75 / Diciembre 2014-Enero 2015


US Latino Poets en español
Por Xanath Caraza

Copatrocinado por el Smithsonian Latino Virtual Museum
 

us-latino-diana-garcia.jpgDiana García es profesora y poeta, nativa del Valle de San Joaquín en el estado de California. Nació en el campamento CPC, una granja-campamento de trabajo, propiedad de la California Packing Corporation. Fue madre soltera en sus veinte y su encuentro con la literatura se dio a través de una clase que tomó con el poeta Glover Davis. Tanto Glover Davis como Sandra Alcosser y Marilyn Chin fueron sus mentores literarios, al principio de su carrera. García tiene una Maestría en Creación Literaria de San Diego State University. Ha sido profesora de Creación Literaria en Central Connecticut State University y en la Universidad de Freiburg, en Freiburg, Alemania.
Es profesora de tiempo completo en la División de Humanidades y Comunicación en la California State University en Monterey, desde 1998. Actualmente es la directora del Programa de Creación Literaria y Acción Social. Enseña Literatura Chicana y Latina de los Estados Unidos, Creación Literaria y Literatura Contemporánea Mundial.

Su poesía, ficción y ensayos están incluidos en numerosas antologías, entre ellas: Under the Fifth Sun: Latino Literature from California, ed. Rick Heide (Heyday Books); Touching the Fire: 15 Poets of Today's Latino Renaissance, ed. Ray Gonzalez (Anchor/Doubleday); El Coro: A  Chorus of Latino/a Poets, ed. Martín Espada, (Amherst: U. of Massachusetts); Pieces of the Heart: New Chicano Fiction, ed. Gary Soto (Chronicle Books); Placing the Academy, ed. Jennifer Sinor (U.of Utah); y Fire and Ink: An Anthology of Social Action Writing, eds. Frances Payne Adler, Debra Busman y Diana Garcia (U.of Arizona).

Su poemario, When Living Was a Labor Camp, fue publicado en 2000 por la University of Arizona Press, en la serie Camino del Sol. En 2001 la Fundación Before Columbus seleccionó su poemario como el ganador del American Book Award de ese año. En 2005 Garcia fue incluida en la exhibición Latinas in the Arts and Sciences. En septiembre de 2009 fue la poeta principal para la exhibición, Bitter sweet Harvest: Cosecha Amarga, Cosecha Dulce, The Bracero Program 1942-1964, organizada por el Smithsonian National Museum of American History.

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Los poemas de Diana García comienzan en la madrugada de cualquier día de la semana. Son poemas de la vida diaria, la vida que experimentó en su niñez y parte de su juventud en un campamento para trabajadores agrícolas en el estado de California. García nació en ese espacio, esa era su realidad, de eso habla en sus poemas. Una realidad sin brillo, dura, de jóvenes espaldas que se queman con el sol del mediodía; de moscas que se adhieren al cuerpo por la miel de la fruta y que no dejan ni respirar; de trabajadores con sed después de horas de cosechar higos o algodón. Una realidad que muchos latinos en California, migrantes, han experimentado, y que algunos a través de su formación universitaria, han logrado cambiar.

García encarna la experiencia de muchas mujeres chicanas que crecieron en esos campamentos de trabajo. Nos cuenta en sus poemas lo que oía a través de las delgadas paredes de las cabañas pintadas de rojo, que estaban destinadas para ellos. Su poesía refleja los anhelos y sueños que tenía de niña, lo que se imaginaba que podía ser y también lo que sabía que no era. García salió de esa cotidianidad, logró romper un ciclo vicioso de opresión social y se reinventó a sí misma. Ahora, profesora y líder en los Estados Unidos, de los programas de Creación Literaria y Acción Social, no se olvida de esa dura experiencia y con su voz poética, nos cuenta la historia de muchos otros que quizá no tuvieron la suerte de una formación universitaria y, por lo tanto, de cambiar su realidad.

A continuación mi selección y traducción de los poemas, "Hileras de algodón, sábanas de algodón" y "Cuando vivir era un campo de trabajo llamado Montgomery".




Hileras de algodón, sábana de algodón

Esparcidos en la parte de atrás de un camión de plataforma
mecemos azadones, nuestras mentes parcelan hileras
de algodón que deben ser cortadas para el mediodía. El amanecer
atorado en el aire. Pájaros negros zumban en los sauces.

Adelante un tráiler para caballos a lo largo del camino.
Protegidos por la juventud y las veraniegas corrientes de viento
No nos importa. Llegaríamos tarde, bromeamos,
Atascados por una yegua preñada arropada en sábanas.

Más tarde espaldas al sol, paliacates amarrados
Para darnos sombra, encaje de hendiduras en las manos;
después cuando el contratista
nos hace trabajar durante el almuerzo sin agua; nuestras secas lenguas
maldicen a esa yegua en sábanas de algodón
traídas para recibir al potrillo en las siluetas de verano.

 


Cuando vivir era un campo de trabajo llamado Montgomery

Te unías a la familia para seleccionar higos secos cada verano. 
Desde Santa María a Gilroy, de Brawley a Stockton,
te instalabas en hileras de cabañas rojas escondidas detrás de los huertos.

Recuerdas cómo la pintura roja se pegaba en tus dedos,
color que ponías en tus mejillas para verte como
Dolores del Río, la famosa actriz mexicana.

Su gran brillo pasmaba a los chicos que te perseguían
hasta el teatro, el edificio más atractivo del pueblo, donde olvidabas
el calor de San Joaquín y las moscas de fruta.

Te acomodabas en sillas de terciopelo negro, compartías palomitas con
tus primos. Cuando el héroe de la película, el hijo del dueño del rancho, montaba
su caballo hasta el río y espiaba a Dolores al lavar su pelo, te desmayabas.

Por tan solo un momento, una pequeña eternidad, la hacienda del héroe, sus
vigas de madera oscura y las arañas de luz eran tuyas. Eras alta y
delgada y todo se veía bien en ti.

A decir verdad preferías el silbido de Lauren Bacall. 
En la empacadora veías a los amigos de tu hermano, no los
colectores de fruta, los carpinteros, esos que querían

dejar los campos. Escogiste uno con una sonrisa que le llenaba la boca, no
el elegido por tu madre sino uno alto con papeles que quería
unirse al ejército y vivir en Los Ángeles

Y, quizá, al final, no todo se te veía bien.
Tal vez tu pelo no se veía bien de color castaño; mujeres con relleno
en los pechos no estaban hechas para usar vestidos entallados.

Visitas el campamento cada reunión de verano. Tus hermanas le
roban besos a tu esposo. Sus dientes aún se ven bien. Un primo
te desliza entre cumbias, soñaste alguna vez con besarlo.

Percibes el olor a higos putrefactos, a letrinas demasiado llenas. 
La nariz se te cierra. Sientes el calor que provoca el dormir dos en
un colchón, el único cuarto extra, la cocina.

Pensaste que tus brazos engruesaron hace tiempo jalando cajas de higos.
Pensaste que tenías tobillos de campesina. Pensaste que podrías morir
en el campamento y que nadie sería capaz de reconocer tu olor.





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