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portada-traduccion-a-lengua.jpg Traducción a lengua extraña
Luis Jorge Boone, Fondo Editorial Tierra Adentro, México, 2007

 
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Contraexequia

Parecemos tener siempre menos palabras
de las necesarias.

Después del pésame sigue el silencio.
                                     Esa urgencia por quedarse sordos.
¿Por qué el silencio?
Si estamos vivos,
si el ruido
es la única forma de saber
que no se trata de nosotros,
que éste es el perfume de las flores cuando mueren,
que este día también acabará,
que si lo deseamos, podemos salir,
interrumpir el ritual un momento,
y caminando bajo el sol


desaparecer.

 

b) Animal Planet

 

 

 


(*) Sucedió que, a fuerza de observarme y observarlos,/ ella em­pezó a encontrarme parecido a otras especies.
La primera adivinanza de aquel libro/ que leía mi madre/ era ésta:/ ¿Cuál es el animal que se arrastra por la hierbal y hace ruido?/ La respuesta era Yo:/ gateando en el jardín,/ papá meciéndose en el porche,/ siguiendo el ritmo de mi sonaja/ en una casa que ya no existe.
¿Cuál es el animal/ que es feliz bajo el agua y sólo emerge a respirar?! Yo: recostado en el fondo de un estanque/ en medio del desierto.
¿Cuál es el animal que tiene alas/ y nunca se separa de la tierra?! ¿Cuál el que carga a sus crías sobre los pies/ y camina con ellas los pri­meros 3,000 pasos?! ¿Cuál/ el capaz de quebrar un tronco con los dien­tes/ y besar una pequeña boca sin herirla?
Nagual de mi infancia en una jaula,/ animalito protector del álbum de estampas,/ de mi libro de adivinanzas, ya no aguardes mi respuesta./ Esa silueta que recorre el horizonte/ soy yo:/ soy yo/ que cabalgo hacia el sol/ sobre mi propio lomo.

 

 

c) History Channel

 

Viendo Pilatos que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo...
Mateo, 27:24.

 

 


 

(*) Mientras una mano lava la otra/ la suciedad se resiste,/ pare­ciera que toda el agua del mundo no alcanzará.../ y desaparece al fin/ en el desagüe.
Sudor, aceite, polvo, rastros/ de las manos que nos precedie­ron,/ en barandillas, paredes, monedas;/ caricias a la deriva/ en el mar de la ciudad sin puertas.
Hundir las manos en el agua/ hasta que nos borre las huellas:/ Ah, el agua: materia donde habita/ la intraducible Babel de nues­tro tacto.
En el ritual de la purificación,/ a veces es necesario remangar la túnica/ para lavarnos del mundo hasta los codos./ Luego, un sol­dado vaciará la jofaina/ a la salida de la casa del procurador,/ y mientras el agua se pierde en el desierto de Judea,/ éste se pre­guntará/ a dónde va/ el lento deslizar de su río sobre la tierra,/ y si un día olvidará/ lo que le han entregado nuestras manos/ en con­fesión.

 


 

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