ofelia-medina.jpg18 de Junio de 2009
León, Guanajuato


En León, habita Ofelia Medina la poesía de Rosario Castellanos



En susurros, con las manos al viento, habitada por la voz de la poeta chiapaneca Rosario Castellanos (1925-1974), Ofelia Medina labró con “Íntimamente”, un espectáculo suave y etéreo, cargado de imágenes que sedujeron a los congregados esa noche en la Feria Nacional del Libro (Fenal).

Acompañada al violonchello por Jimena Giménez Cacho, La Medina, gigante en el escenario, despierta con las notas del instrumento como de un sueño eterno.

“Te voy a decir todo cuando muramos, te lo voy a decir palabra por palabra, al oído, llorando”, suelta la actriz en lo que es el primer poema que inicia el recorrido de este recital teatralizado.

 

Una hamaca de mimbre, mesa, elementos mínimos de escritura y la figura descalza de Ofelia Medina vestida de blanco, forman la composición escénica cargada de suavidad y un dejo de nostalgia.

“En mí crece un rumor lento…”, continuaría la actriz para dar paso a los acordes a veces tristes, a veces intempestivos de Giménez Cacho, que sigue a golpe de vista y arco en tensión los movimientos que le sugiere el poema.

Las manos danzan, los pies también. Las espaldas de ambas mujeres se contonean en una sinfonía inacabable.

Voz y texto, nota e intención se funden en cada tramo poético. No es sólo una lectura dramatizada, es la poesía viva, útil y enajenante de Castellanos en la dramaturgia de Medina.

La Medina danza, acaricia el viento, hace y deshace figuras en el aire, Va, viene, se regodea en cada palabra; toma a la chiapaneca como su aliada para fundirse en su pensamiento.

“Esta tierra que piso es la sábana amante de mis muertos…”, suelta la actriz a la vez que horada, hurga en el significado de las frases para encontrarles su sentido profundo.

Sin ser un montaje, Medina construye un espectáculo metateatral. Hace interlocución con la instrumentista, traza en el espacio movimientos precisos, monta los bocetos de una obra que se reconstruye en instantes.

Lo mismo se habla de la muerte que de las mujeres, el amor o un canto decisivo a la existencia, temas recurrentes en la obra de Castellanos.

También, Medina hace escarnio de la condición femenina y su idiosincracia. Escribe cartas en diferentes tonos y con la voz de una divorciada, una jovencita o ama de casa, que provoca las risas de los más de 300 asistentes.

El final llega entonces con otra tanda de poemas que se van volviendo un susurro al tiempo que el auditorio vuelve al lugar un zumbido de aplausos.

<http://www.milenio.com/node/233742>

 


{moscomment}