Recuerdo de Prevert y Kosma

Por Jorge Fondebrider



jacques-prevert01.jpgCerca de ochenta son las canciones que compusieron juntos el poeta, autor teatral y guionista cinematográfico francés Jacques Prevert (1900-1977) y el compositor húngaro —naturalizado francés— Joseph Kosma (1905-1969). Se supone que se conocieron casualmente en alguna audición, que Prevert le dio su dirección, que juntos compusieron “À la belle êtoile”, una canción que Prevert le hizo oír a Jean Renoir, el director cinematográfico que justamente en ese momento estaba buscando una canción para su film Le crime de Monsieur Lange (1935). Como la historia no transcurre en Hollywood, no hay que imaginarse milagros: con la canción no pasó nada. Pero fue el puntapié inicial para una activa colaboración entre el poeta y el músico que terminaría conformando una parte sustantiva de la banda sonora de las décadas de 1930, 1940 y 1950 en Francia.

Kosma había nacido en Budapest. Músico precoz, a los 12 años ya había compuesto una ópera. En tanto judío, se le niega...

 

Recuerdo de Prevert y Kosma
Por Jorge Fondebrider

jacques-prevert.jpgCerca de ochenta son las canciones que compusieron juntos el poeta, autor teatral y guionista cinematográfico francés Jacques Prevert (1900-1977) y el compositor húngaro —naturalizado francés— Joseph Kosma (1905-1969). Se supone que se conocieron casualmente en alguna audición, que Prevert le dio su dirección, que juntos compusieron “À la belle êtoile”, una canción que Prevert le hizo oír a Jean Renoir, el director cinematográfico que justamente en ese momento estaba buscando una canción para su film Le crime de Monsieur Lange (1935). Como la historia no transcurre en Hollywood, no hay que imaginarse milagros: con la canción no pasó nada. Pero fue el puntapié inicial para una activa colaboración entre el poeta y el músico que terminaría conformando una parte sustantiva de la banda sonora de las décadas de 1930, 1940 y 1950 en Francia.

Kosma había nacido en Budapest. Músico precoz, a los 12 años ya había compuesto una ópera. En tanto judío, se le niega la posibilidad de asistir a la universidad para estudiar literatura y filosofía. En cambio, estudia en el Conservatorio Franz Liszt y en la Academia Nacional de Música, donde conoce a Béla Bartók. En 1929 viaja a estudiar a Berlín. Poco después abandona los estudios clásicos y se relaciona con el círculo de Bertold Brecht y, a través de Kurt Weill y Hanns Eisler, descubre las posibilidades del teatro musical y de la canción política. En 1933, Alemania no es el mejor lugar para un judío húngaro y Kosma llega a París, donde, sin un peso, se convierte en acompañante de piano. Pero lo que le interesa en realidad es el cine y en sus suburbios conoce a Prevert quien, para ese entonces, ya había sido soldado en la Primera Guerra y miembro del grupo surrealista. En 1928, junto a su hermano Pierre, Prevert había fundado una pequeña productora cinematográfica y teatral, y se había constituido en algo así como el líder del grupo teatral “Octubre”, al que se vinculó primero al PC francés y luego al trotskismo.

joseph-kosma.jpgBastaría con mencionar Une Partie de Campagne (1936), La Grande Illusion (1937), La Bête humaine (1938), La Marseillaise (1938), La Règle du Jeu (1939) todas de Jean Renoir, o Les visiteurs du soir (1942), Les Enfants du Paradis (1944), Les Portes de la Nuit (1947) de Marcel Carné, para dejar en claro la importancia de la asociación de esos directores con Prevert y Kosma. Sin embargo, es en las canciones donde ambos más se destacan: “Barbara ”, “En sortant de l’école ”, “Les Enfants qui s’aiment”, La Pêche à la baleine”, “Inventaire” y, fundamentalmente, “Les feuilles mortes” —transformada en clásico y en visita obligada de todo músico de jazz que se precie— servirían para entender hasta qué punto ambos hombres fijaron el modelo de canción intelectual típica del Saint Germain des Pres existencialista y valdrían para ejemplificar la enorme calidad del trabajo conjunto de estos dos grandes creadores, cuyos principales intérpretes fueron Agnès Capris, Yves Montand, la extraordinaria Cora Vaucaire, los Frères Jacques, Mouloudji, Germaine Montero y Juliette Gréco.

Promediando los años cincuenta, cada cual siguió su camino. Prevert fue el popular poeta de Paroles (1946) y el miembro más conspicuo del colegio patafísico. Kosma alcanzaría a crear la banda de sonido de unos cien filmes y le pondría música a poemas de Robert Desnos, Raymond Queneau y, curiosamente, Jean-Paul Sastre.

Ambos formaron parte de ese momento excepcional en que el gran arte francés era popular. Después llegó el Nouveau Roman, la revista Tel Quel, el estructuralismo, en fin: lo que se sabe.




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