Cantar en rock castellano

Por Jorge Fondebrider



los_walkers.jpgSe supone –o así dicen los que saben– que el rock en castellano empezó en México hacia 1960, cuando surgieron grupos como Los Locos del Ritmo, Los Rebeldes del Rock, los Teen Tops y los Crazy Boys, entre otros. Siempre según las crónicas, esa prehistoria continuó con Los Belmont, Los Hitters, Los Monjes, Los Monstrous, Los Ovnis, Los Reos, Los Sinners, Los Yaki y Rockin’ Devils. En líneas generales, la música que interpretaban esos grupos eran versiones en inglés de temas fundamentalmente estadounidenses o adaptaciones al castellano de esas mismas canciones. Sin ir más lejos, y a modo de ejemplo, la archifamosa Popotitos, de los Teen Tops, no es más que una transformación del célebre Summertime Blues, de Eddie Cochran, pieza con la que The Who solía deslumbrar en sus shows de la década de 1960. A este respecto, la lista podría ser poco menos que eterna y las referencias a Elvis Presley, Chuck Berry, Little Richard o Buddy Holly, múltiples.

 


Cantar en rock castellano

Por Jorge Fondebrider



los_walkers.jpgSe supone –o así dicen los que saben– que el rock en castellano empezó en México hacia 1960, cuando surgieron grupos como Los Locos del Ritmo, Los Rebeldes del Rock, los Teen Tops y los Crazy Boys, entre otros. Siempre según las crónicas, esa prehistoria continuó con Los Belmont, Los Hitters, Los Monjes, Los Monstrous, Los Ovnis, Los Reos, Los Sinners, Los Yaki y Rockin’ Devils. En líneas generales, la música que interpretaban esos grupos eran versiones en inglés de temas fundamentalmente estadounidenses o adaptaciones al castellano de esas mismas canciones. Sin ir más lejos, y a modo de ejemplo, la archifamosa Popotitos, de los Teen Tops, no es más que una transformación del célebre Summertime Blues, de Eddie Cochran, pieza con la que The Who solía deslumbrar en sus shows de la década de 1960. A este respecto, la lista podría ser poco menos que eterna y las referencias a Elvis Presley, Chuck Berry, Little Richard o Buddy Holly, múltiples.

En la Argentina las cosas fueron más o menos iguales. Allá están algunos de los miembros del espantoso Club del Clan –con Johnny Tedesco, Palito Ortega y Nicky Jones a la cabeza– y, fundamentalmente,  Sandro, quien antes de ser “el gitano”, era rockero, como lo demuestran los discos que grabó con Los del Fuego. Sin embargo, la principal influencia del rock argentino no vino de los Estados Unidos, sino de Gran Bretaña, por lo que además de copiar a los Beatles –como lo hacían los Shakers (un grupo uruguayo netamente superior a todos los grupos argentinos de la época), Los Mockers y Los Walkers–, los grupos locales hacían versiones de los Rolling Stones, The Kinks, Small Faces, Spencer Davis Group, etc. Pero hacia 1966, Los Gatos –liderados por Litto Nebbia– empezaron a cantar en castellano y ahí se acabó la prehistoria y comenzó la historia. Y a pesar de que otros los siguieron casi de inmediato, el año crucial del rock argentino será 1969. Para entonces, además de Los Gatos –indiscutidos, aunque plagiarios de John Mayall y de Canned Heat, entre otros–, estaban Almendra y Manal, a quienes algo después se sumarían Vox Dei y Arco Iris –el grupo de Gustavo Santaolalla–, completando de ese modo el cuadro de “los grandes”.

Como ocurría en todas partes, en casi todos los casos, las letras de las canciones, por muy bien intencionadas que fueran, eran absolutamente insustanciales. Con todo, hay que destacar el trabajo de unos pocos solistas; entre ellos, Tanguito (1945-1972),  Moris y Miguel Abuelo, (el futuro líder de Los Abuelos de la Nada), así como mucho de lo que Miguel Cantilo escribió para el dúo Pedro y Pablo, compensando los malos arreglos musicales que les imponía la compañía discográfica para la que grababan.

El caso de los grupos es diferente y, si cabe, más determinante. Javier Martínez, voz, baterista y principal compositor de Manal, logró el curioso milagro de hacer que el blues cantado por primera vez en castellano con su voz cavernosa sonara a tango, definiendo para siempre una de las líneas de fuerza del rock argentino –acaso en su vertiente menos exportable–, al abrir la puerta principal al suburbio, con temas como Avellaneda’s Blues o Una casa con diez pinos. Tal vez en grupos posteriores, como Memphis la Blusera o la Mississippi Blues Band, por un lado, y en Patricio Rey y los Redonditos de Ricota y La Renga, por el otro, habría que buscar parte su herencia.

charly-garcia.jpgEl otro gran letrista del rock argentino –si no el más importante de todos– es Luis Alberto Spinetta, voz, guitarrista y principal compositor de Almendra. Su particular fraseo fijó desde el comienzo algo así como la impronta del rock cantado en castellano en la Argentina. Para que esto haya sido así, hay varias hipótesis plausibles. De acuerdo con lo que escribió el ya fallecido productor Rafael Abud, en el librito que acompañaba la primera de las varias reediciones del primer disco de Almendra –unánimemente consagrado en todas las encuestas locales como el más importante de la ya dilatada historia del rock argentino–, “el público aceptó sin reparos la propuesta de Almendra obviando un particular manejo del lenguaje: ‘y el ave aquel (en lugar de ‘y el ave aquella’) o un conspicuo error de acentuación: ‘Plegariá para un niño dormido’ o ‘Figuraté que pierdes la cabezá’ (en ‘Figuración’), muy probablemente producto del ‘yeiteo’ en inglés, idioma –como el francés– predominantemente agudo en sus versos, así como el italiano es esdrújulo, en contraposición al castellano, predominantemente grave. Esta muletilla marcó al ‘rock nacional’ en su segunda generación, cuyo representante más notable fue Sui Generis, hasta el advenimiento del ‘rock argentino’, cuando a partir de Virus el castellano fue ingeniosamente aprovechado”.

Interesa aquí agregar que, a la disolución de Almendra, Edelmiro Molinari, su principal guitarrista, fundó Color Humano; que Emilio Del Güercio y Rodolfo García, respectivamente bajista y baterista, fundaron Aquelarre; y que Luis Alberto Spinetta fundó Pescado Rabioso y más tarde Invisible, hasta que, ya en los años ochenta, creara Spinetta Jade, antes de lanzarse a una carrera solista, apenas interrumpida por su grupo Los Socios del Desierto. Se trata, en todos los casos, de grupos muy influyentes que, con la impronta del fraseo de Spinetta, marcaron a fuego a muchos de sus contemporáneos inmediatos. Abud menciona, por ejemplo, a Sui Generis, que, no hay que olvidar, fue el grupo de Charly García, antes de La Máquina de Hacer Pájaros y de Seru Girán, conjuntos a su vez determinantes para la historia que estamos contando. En la misma línea podría ubicarse ya en los años ochenta, al Charly García solista, a Soda Stéreo y a muchos otros grupos que huelga mencionar aquí. 

locos-del-ritmo.jpgCabe agregar que el rock fue creado en inglés y que, por lo tanto, los versos de lo que se canta en esa lengua toleran mejor palabras más breves –Abud las pensó sistemáticamente agudas–  que las del castellano. Forzar nuestra lengua a entrar en ese molde fue todo un desafío. Arriesgo entonces una hipótesis: tal vez la métrica original del inglés cedió al ser forzada por la métrica del castellano, dando así lugar a una forma nueva que ya no se adapta a lo previo, desbordando entonces el fraseo y afectando a su vez a la música. Es posible que el hecho de haber abrevado en el rock británico, frecuentemente más audaz que el estadounidense (cf. Cream, Traffic, Procol Harum, Family, Led Zeppelin, Jethro Tull, King Crimson, Soft Machine, etc.), haya ayudado a que en el extremo sur de Sudamérica el rock encontrara, al menos durante un tiempo y en algunos de sus creadores, una cierta autonomía respecto de sus modelos originales. Después, claro, llegaría el día en que el Río de la Plata se llenaría de falsos caribes y en el que el ska se convertiría en salsa y merengue. De ese modo, los Fabulosos Cadillacs, Los Pericos, Los Auténticos Decadentes y otros grupos pretendidamente “divertidos”, terminarían por matar lo poco que quedaba del rock entre nosotros. R.I.P.


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