Chico Buarque. Carioca de ley

Por Jorge Fondebrider


chico-buarque-carioca.jpgEn 2005, Chico Buarque vendió, sólo en el Brasil, 220 mil ejemplares de Budapeste, su tercera y excelente novela, donde se cuenta la historia de José Costa, un ghost-writer que abandona Río de Janeiro para instalarse en Budapest, donde aprende húngaro, que “según las malas lenguas, es la única lengua que el diablo respeta”. El libro, entre otros temas se ocupa de los problemas ligados a la idea de identidad y a la trascendencia personal a través de la literatura. Traducido a quince lenguas –incluido el castellano– y multipremiado, se constituyó en un magnífico preludio a Carioca, el anteúltimo disco de Buarque, que en su edición completa viene acompañado por Deconstruçâo, un documental de Bruno Natal, de 54 minutos en DVD. Allí vemos que Chico, a los 62 años, de a poco y tal como lo dice con toda claridad, se va sacando el traje de novelista para ponerse perezosamente el de compositor.

 


Chico Buarque. Carioca de ley

Por Jorge Fondebrider



chico-buarque-carioca.jpgEn 2005, Chico Buarque vendió, sólo en el Brasil, 220 mil ejemplares de Budapeste, su tercera y excelente novela, donde se cuenta la historia de José Costa, un ghost-writer que abandona Río de Janeiro para instalarse en Budapest, donde aprende húngaro, que “según las malas lenguas, es la única lengua que el diablo respeta”. El libro, entre otros temas se ocupa de los problemas ligados a la idea de identidad y a la trascendencia personal a través de la literatura. Traducido a quince lenguas –incluido el castellano– y multipremiado, se constituyó en un magnífico preludio a Carioca, el anteúltimo disco de Buarque, que en su edición completa viene acompañado por Deconstruçâo, un documental de Bruno Natal, de 54 minutos en DVD. Allí vemos que Chico, a los 62 años, de a poco y tal como lo dice con toda claridad, se va sacando el traje de novelista para ponerse perezosamente el de compositor. No hace mucho, tal como lo haría en el documental, realizado entre septiembre de 2005 y marzo de 2006, declaró a la prensa española: “Consigo dividirme en dos creadores distintos, pero no hago ambas cosas al mismo tiempo. Volver a escribir canciones, después de terminar un libro, resulta muy difícil porque el fraseo musical obedece a otra lógica. Por otra parte, cuando hacés una canción enseguida la mostrás. Vas al estudio, grabás, hay una fiesta, se bebe vino... El escritor está encerrado. Y se muere de envidia del músico famoso porque éste viaja en primera clase con champagne, mujer, amante, músicos, representante, hijos... y él en clase económica, apretado, amargado. No sé por qué soy escritor”.

Bromas aparte, Chico Buarque también es escritor cuando compone canciones, aunque, como dice él, la lógica sea otra. A veces recurre a la tradición del siglo de oro español y se sirve de una paradoja conceptista para declarar un amor imposible; a veces, como en el pasado, echa mano a las permutaciones típicas del concretismo brasileño, y, en oportunidades, procede lisa y llanamente como un novelista. Siempre lo hace ayudado por el guitarrista, compositor y arreglador Luiz Cláudio Ramos, quien, como se aclara, es el que toma las decisiones estrictamente musicales. “Yo no interfiero –dice Chico. A veces propongo algo”. Ramos trabajó para Wilson Simonal, Elis Regina, Nara Leão, Miúcha, Gal Costa, Tom Jobim, Edu Lobo, Francis Hime, Dori Caymmi, Fagner, Erasmo Carlos, Ed Motta, MPB-4, Leny Andrade, Caetano Veloso y João Donato. También –dato curioso–, para Mick Jagger. Apareció por primera vez en el horizonte de Chico Buarque en 1975, cuando éste y Maria Bethânia se presentaron juntos en el Canecâo de Río de Janeiro. Posteriormente, Ramos fue guitarrista en Vida (1980) y Almanaque (1981) y, ya sea como músico o arreglador, en todos los discos posteriores, hasta llegar a 1989, año en que pasó a ser responsable de todos los arreglos y de la producción musical de las grabaciones de Chico Buarque, a quien también acompaña en vivo en sus espectáculos. Dicho de otro modo, así como los discos de Caetano Veloso, hasta inmediatamente antes del reciente y fantástico Cê, tuvieron un sonido definido por el cellista y arreglador Jacques Morelembaum, los últimos discos de Chico Buarque le deben casi todo a los arreglos de Luiz Cláudio Ramos. No es la primera vez que Chico se entrega al trabajo de la mano de un socio en quien confía plenamente. Además de breves colaboraciones con muchos otros músicos, en el pasado compuso y grabó mucho con Tom Jobim (12 temas), Francis Hime (17) y Edu Lobo (41). Con todo, la relación más estable y fructífera a la fecha parece ser la que mantiene con Ramos, cuyo crecimiento como músico y factor determinante sobre la obra de Buarque se hizo particularmente evidente en Chico ao vivo (1999, inédito en la Argentina), donde se puede oír una extraordinaria versión del tema “Construçâo”, con un nuevo y deslumbrante arreglo que le da una verdadera vuelta de tuerca a este clásico de la música brasileña. Carioca constituyó un paso más y acaso se constituya en uno de los mejores discos en la ya dilatada obra de uno de los mayores compositores contemporáneos de música popular. A quien la calificación le resulte excesiva, tal vez le baste con oír los 12 temas, que apenas pasan la media hora. El disco se abre con un rotundo “Suburbio”, homenaje a Río y última composición que, según el DVD, le da sentido a todo el disco, y contiene joyas como el baiâo “Ode aos Ratos”, donde no se desdeña el rap ni las máquinas de ritmo, e “Imagina”, una bella pieza que Tom Jobin plagió a Maurice Ravel, con letra de Buarque. De más está decir que esta fue la auténtica obra de madurez de un artista que, de joven, quiso ser arquitecto y construir ciudades y, desde hace muchísimos años, como narrador y poeta construye mundos. Si quedara alguna duda, bastaría entonces con acercarse a Carioca ao vivo (editado por RP Music), lo último de Chico, que tanto en su versión en doble CD o como DVD recoge un show en vivo, grabado en el Tom Brasil, de San Pablo. En cualquiera de los dos soportes están los temas de Carioca. A ellos se agregan clásicos de todas las épocas, magníficamente interpretados por una banda que incluye a Luiz Claudio Ramos en guitarra, a Jorge Helder en contrabajo, a Marcelo Bernardes en saxos y flauta, a una extraordinaria Bia Paes Leme en teclados (¡hay que ver el dúo con Chico, que esta mujer, con aspecto de maestra de escuela, hace justamente en “Imagina”!), Joao Rebouças en teclados, a Wilson Das Neves en batería y al interminable y hierático Chico Batera en percusión. Todo, empezando por Chico —a esta altura, un hombre que empieza a tener cierta edad—, continuando con la banda y concluyendo con la puesta en escena —una verdadera lección de buen gusto, realizada por Helio Eichbauer—, habla a las claras de la extraordinaria dimensión alcanzada por este artista mayor.

luiz-claudio-ramos.jpgPero quien desee tener la “película” completa, puede también recurrir a los tres DVD que la discográfica EMI distribuyó en todo el mundo hace un tiempo. Se trata de una serie televisiva en tres capítulos, dirigida por Roberto de Oliveira, dedicada a algunas de las pasiones de Chico: en el primero, “Meu caro amigo”, la ciudad de Río de Janeiro, sus compañeros de ruta y amigos; en el segundo, “A flor da pele”, la temática femenina (que es uno de los rasgos característicos de su labor como compositor); en el tercero, “Vai passar”, la política. Filmados en Río, en París y en Roma, respectivamente, cada uno de los capítulos tiene por excusa una charla informal con Chico. A medida que los respectivos relatos progresan, se van intercalando imágenes rescatadas de los archivos televisivos, que le permiten a Chico un repaso completo de su carrera y al público, el rescate de verdaderas joyas probablemente olvidadas, como el impagable dúo con Dorival Caymmi o la sorpresiva aparición en un concierto de Elis Regina. Así, Tom Jobim, Vinicius de Moraes, Miucha (la hermana de Chico), Toquinho, Edu Lobo, Djavan, Francis Hime, Caetano Veloso, Gal Costa y Milton Nascimento, entre otros, comparten la pantalla con el autor de “Mulheres d’Atenas” y aportan la tensión necesaria para que el espectador se quede fijado a la silla. Tal es el caso, por ejemplo, de un Chico políglota (sorprenden su francés y su italiano), hablando de sus puntos de coincidencia y diferencia con Caetano Veloso y Gilberto Gil, en la época del tropicalismo o la secuencia de grabación de “Meu caro amigo”, con un Francis Hime pasado de revoluciones. Desgraciadamente, y a pesar del dato mentiroso en la cubierta, los programas no tienen subtitulado en castellano.


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