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Jorge Santiago Perednik
(Buenos Aires, 1952)


La franqueza

De modo que las brechas son la franqueza
uno se enamora en sus moradas
y rehúye el dominio
Joven destino vieja fortuna
el nombre es ese, lo que no se puede habitar
Batallones de valientes que intentan revivir a Zeus
darle ánima o aliento a ese cuerpo sin años
tratar con todas las artes
que el dios padre de los dioses sobreviva
o al perecer no muera
o mormorado resucite
y el mundo aloje una postrera mediación
un techo

–el techo de los desposeídos
bajo cuyos tirantes muy pocos refugian su inicial:
un presidente
un príncipe
un pastor protestante

en cuál de las sábanas encontraré el cuerpo reducido del padre
¿en la de arriba?
¿en la que hay que lavar?
¿en la que está en el segundo cajón, doblada?

Las brechas se tapan, cerradas por la suciedad
las aguas igualmente fluyen
y de la f queda esto
tres o cuatro sonidos, una palabra vacía

La franqueza dice que tiene un qué
o como su ser: un porqué fuera de sí
esta atmósfera de pocas gravideces
esta visión franca:
un filósofo recorriendo el camino
que antes así hablaba, como Z, y ahora guarda
silencio
por unas brechas que nunca se cierran

Para el que está viajando en tren
la franqueza es cortar la distancia y ver el paisaje
lo que muestran u ocultan las ventanillas
lo que rápidamente dejan atrás
para el que viaja por aire
la franqueza es caer del avión, zambullirse en el mar
mirar desde el asiento cómo el cuerpo se aleja
sospechar incluso que una corriente
votiva y ciega o una ola
devuelven el cuerpo a esta orilla

Aquí sobre la arena el perro husmea y ladra
pichicho, pichicho: la encontraste
es ella. Es él
el cuerpo o cuerpa del cadáver
algo no identificable
qué: qué: qué
la palabra que quiere decirse y no puede
el dios padre muerto, Zeus, la franqueza
 

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