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Eduardo Zambrano
(Monterrey, N.L, 1960)


El equilibrista de Quebec

Sin miedo a tutearse con las nubes
ni a las rachas de viento frío
que sortea con solemnidad de loco
aferrado a su largo balancín.
Empieza su camino.

Cruzar el aire de Quebec
como este equilibrista
sin más equipaje que el deseo de ventura
                                            o desventura.
Y da otro paso.

Nada más lejano al confort.
Nada más lejano a este grupo insignificante
                                                      de turistas.

El solitario ha llevado su soledad
hacia las alturas.
Y sigue caminando por el aire de Quebec.

Para él no tiene sentido una fotografía
ni siquiera un apunte.
El abismo encantado de esta ciudad
será su única recompensa.




Afuera

Demasiado ebrio
para encontrar las llaves
y entrar al poema.
Me quedé afuera, en este solo apunte
                                       a la intemperie.




Los mercaderes de cenizas

Lo esencial habrá sido, para
nosotros, en el paroxismo de la
crisis, conservar la pregunta.

Edmond Jabés


Lee con asombro la desatinada obra
                                    de tus años
pero no apures las páginas
del libro.
Conserva la pregunta.
Ya vendrán luego por nosotros
los mercaderes de cenizas.

Sigue por ahora viendo al sol
las nubes
las palabras.

El último libro que leas será tu vida.
La última página nadie sabe.
                                 No te preocupes.
Para ellos no existe el tiempo
ni el espacio.
Deja para después los argumentos.
Sólo debe tener un poquito de sentido
lo que haces.
Los mercaderes no van a reparar
en nuestras vanidades
                                               ni miserias.
 

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