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portada-paraiso.jpg Nombrar el Paraíso
Saúl Castro, Cultura San Luis Potosí, 2008

 

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Nombrar el paraíso


                                                                                                                                  Seguimos estando en el lugar

                                                                                                                                 donde parece haberse ido

                                                                                                                                 todo cuanto amamos

Cantarían los pájaros entonces,
cantarían.
Ciegos
torpes
como deben los hombres
cantar
en la esperanza;
cantarían,
sin fiera soledad
sin casa incierta,
como un remanso
de luz en el camino;

cantarían
cantar en Palestina,
con ceguera total
sin desencanto,
labrar en las paredes los miembros mutilados,
sin velo
sin breviario,
sin cúpulas de Omán,
sin cercos lamentarios,
cantarían
sobre madres
que esperaron a sus hijos
rasgando una bandera;
cantarían
sin verdades, sin fe,
sin democracia,

cantarían
en capillas, en púlpitos,
en monedas genuinas del avaro,
en estrados de clementes dictadores,
cantarían:
metáforas sin aire,
en hoz del asesino;
cantar sobre los rieles fundidos en España,
transportes colectivos,
cantar por el exilio,
por el an que le sobra al extranjero,
por el hambre,
por el sol,
cantar por la inocencia
por la trampa que nos cede la belleza,
simple y llanamente
cantar sobre su canto
cantarían,

sólo entonces
—y hasta entonces—
cantarían.



Mistique analgen

Pobre Dios encerrado en su jaulita,
endulzando los silencios
con lenguajes del silencio,
pobre Dios relegado por el agua,
por el pan, por los silicios,

pobre Dios, Teresa —como todas—
te intimida: “eres por mí para los hombres,
no me dejes”,
a los montes del Carmelo
no podía subir Juanito solo:

Pobre Dios encerrado en su jaulita,
buscaron                entendieron
pero han callado como tú
con sus respuestas.



Cavilación de San Ambrosio
                     (La huida)

Huye Ambrosio,
huye,
que el camino
será
tan solo
la sombra del camino;
huye Ambrosio
no mires
las estatuas,
las múltiples estatuas de sal
que siempre fuiste,

huye Ambrosio,
mientras preparan
las masas sus antorchas,
mientras fotógrafos
coléricos te buscan
cediendo a su avaricia,

huye

de la mano que indica
el propio rostro,
aléjate de Dios
de su juego que es de niños
niega
de todos
el semblante fortuito del asombro,
de la necia y estúpida esperanza

huye
y no permitas topar
jamás con paraísos.

 


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