Libro al fuego:
Festival Internacional de Poesía Zacatecas 2009

Por Claudia Sánchez


 

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El pasado mes de diciembre se celebró el Festival Internacional de Poesía Zacatecas 2009, organizado por el Gobierno del Estado, la Universidad Autónoma de Zacatecas y el Ayuntamiento capitalino. En él se dieron cita reconocidos personajes de las letras, la plástica y la fotografía nacional y se otorgó el Premio Internacional de Poesía Zacatecas 2009 al poeta colombiano Juan Manuel Roca; Luis Jorge Boone, por otra parte, se hizo acreedor al Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde” por su obra Los animales invisibles. La lluvia, el viento y la cantera fueron un perfecto telón de fondo para los versos y las imágenes del festejo; y la hospitalidad del maestro José de Jesús Sampedro fue su sello...
Libro al fuego

Por Claudia Sánchez


El pasado mes de diciembre se celebró el Festival Internacional de Poesía Zacatecas 2009, organizado por el Gobierno del Estado, la Universidad Autónoma de Zacatecas y el Ayuntamiento capitalino. En él se dieron cita reconocidos personajes de las letras, la plástica y la fotografía nacional y se otorgó el Premio Internacional de Poesía Zacatecas 2009 al poeta colombiano Juan Manuel Roca; Luis Jorge Boone, por otra parte, se hizo acreedor al Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde” por su obra Los animales invisibles. La lluvia, el viento y la cantera fueron un perfecto telón de fondo para los versos y las imágenes del festejo; y la hospitalidad del maestro José de Jesús Sampedro fue su sello.

Durante el evento tuve la oportunidad de charlar con algunos de los escritores y, a propósito del prólogo que Mario Vargas Llosa hace a su novela Conversación en la catedral, en el que afirma  “Ninguna novela me ha dado tanto trabajo; por eso, si tuviera que salvar del fuego una sola de las que he escrito, salvaría ésta”, planteé la pregunta: ¿cuál de sus libros rescataría usted del fuego?

juan-manuel-roca.jpgJuan Manuel Roca:

Yo creo que sería Las hipótesis de Nadie, porque me parece que ese personaje fantasma que es Nadie, que a veces puede recordar al Ulises de la Odisea, ese personaje de Nadie que ha sido una constante en toda la literatura, aparece en mi primer libro de poemas, publicado en 1973, Memorial del agua, en el que hay un poema que se llama Nadin, y es una reflexión sobre esa fantasmalidad, o sea que esa obsesión que me ha rondado a lo largo de los años, la veo mucho más concreta en ese libro, que lleva una carga que a mí me interesa mucho de la poesía, que tiene un cierto rasgo de humor que me parece fundamental en la poesía moderna  y contemporánea; es un libro al que le tengo mucho aprecio. Pero también acabo de publicar un libro en España que se llama Biblia de pobres, al que también le tengo mucho cariño, ahora, si me tuviera que decidir por uno, entonces quemaría la mitad de uno y la mitad del otro.


maricruz-patino.jpgMaricruz Patiño:

Sería muy difícil, a lo mejor ninguno, si ya me voy a ir para qué me llevo nada, si lo maravilloso de la poesía es haberla vivido. Debido la práctica del budismo no soy muy afecta a tener cosas, pero si me viera obligada, quizá el libro que rescataría sería el de Arati [Premio Efraín Huerta 2009], que es mi último libro, y el último siempre es ese nuevo intento, ese nuevo lanzar la red, porque ahí están siempre las sucesiones de uno. En la juventud se forja un núcleo de imágenes internas y todo lo demás es la necedad de seguirlas persiguiendo y modificando y experimentando de diversas maneras. Sin embargo, otro de mis libros que lleva mucho de mí es La prosa de un viaje desesperado, ése lleva de mí la muerte de la personalidad, de la personae, para entrar en otro nivel, para no estar tan centrada en mi yo y en mi desgracia; es un viaje a Estambul después de mi primer divorcio que fue muy fuerte porque ahí nació la nueva mujer, la que yo era realmente, la feminista que soñé cuando era hippie, después la ama de casa feliz, con tres hijos maravillosos y un matrimonio con un poeta, trece años que fueron muy buenos, una vida, y con la separación murió una mujer. Luego fue un retomar la vida, retomar el camino, ya no ser la esposa de nadie sino yo, Maricruz,  y buscar mi nombre, que es también uno de los temas de La casa del parque, mi nombre es lo que busco, me busco a mí misma en el espejo del mundo, como parte de ese todo que se respira a sí mismo, donde también está el encanto de la vida y de la muerte, que es el segundo apartado del libro.


José Luis Sierra:

joseluis-sierra.jpgHay algunos textos que tienen hoy un significado muy especial, a lo mejor tiene que ver con el tiempo, a lo mejor tiene que ver con la circunstancia de vida, pero yo podría decir que dentro de los poemas de uno de los libros de Sueña canarios amor, hay dos poemas que yo rescataría, que me los llevaría, que no quemaría, porque representan estancias de vida muy especiales, son un parteaguas  de mi producción poética, pero también porque representan para mí un ensayo muy crítico dentro de lo que yo escribo, la musicalidad, el texto, tiene que ver mucho conmigo; mi generación es evidente y eminentemente autobiográfica, y los que nacimos en los años 40 representamos de alguna manera una memoria permanente, nos tocó vivir etapas decisivas para nuestro país, dos poemas de ese libro yo rescataría: Y entonces cuento cuántas horas he estado parado en la puerta en esta espera, y otro que tiene que ver con la memoria: Cinco de enero.


margarito-cuellar.jpgMargarito Cuéllar:

De mis libros yo rescataría Tambores para empezar la fiesta, publicado por la UNAM, porque pasaba yo de los veintitantos a los treinta, y me parece que ésa es una etapa muy fuerte en cuanto a las posibilidades del poeta para decir sus cosas, con cierta “madurez” y con cierta “frescura”; ese libro lleva de mí los sueños del joven que empieza a escribir a los 17 o 18 años y del que cree que está recogiendo frutos a los casi treinta.


Antonio Deltoro:

antonio-del-toro.jpgLo que pasa es que en el caso de Vargas Llosa la decisión es difícil porque tiene muchísimas novelas, yo tengo muy pocos libros, así que no sabría contestarte, sería muy fácil sacarlos del fuego porque cabrían en una edición de 300 páginas. Quizá uno que se llama Los días descalzos, quizá. Porque son mis primeras poesías y son mi descubrimiento de que podía ser poeta, y tiene quizá los días más felices de mi vida, no los más serenos, pero sí los más felices, uno salvaría casi siempre la juventud y no la madurez o la vejez. Y de los de Vargas Llosa yo también salvaría Conversación en la catedral porque es un libro muy autobiográfico, donde Vargas Llosa ya no trata sólo la adolescencia, como en La ciudad de los perros, sino que ya es un libro de balances.

 

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