...............................................

BALA PERDIDA Montserrat Álvarez,
Ediciones El Billar de Lucrecia-
Conaculta/Fonca, México, 2007.

................................................

 Preguntas (Fragmentos)

Cómo es que la vida, que es puro principio
sin un asiento físico preciso,
se da forma y materia con olor y color
Cómo es que lo inasible se fija y se concreta
en plenas formas densas, con peso y con volumen
geométricos, sólidos
Cómo se dan la luz y el movimiento
a la retina abierta,
Cómo a su vez es ésta,
un pedazo de carne que es capaz de mirar
Cómo mira con fuego o mansedumbre,
qué misterio reside en el último adentro de lo vivo
Cómo es que puede darse el darse de las cosas
y qué sentido esconde todo ello […]`
Cómo aparece entre lo existente
algo así como el elemento
y qué secreto amor o simpatía
impide que el compuesto se disgregue
Qué complicidad invisible aproxima
las médulas de los que aun así
son mutuos enigmas
Qué sonriente aliento habita bajo el hombre y lo sostiene,
ignorante y perplejo, leve y loco,
sobre el magma de todo lo que existe
Cómo es que a la flor le sigue el fruto,
que a su seda gentil de azúcar impalpable
la suceden el zumo,
la pulpa, la corteza,
que nutren por igual a todos los vivientes
Quién ha dado a los frutos su destino,
quién ha dispuesto que posean fin
que alguien encuentre en ello su vigor […]
Cómo el misterio encuentra su osamenta
y viste con sus carnes y sus nervios al Ser
Cómo es que lo revela y lo preserva,
cómo le da la voz de una garganta
hecha de cuerdas vértebras cartílagos […]
Cómo se da la carne cómo se da la piel
en el hombre que ríe y que trabaja,
que bebe y se alimenta, corre y sueña
Qué es el soñar del hombre cada noche
y cómo viven en paz junto a ese enigma suyo
a lo largo del día y la vigilia,
como si nada hubiera sucedido […]
Dígame usted, hermano que ahora lee,
porque quizá sin consultar los libros
sabe alo en su carne que también sabe el musgo,
que saben los carbones del brasero y el fuego,
las papas que se cuecen, los árboles y el águila,
la piedra, el aire, el agua y todo lo que pesa,
ya que se mueva, ya que esté inmóvil
Quizá sepa usted hermano,
cómo tendremos que desaprendernos
de todo lo aprendido e inconcluso,
sin conclusión posible,
para poder saber lo que sabíamos
lo que quizá sepamos sin saberlo
Entonces lo poeta podríamos abrir
nuestras gargantas como lo hacen los pájaros
abandonando el ruido de las letras […]
No nos importaría en ese caso,
como ahora en general nos atormenta,
tener que cantar siempre ante desconocidos,
porque el principio, las cifras vigorosas
que dicen lo que dicen sin decirlo,
en las cosas y seres
que significan meramente siendo
o cuyo propio ser es su sentido,
a través de nosotros cantaría
Para todos los dioses, o ninguno.

Todos aquéllos (fragmentos)

Los que no tenían nada que perder y lo perdieron todo, es decir
los que de ningún modo tuvieron nunca nada que ganar
Los que jamás serán interrumpidos en sus meditaciones por ningún admirador ni convocados
por periodista alguno ni jamñas
ganarán beca alguna a ningún lado
Los que si llegan a necesitar suero se tendrán que conformar
con aspirinas Los que si por ello se murieran
lo harían dulcemente,
sin elevar al cielo ningún puño furioso,
como si algo como eso, de esa magnitud
fuera una cosa “de lo más natural”
Los que jamás serán televisados de manera exclusiva, los que nunca pudieron
decir las decisivas palabras de su amor
a esa mujer que ya no los recuerda
y que probablemente jamás advirtió nada
Los que antes de salir de la oficina para no volver nunca
y antes de recoger
su almanaque del año, sus papeles ya inútiles
y su pisapapeles le dan las buenas tardes cortésmente al patrón que los ha despedido […]
Los que son de verdad bastante humildes para no hallarse a gusto entre los salvos
La carne de cañón, los cargadores, esos últimos que no son los primeros
Hombres de corazón tan tierno y apocado, demasiado alto para sentir la furia,
indulgentes con ella, sin embargo, como con las rabietas
de los niños […]
Los que se creen poco y valen mucho Los inútiles buenos para nada Todos aquellos cuya mansedumbre
les perdona la vida a los demonios que compran automóviles
para ellos y sus hijos de quince años
existiendo hombres ancianos ya y que no tienen para su pasaje […]
Hombrecitos con corazón de perro leal y sin astucia Cada mañana
cumpliendo sus deberes sin esperanza
pero a cabalidad Cada mañana mascando tostaditas
rancias con margarina tan pudorosamente, dirigiendo
sus correctos modales su consideración su humilde cortesía
mesocrática tan colmada de buena y respetuosa voluntad
al enorme, soez, indiferente
monstruo llamado Mundo […]
Todos aquellos
lo bastante grotescos e imbéciles
para llorar a solas en el micro
(más no por ellos mismos –qué ocurrencia,
si no son tan importantes, pues, “¡faltaría más!”),
sino porque unos hombres en el viaje
subieron llenos de gozo y alegría al colectivo y caminaron entre los pasajeros
batiendo palmas y también cantando y alabaron a Cristo
a grandes voces y solamente ellos
entre cuantos hacían a esa hora el trayecto
del fin de la jornada parecían felices
Pero evidentemente estaban locos

 

Leer reseña de este libro...

{moscomment}