Horizonte
(Poemas Árticos, 1918)
Ronda de la vida riendo I Trescientos sesenta y cinco árboles tiene la selva Trescientos sesenta y cinco selvas tiene el año ¿Cuántas se necesitan para formar un siglo? Un niño se perdería en ellas hasta el fin del siglo Y aprendería el canto de todos los pájaros Los árboles doblan la cabeza cuando los niños lanzan piedras Las piedras en el aire saludan a los pájaros y piden una canción Una canción con los ojos azules Una canción con los cabellos largos Una canción dividida como una naranja Con una historia adentro llena de sonrisas o si usted prefiere llena de lágrimas Las lágrimas agitan las manos antes de ahogarse Y las sonrisas saludan a las gentes desde lejos como piedras Buenos días y Hasta luego son los hijos de la boca que va a enamorarse pronto El sol también dice buenos días cuando los árboles aletean Y dice hasta luego cuando la montaña cierra los ojos Hasta luego diría yo también porque ahora el cielo trae una bandeja llena de flores Así es agradable la vida como un jugo de naranja lleno de historias de niños [entre los dientes de las niñas Así es fresca la vida y puede correr como los perros entre los colores sueltos O como los ríos que seguían a los abuelos Las flores hacen gracias al borde del camino Los árboles balbucean a nuestros ojos cosas tan claras que es imposible no comprender Los árboles tienen quince años y las flores dan sus primeros pasos Los árboles dicen buenos días y esperan que el sol se anude la corbata y se ponga el [sombrero Así es agradable la vida La vida con sus mugidos trepando por la tarde Lentos como los ojos de la tarde El sol dice buenas noches y se va hasta que los árboles vuelan a ocupar su sitio [religiosamente Así sería agradable la vida Pero los hombres se miran con ojos de fogata Se buscan en los rincones con dedos de puñales Se buscan entre los árboles dormidos para hacerse esclavos Entonces maldecimos la vida y empuñamos las manos Entonces gritamos en las noches a la montaña Viva la muerte con su velocidad aterradora Con su velocidad que no enmohece nunca
(Ver y palpar, 1941)
Imposible
Imposible saber cuándo ese rincón de mi alma se ha dormido Y cuando volverá otra vez a tomar parte en mis fiestas íntimas O si ese trozo se fue para siempre O bien si fue robado y se encuentra íntegro en otro Imposible saber si el árbol primitivo adentro de tu ser siente todavía el viento milenario Si tú recuerdas el canto de la madre cuaternaria Y los grandes gritos de tu rapto Y la voz sollozante del océano que acababa de abrir los ojos Y agitaba las manos y lloraba en su cuna Para vivir no necesitamos tantos horizontes Las cabezas de amapola que hemos comido sufren por nosotros Mi almendro habla por una parte de mí mismo Yo estoy cerca y estoy lejos Tengo centenares de épocas en mi breve tiempo Tengo miles de lenguas en mi ser profundo Cataclismos de la tierra accidentes de planetas Y algunas estrellas de luto ¿Recuerdas cuando eras un sonido entre los árboles Y cuando eras un pequeño rayo vertiginoso? Ahora tenemos la memoria demasiado cargada Las flores de nuestras orejas palidecen A veces veo reflejos de plumas en mi pecho No me mires con tantos fantasmas Quiero dormir quiero oír otra vez las voces perdidas Como los cometas que han pasado a otros sistemas ¿En dónde estábamos? ¿En qué luz en qué silencio? ¿En donde estaremos? Tantas cosas tantas cosas tantas cosas Yo soplo para apagar tus ojos ¿Recuerdas cuando eras un suspiro entre dos ramas?
(El Ciudadano del Olvido, 1941)
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