clasicos-28.jpgPoemas de Anacreonte


Mauricio López Noriega, doctor en letras clásicas por la UNAM, presenta una muestra de Anacreonte, poeta griego de lírica hedonista. Durante la huída de su pueblo natal, Teos, por la amenaza persa, migró  a Samos. Su producción poética fue profusa y difusa: hasta nuestros días es difícil diferenciar su obra de la de sus imitadores, quienes abundaron. Anacreonte fue beneficiado por el mecenazgo y fungió como poeta de la corte del tirano Polícrates hasta su caída; también en Atenas y más tarde bajo la protección de los Alévadas en Tesalia. Se cree que vivió entre 572 y 485 a. C.

Poemas de Anacreonte


Mauricio López Noriega, doctor en letras clásicas por la UNAM, presenta una muestra de Anacronte, poeta griego de lírica hedonista. Durante la huída de su pueblo natal, Teos, por la amenaza persa, migró  a Samos. Su producción poética fue profusa y difusa: hasta nuestros días es difícil diferenciar su obra de la de sus imitadores, quienes abundaron. Anacreonte fue beneficiado por el mecenazgo y fungió como poeta de la corte del tirano Polícrates hasta su caída; también en Atenas y más tarde bajo la protección de los Alévadas en Tesalia. Se cree que vivió entre 572 y 485 a. C.



clasicos-28.jpgDe rodillas te imploro, flechadora de ciervos,
rubia hija de Zeus, Ártemis,
señora de agrestes animales,
la que ahora, en alguna parte,    
sobre los remolinos del Leteo miras
la ciudad de hombres de corazón intrépido,
gozosa, pues no pastoreas
ciudadanos indómitos.

*

De nuevo, su pelota tornasolada
lanzándome, Eros de áureo cabello,
con la joven de sandalia variopinta
a jugar me incita.
Pero ella, pues es de la bien edificada
Lesbos, mi cabellera,
por ser blanca, desprecia;
pero frente a alguna otra boquea.

*

Oh niño de virginal mirada:
te busco, pero tú no escuchas,
sin saber que llevas
las riendas de mi alma.

*

Canas tengo ya
las sienes, y la cabeza blanca;
y la encantadora juventud ya no está
conmigo; mis dientes, envejecidos;
y ya no mucho tiempo
        de la dulce vida me queda.
Por estas cosas sollozo
con frecuencia, temiendo al Tártaro,
pues del Hades es terrible
el abismo, y el descenso hasta él,
funesto; pues cierto es, para quien
        desciende, el no regresar.

*

No es amigo el que, junto a la crátera llena bebiendo vino,
contiendas y guerra lacrimosa narra,
sino quien, de las Musas y de Afrodita los dones espléndidos
mezclando, rememora el gozo amable.

*

De nuevo me partió Eros con enorme mazo,
cual un herrero, y en el tempestuoso torrente me templó.

*

nada …
y tienes, además, temeroso
el corazón, niña de bello rostro.

y al retenerte con firmeza en su morada
tu madre cree prudentemente
criarte. Pero tú paces

los campos de jacintos,
donde Cipris, libres de freno,
mantiene atadas amables yeguas.

pero en medio irrumpiste
de la gente, por lo cual a muchos
ciudadanos se les excita el corazón,

transitada, transitada Herotima,

*

Pensamientos lastimeros oigo
que tiene esta célebre mujer,
y que a menudo esto dice,
culpando al destino:

¡Qué bien yo habría estado, madre,
si, llevándome, me arrojaras
al inexorable mar que bulle
de olas tornasoladas!

*

¿Por qué, potrilla tracia, con sesgados ojos mirándome,
sin piedad me huyes y piensas que nada sabio sé?

Sabe que a ti, que a ti pondría el freno diestramente
y con las riendas te haría girar en torno de las metas.

Mas ahora paces y, brincando, ligera juegas:
pues por jinete no tienes un diestro picador.

*

Antes andaba en andrajos, con estrecha capucha
y tabas de madera en las orejas, y en torno de los flancos
un calvo pellejo de buey
—no lavado forro de mal escudo—, a panaderas
y ganosos putos frecuentando, el desgraciado de Artemón,
hallando fraudulenta vida;
mucho en la pica poniendo el cuello, mucho en la rueda,
mucho flagelado en el lomo con fusta de cuero, de cabellera
y barba despojado.
Pero ahora va en carrozas, con dorados pendientes
—hijo de Cice—, y sombrillita de marfil,
justo como las mujeres.

 
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