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portada-minoica.jpgMinoica
Eduardo Padilla, Ángel Ortuño
Bonobos-Fonca-Conaculta-UNAM
México, 2008

 

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Eduardo Padilla


Auto-retrato con escuadra

Siendo la vida una vela impertinente,
izada en la impermanencia del eje vertical
‒ y ‒
siendo la muerte una vela intermitente,
arrojando su luz negativa sobre la permanencia incontinente del
eje horizontal:
tomaré mi escuadra y tocaré el arpa en silencio,
como quien finge decir algo urgente detrás de un cristal
blindado,
bien sabiendo de antemano
que no hay sordomudos en el área.




Alineación y Balanceo

Como violador heroico

entró a la casa de los lugares comunes con los pantalones en los
          tobillos
y la moraleja por delante
cual aguijón circuncidado
tensa ortiga rezumando proverbios viscosos,
en busca de una boca mamadora en donde echar nido.

“Contemplad la cabellera eréctil de mi gato de nueve colas
que viene a ofrecerles alivio
como quien masturba manualmente a su perro
para ahorrarse la tarifa del veterinario”

Así hablaba el vendedor de lubricantes.

“Odio: energía limpia para un mejor mañana.

Efectivamente,
las pasiones atroces son el combustible de la creación,
recomendadas por 9 de cada 10 titanes.
El aceite de la crueldad
permite abalanzar una narrativa ficticia plena en digresiones
          biológicas
y mantenerla alineada durante millones de años…
el Amor, en cambio,
solo alcanza para dar 3 vueltas a la manzana.”


Por suerte –dice mi madre– 3 vueltas a la manzana
es todo lo que necesito para arrullar a mi niño.



Por qué ya casi nadie lee poesía

Es obvio que el problema no puede atribuirse solamente
a la creciente imbecilidad del lector.

El poeta, ya desde siempre de tendencia onanista,
hoy le rinde culto o bien a la chatarra y a su sobrevaluado
y gangrenoso sentido de ironía postmoderna,
o a su propia habilidad para imitar al avestruz y meter la cabeza
          en un hoyo,
con frecuencia el suyo propio,
donde el vaporcillo letal de esa endogamia seudo-platónica
que sólo se preocupa de “los problemas de la escritura y el
         lenguaje”
(vaporcillo adormecedor subvencionado por cualquier estado
          u organismo que adore,
y como no, a un buen caniche culterano debidamente castrado
y premiado internacionalmente pues el prestigio intelectual es el
mejor aromatizante para mataderos que se haya inventado)
mata de aburrimiento hasta a los parásitos intestinales más
          recalcitrantes.

Si usted conoce a un poeta
escúpale en la cara primero, luego hágale preguntas.

Si sólo atina a responder con frases como

“desnuda en tu silencio, frágilmente, el ardor llega al vacío”
escúpale de nuevo y fomente la crueldad del populacho en su
           contra,
organice un turbamulta y visítenlo en su residencia.

Habría que armar, en efecto, un potro de tortura justo afuera de
           su ventana.

Sólo entonces, tal vez, remotamente… una chispa de escritura
          genuina y vital
alcanzaría a vislumbrarse en sus anteojos antes de ser empañada
por una beca, una ronda de aplausos,
o una invitación a cenar en casa del Alcalde o cualquier otro
          criminal genérico o mecenas renacentista.





Ángel Ortuño




Estamos rodeados (Sitting Pretty)

La frase no es muy buena y podría ser falsa:
una exageración.
No pareciera haber
la menor amenaza. Sin embargo
son ya
cientos de años, seguramente miles.
No hay más salida que impedirles entrar.

Revisen bien
cada una de las fotografías. ¿Es
que no ocultan
nada? Ellas
incluso, utilizan sus manos
y señalan o abren.

Tenemos una gran ventaja, caballeros:
la impresión es muy buena, diría nítida.
Ahí está todo, en las revistas.

No preciso recordarles
que la nuestra es una situación desesperada.




La enfermedad de los 150 nombres

Para el abanico de Ángela Peralta

La fiebre es amarilla.
El vómito es negro.
El cielo es color rosa todavía.

La teoría de los miasmas
grabada con lancetas
en la soprano
linda,
tratada como un chino
por el ferrocarril que sube por su trenza.




Die Monster Die

Colgada
por el cuello
(fórmula
no necesariamente piadosa).

Las manos enyesadas. Cuentan
que se rascaba
hasta hacerse daño.

Deja una colección
de objetos lamidos por el diablo
antes
de haber soplado entre sus piernas.

Y el carcelero sueña que lo hacen pedazos.




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