Tercera entrega |
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Facundo Ezequiel Martínez Cantariño
(Bariloche, 1989) Miscelánea A lo que nos cueste la añoranza el frío. A lo inevitable lo eterno la rutina. A lo que implique sentir sudar sufrir A lo indeleble. El miedo es toda una miscelánea. Semidurando Frente a la gotera en trampa de brazos. Ciego de café y lágrimas en destrucción masiva de cuadernos respiro por escafandras de tinta. Frente a mis deudas auto-rechazado solo. En cueros y escarcha me apuñalo con biromes. Desjuventudes
Niño roca, niño maza,
en tolvas va tu sangre hasta la infancia de los volcanes, hacia reinos de hadas negras, minerales… Laura Giordani Niño presente No el perplejo de ternura Niño manchado cardenales en las mejillas Niño al futuro descalzo. Cada clavo una esquirla abrasadora del mundo nuestro de cada día. Niño desentendido de la violenta masa irracionalista posmodernosa. Límpido bifurque del barranco Niño de los cuentos cenizos del cartón la chapa. No entiendas NUNCA Sé imberbe y amante Sé desvío a tiempo No vengues tus marcas Ten piedad Líbrate de todo mal AMÉN. El mareado Le hablaba a mi almohada sobre tus ojos sobre ese gesto de inocencia de no saber qué decir. Ella me contaba un sueño que tuve un barco a la deriva en ecos profundos. Empezó a hablar bajito me acerqué decía algo de estrellas que caían sólo con mirarlas y un sendero de agua para recorrer en una hoja seca. Me apoyé para escucharla terminé navegando tranquilo sobre mí caían luces tibias en do mayor. Mientras ella murmuraba una nana me dormí en la hoja seca y soñé con tus ojos. Columnas Estirados los brazos clavos en las rodillas manos ojos lengua. Los muertos silenciosos son buenas columnas de biblioteca. La vasija
Yo quiero que a mí me entierren,
como a mis antepasados... “La Vasija de Barro” (Danzante Ecuatoriano) Ellos bajan los escalones de piedra. Llega hasta mí un latido asordinado: sus pies descalzos... Lento, regular. Como tambores. Huelo, oigo, poseo como nunca cada árbol, ave, edificio. Soy un aletear inmaculado, un susurro de poesías a través del tiempo.
En el vientre oscuro y fresco
de una vasija de barro… Estiro los dedos y acaricio las hebras verdes del suelo, las ramas sobre las cabezas de los hombres. Las paredes de barro de mi última morada en esta sangrante tierra morena. En este suelo Inca y Americano.
Con mi muerte vuelvo a tí,
a tu polvo, enamorado… |
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