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María del Carmen Marengo
(Córdoba, Argentina, 1968)


El calor de nuestras manos
no alcanza
para protegerte.

Venimos hasta vos
a diario
para que tu cuerpo pequeñito
nos dé la vida
que nos falta,
y que nos concedas la gracia
de que el día,
que recién comienza
y ya termina,
vuelva a nacer
mañana.

Manos sabias
vuelven a guardarte.

Nos vamos



y el corazón
será una tierra de nadie
hasta que volvamos.



Tu cuerpo sin crecer,
atrapado dentro del mío,
esperó tres semanas
para que lo rescataran
los que salvan vidas,
los que trabajan
con el dolor y la felicidad.

Y lo sacaron
y salió
intacto, indemne,
con un ímpetu
que quién adivinaría
tendrías.

Quién podrá saber
de dónde tu cuerpito
recibiría la gracia
de su energía soberana.

Al vuelo de tus manos
nuestros ojos se agrandan:
ellas atrapan solas
mariposas de luces,
todos los soles,
la vida nueva.
     

 

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