"La poesía, creo, es un resto del silencio de Dios"

Entrevista con Alejandro Schmidt

Por Viviana Abnur

 


schmidt-30.jpgDesde la primera vez que leí “Porsche”, en una publicación argentina  de comics de los años 90, (El lápiz japonés), quedé  impresionada por la obra de Alejandro Schmidt. Para mí, un desconocido hasta entonces; poco se sabía de él en Bs. As. Pero a fuerza de buscar, con los años, descubrí a un cordobés apasionado, polémico, generoso que tal vez porque arriesga, no ha dejado de sorprenderme con cada nuevo libro.

Nacido en Villa María, Córdoba, Argentina en 1955, publicó a modo de folletos, plaquetas y libros, más de 30 textos de poesías, entre ellos: Clave Menor (1983), Serie Americana (1988), Dormida, muerta o hechizada (1993), El diablo entre las rosas (1996), El patronato (2000), Silencio al fondo (2000), Esquina del universo (2001), Oscuras ramas (2003), La vida milagrosa (2005), Llegado así (2005), Casa en la arena (2006),  Mamá (2007), y Videla (2009). También dirigió entre 1987 y 1991 la revista de divulgación literaria El gran dragón rojo y La mujer vestida de sol,  y entre 1990 y 2007, Radamanto, editorial de poesía. Fragmentos de su obra fueron traducidos al inglés, alemán, italiano y dos libros transcriptos al sistema Braile.

En esta entrevista, realizada en enero de 2010, va un poco de su vida, su mirada, su poesía.

"La poesía, creo, es un resto del silencio de Dios"

Entrevista con Alejandro Schmidt

Por Viviana Abnur

 


schmidt-30.jpgDesde la primera vez que leí “Porsche”, en una publicación argentina  de comics de los años 90, (El lápiz japonés), quedé  impresionada por la obra de Alejandro Schmidt. Para mí, un desconocido hasta entonces; poco se sabía de él en Bs. As. Pero a fuerza de buscar, con los años, descubrí a un cordobés apasionado, polémico, generoso que tal vez porque arriesga, no ha dejado de sorprenderme con cada nuevo libro.

Nacido en Villa María, Córdoba, Argentina en 1955, publicó a modo de folletos, plaquetas y libros, más de 30 textos de poesías, entre ellos: Clave Menor (1983), Serie Americana (1988), Dormida, muerta o hechizada (1993), El diablo entre las rosas (1996), El patronato (2000), Silencio al fondo (2000), Esquina del universo (2001), Oscuras ramas (2003), La vida milagrosa (2005), Llegado así (2005), Casa en la arena (2006),  Mamá (2007), y Videla (2009). También dirigió entre 1987 y 1991 la revista de divulgación literaria El gran dragón rojo y La mujer vestida de sol,  y entre 1990 y 2007, Radamanto, editorial de poesía. Fragmentos de su obra fueron traducidos al inglés, alemán, italiano y dos libros transcriptos al sistema Braile.

En esta entrevista, realizada en enero de 2010, va un poco de su vida, su mirada, su poesía.

 

¿Alejandro, cuántos años hace que escribís poesía? ¿Recordás cuáles fueron tus primeras lecturas, tus inicios como escritor?

Escribo poesía desde los 13 años, es decir desde hace 42 años; conservo los cuadernos iniciales, habrá cerca de 5000 poesías hasta el presente de las cuales publiqué cerca de un millar… Lo primero que leí con regularidad fue La Biblia, y después lo habitual para mi generación en el país, fábulas, cuentos, Quiroga, Las mil y una noches, Martín Fierro, Stevenson, Louise May Alcott, Mark Twain, historietas…

Comencé a escribir fraseando las primeras canciones del rock nacional, escuchando, recreando, eso me llevó a la poesía a Rimbaud, Vallejo, Neruda, a leer sobre las religiones de Oriente, a los autores del Boom latinoamericano, a Cortázar, en fin, hasta los 18 donde me incliné más por la poesía argentina, específicamente, Juanele, Molina, Molinari, Mastronardi, Girri, Bayley, Borges… Las lecturas fueron previsibles.

Es frecuente que los autores renieguen de sus comienzos ¿Te pasa eso? ¿Te reconocés en esos primeros pasos?

Me reconozco en todo lo que escribí, en su torpezas y vacilaciones, en su ceguera y sus muros, todo fue nacido adentro, razón, instinto y extravío.

A la hora de podar un texto, de trabajarlo  ¿con qué criterio decidís qué se queda y que se va?

La cuestión esencial es la síntesis, decir lo más posible con lo menos posible y cuando eso se alcanza, de algún modo, me preocupo por el ritmo, el fraseo, la respiración… Nunca trabajo en los temas ni los tonos, por la razón de que no los elijo, surgen, eso siempre permanece. Para mí la corrección puede ser prescindible y secundaria; confío en las palabras, en que ellas sabrán decir, al fin.

El concepto de taller, oficio, artesanía me parece bastante detestable… Todas esas cuestiones teóricas que encubren, por lo general, la impotencia o la pata coja de las academias…

Hay un componente religioso muy fuerte en tu escritura. ¿Cómo se conjuga la religión con tu poesía?

Creo en Dios pero sin iglesias ni intermediarios, creo por la tanto en la sacralidad de la vida, la palabra religión me parece que está demasiado ligada a lo institucional, a la antropología, a la historia de la cultura y sus ideas, la poesía toda, creo, es un resto del silencio de Dios, la poesía no está en las palabras, en los poemas y tampoco en los poetas, es una energía que sostiene al mundo y nos atraviesa en momentos excepcionales como autores o lectores.

Como editor no sólo publicaste tus libros, sino que también hiciste durante años un trabajo de difusión de poetas argentinos  a través de la hermosa colección Alguien llama ¿Cómo surgió ese proyecto? Contanos un poco en qué consiste.

Alguien llama, carpetas y cuadernillos de poesía argentina, se editó durante 15 años, se publicaron medio millar de poetas de 18 provincias argentinas y Buenos Aires; estuvieron dedicados exclusivamente a la poesía argentina. Se distribuyó postalmente de forma gratuita por el país y el mundo; jamás acepté suscripciones, ni lo distribuí por librerías, fue una aventura solitaria y maravillosa, como todas las aventuras, y agotadora también. Previamente impulsé, con distinta suerte, seis revistas de poesía, una de las cuales, El Gran Dragón rojo y la mujer vestida de sol, tuvo difusión nacional e internacional. Actualmente desarrollo 13 blogs dedicados en su mayor parte a la poesía argentina e internacional.

¿Cómo llegaste a Videla tu último libro? ¿Qué repercusión está teniendo?

A Videla lo escribí desde el comienzo de la dictadura militar (1976) hasta la actualidad; cuando se presentó en la Municipalidad de la ciudad de Córdoba, generó polémicas, no tanto, acaso, por los poemas en sí, sino por declaraciones mías en entrevistas gráficas y respuestas vertidas en el acto de presentación; es y será, por un tiempo, un libro bastante incomprendido ya que evita el panfleto y las habituales groserías demagógicas frecuentes en poemarios dedicados a esa época, intenté matizar desde el costado, desde lo enmudecido por la canalla ideológica de todos los signos, en fin, se verá… Algunos de mi títulos como Serie Americana, El Patronato y Casa en la arena pasaron de largo, fueron poco comentados, negados y, curiosamente, pasado un tiempo, comenzaron a ser citados, leídos, releídos, reeditados.

Todos los malos entendidos me alegran y estimulan, me parecen, en definitiva, una señal de salud, de libertad, en los otros y en mí.

Por último Alejandro ¿por qué la poesía en este mundo?

¿Y por qué el mundo en la poesía? ¿Y por qué la rosa, los perros en la nieve y por qué el mar a tus pies y el abismo en tus ojos y por qué la luz corriendo en todos lados y este puño en el corazón y estos días manchados? ¿Y por qué tus palabras y por qué las mías?

Leer poemas de Alejandro Schmidt...


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