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infantil-chispa.jpgChispa
Odón Betanzos Palacios
(Ilustraciones de Fco. Ángel Hernández Alvarado)
Fundación Odón Betanzos Huelva, 2009.

Por Ana Franco Ortuño

Chispa es un perro pardo, canelo y con manchones, que nació “en un mal parto”. Muy pronto perdió a su amo, Juan, y tuvo que vagabundear por el mundo, solo. Algunas personas se conmiseran en su trayectoria y le regalan alimento y caricias. Otras, menos amables, como el maestro, lo echa de la escuela, y no le queda más que esperar a que salgan los niños al recreo.

Las aventuras de Chispa lo llevan de cacería, a pelear por un hueso, y a acompañar hasta la muerte al leproso. También lo ponen en peligro con el extranjero que hace jaulas y come animales; pero algún amigo siempre lo rescata, lo baña y le da de comer. Eso no minimiza las miserias de su soledad. Lo que Chispa necesita es “Encontrar una casa que sea la suya/ como los otros perros que con él se dividen/ (…) Una línea recta en el mundo/ sembrado de hambre.”

La historia de Chispa es la de cualquier perro callejero: la de la miseria; pero contrario a las narraciones infantiles a que estamos acostumbrados, su trayectoria no tiene un final feliz (al menos no en la versión resumida que nos ofrece José María Padilla Valencia).

Si bien con sus andanzas por los pueblos (Rociana y Bonares, en Huelva), y por los calendarios –durante la vendimia, el tiempo de abundancia es para todos y también a él le corresponde— nos transporta por la naturaleza y las costumbres del lugar, y conocemos el amable carácter de sus habitantes, la soledad es la inevitable compañera de Chispa. Por sus ojos, distingue la bondad de los otros, escucha los peligros y presiente que su ruta será interminable.

Chispa es el indiscutible amigo del hombre, pero también la imagen del viajero que a través de su mirada, nos muestra el espacio que recorre. No hay final del trayecto en la vida de estos personajes. Podemos intuir en Chispa la sensibilidad del marinero Betanzos, que interpreta el mundo desde el interminable camino que lo lleva a conocer la naturaleza humana, y su reflejo, en el amable auque distante mundo que lo rodea.