Leer a Hughes


Argel Corpus

clasicos-31-3.jpgHace más de diez años que entré en contacto con la amplia obra del poeta inglés Ted Hughes (1930-1998) y todavía hoy me sigue emocionando. Supongo que eso dice más de mí que de su obra y, sin embargo, es su obra la que desata en mí esa emoción intensa.

Hughes fue un autor prolífico; entre sus libros habría que destacar The Hawk in the Rain (1957), Crow (1970), Moortown Diary (1979), River (1983), Flowers and Insects (1986, de este libro recomiendo la edición con las ilustraciones de Leonard Baskin), Capriccio (1990), Tales From Ovid (1997) y Birthday Letters (1998). Creo que este último título es con el que los lectores están más familiarizados y es que en él, el poeta hace memoria, pone en orden, expone su versión y hace las paces con la historia de su matrimonio con la poeta norteamericana Sylvia Plath (1932-1963). Las circunstancias de ese matrimonio son irrelevantes, un matrimonio es un matrimonio en Inglaterra o en México. Lo que no es irrelevante, sin embargo, es el libro que Hughes escribió como epílogo para su carrera y por tal razón es ese libro del que me ocupo.


Leer a Hughes 


Argel Corpus

clasicos-31-3.jpgHace más de diez años que entré en contacto con la amplia obra del poeta inglés Ted Hughes (1930-1998) y todavía hoy me sigue emocionando. Supongo que eso dice más de mí que de su obra y, sin embargo, es su obra la que desata en mí esa emoción intensa.

Hughes fue un autor prolífico; entre sus libros habría que destacar The Hawk in the Rain (1957), Crow (1970), Moortown Diary (1979), River (1983), Flowers and Insects (1986, de este libro recomiendo la edición con las ilustraciones de Leonard Baskin), Capriccio (1990), Tales From Ovid (1997) y Birthday Letters (1998). Creo que este último título es con el que los lectores están más familiarizados y es que en él, el poeta hace memoria, pone en orden, expone su versión y hace las paces con la historia de su matrimonio con la poeta norteamericana Sylvia Plath (1932-1963). Las circunstancias de ese matrimonio son irrelevantes, un matrimonio es un matrimonio en Inglaterra o en México. Lo que no es irrelevante, sin embargo, es el libro que Hughes escribió como epílogo para su carrera y por tal razón es ese libro del que me ocupo.

Otro poeta inglés, W.H. Auden (1907-1973), quien no le temía a las generalizaciones, opinó que uno no se muere sino hasta que termina su trabajo y para corroborar esta idea citó el ejemplo de Cervantes. Ignoro si Auden dice la verdad, tal vez no, pero la idea me parece aplicable al caso que me ocupa: Ted Hughes murió al terminar Birthday Letters, y con este libro el poeta puso en orden un escándalo que lo persiguió desde 1963, y dio un epílogo brillante a su obra. Si toda su obra fue la búsqueda de un lenguaje que mostrara a un tiempo la ternura y la violencia; si en su obra el poeta siempre buscó involucrarse sin caer en sentimentalismos; y si en su obra el poeta encontró su propio e íntimo mito, entonces Birthday Letters es el ejemplo y el epílogo perfecto de esas inquietudes. Quiero creer que debido a estas tres características es que me siento tan interpelado por la obra de Hughes, aunque como ya se sabe, la respuesta que tenemos ante la poesía es más compleja y profunda, misteriosa incluso.

¿Por qué nos sentimos interpelados por tal o cual poeta? La respuesta más fácil es verificable, es por el lenguaje. Y es que comparto la idea de Auden cuando afirma que de todas las definiciones de poesía, la más sencilla sigue pareciendo la mejor: la poesía es lenguaje memorable.  ¡Exacto! sólo así puedo entender porqué me sé versos de Hughes sin habérmelo propuesto y porqué los recuerdo en momentos menos propicios para la poesía; después de despertar, por ejemplo. Sin embargo, hay que considerar que por definición un poeta crea siempre un lenguaje memorable y sin embargo, hay poetas que nos dejan como nos encontraron: ignorantes de sus versos. Si alguien nos preguntara sobre algún poeta que no nos impactó mayormente “¿qué dice ese poeta?” y “¿cómo lo dijo?”, sólo podríamos responder con nuestro honesto silencio o balbucir una respuesta incoherente.  

Sin embargo, en el caso de Hughes me parecería muy raro que alguien no pudiera responder a sus versos (aunque sé que eso esperamos a la hora en la que decimos a alguien: “te recomiendo a tal poeta que es uno de mis favoritos”) pues ya sea por la música sencilla de su inglés: “What happens in the heart simple happens”; por su humor: “you declaimed Chaucer / To a field of cows.”; por la contundencia de sus finales: “But the jewel you lost was blue” o “You are ten years dead. It is only a story. / Our story. My story”; o por las intertextualidades shakesperianas: “You saw the heavens open / And show riches, ready to drop upon us.” --que por cierto añaden una dulce ironía a todo el libro--; por todo lo anterior o por una sola de las características que mencioné, uno esperaría que cualquier lector respondiera a la obra de Hughes. Sé que mi última afirmación es melancólica: hay otras y variadas sensibilidades que pudieran no adaptarse a lo hermosa e inteligente que me parece la poesía de Hughes.

Creo, no obstante, que hay una característica en Birhtday Letters que pudiera ser una razón menos subjetiva para acercarse a esos poemas. La contundencia de este libro es que el lector sabe, muy temprano en la obra, que todos estos poemas son confesionales y, sin embargo, ninguno de ellos está desequilibrado, es decir, en ninguno de estos poemas el poeta se permite caer en el patetismo de lo sentimental. Y creo que lo que previene esta caída es que los poemas de este libro tejen una estructura en donde la biografía, aun cuando es el material primigenio, se esconde, y lo que cada vez se revela con mayor intensidad es el tejido de un mito: la muerte y la resurrección. Muerte física y muerte por ausencia; resurrección en la memoria y resurrección en el texto. Así, según yo, ocurre este libro.  Un libro que difícilmente se nos caerá de las manos si logramos pasar a segundo plano la historia de Hughes y Plath; un libro que también nos enseña a escribir poemas personalísimos que evitan lo sentimental; un libro que abasteciéndose de la historia personal, logra presentarla como un mito.

Quiero terminar explicando que cuando escribí “resurrección en el texto” lo hice pensando que la poesía de Plath habita a modo de intertextualidad estos poemas de Hughes. Me imagino que este es el homenaje que hizo Hughes-el poeta a su esposa la poeta-Plath, y tal vez es la otra cara de la moneda de su relación de poetas y matrimonial, porque si uno lee la primera obra de Plath siente, quizá en su estilo o en sus imágenes, los pasos de Hughes: leer a la primera Plath es decirse “por aquí anda Hughes” y ahora, 47 años después de acabado el matrimonio, y a 12 años de la muerte de Hughes, cuando uno lee Birthday Letters, uno se dice “¡mira! aquí está Plath”. Estoy seguro que este es el mejor homenaje que uno puede hacer a un amor acabado.

Presentamos cinco poemas traducidos de Birthday Letters. En su mayoría las traducciones corrieron a cargo de Mariana Jasso, yo sólo participé con una. Hemos querido ofrecer otra manera de traducir los versos de Ted Hughes porque notamos que el trabajo que hizo Luis Antonio de Villena, que se editó en el año 1999, por Lumen, bajo el título Cartas de Cumpleaños, tiene flaquezas. Creemos que estas flaquezas pueden ser comentadas a partir de nuestras traducciones, e imaginamos que las nuestras, a su vez, tendrán otras flaquezas. Y es que esto es muy normal: Ted Hughes es un poeta difícil, traducirlo es una tarea que lleva tiempo y mucha calma. Sin embargo, esperamos que nuestras traducciones sean dignas de las palabras que el poeta Andrew Motion escribió cuando reseñó el libro de Hughes: “Leer este libro es como sufrir la descarga de un rayo. Su poder, su fuerza, es a veces tierno, a veces humorístico, a veces angustiado y surge siempre de un presente quemante e inmóvil.”

 
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