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Darío Jaramillo
(Santa Rosa de Osos, Antioquia, 1947)



Sólo el azar


1
Blando mineral sobre la caña,
grafito que se desmorona
encima de una lámina de pulpa
y deja unos silencios clamorosos
en sus ansias de ser labios.


2
Moler la masa del lenguaje,
triturarla
y modelar nuevamente los nombres
con una arcilla dócil siempre,
capaz de cambiar
a medida que se transforma el contenido.


3
¿Por qué escribir la noche
si nadie podrá encontrar el signo?
¿A qué decir la fórmula?
Pasa más bien por frívolo:
no hables de Dios con nadie,
cultiva en secreto tu jardín,
sé cauteloso,
 no grites.


4
Cantar el peso muerto que mi corazón arrastra,
extirpar de mi entraña el quiste de la ruina,
decir los nombres de cada muerto que me habita,
nombrar la llaga.


5
A tientas,
tratando de agarrarlo todo
-manera única-
tortura de la visión que la palabra evade,
dislocación de tentaciones,
volver siempre,
obstinado,
a la palabra que te saca de ti.


6
Por instantes
la constelación está completa,
intermitente y completa:
bajo destellos cazan
la acción y el verbo.
Revelaciones que no sirven para nada,
allá están el resplandor,  la tiniebla
y la inútil certeza:
que moriré
y que soy inmortal como esta flor.

 

 


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