afsar-timucin-01.jpg

Afşar Timuçin

Afşar Timuçin
(Akhisar, Turquía 1939)


Traducción del turco, de François-Michel Durazzo

 


Primer amor, primera soledad, primer fracaso.
Yendo por las carreteras que se alargan
la pasión se vuelve inquietud.
Quizás olvides hasta su nombre cuando hables.

Primero es evidente, después se mezcla todo:
la que esperas no viene nunca.
El deseo de verla de nuevo va creciendo
mientras despacio asoma el hastío.

Al decir, cuántas cosas hemos soñado,
ves cuánto has perdido, nace la soledad.
Así cuando se siente uno cansado de vivir,
el amor se cubre de cenizas y poco a poco se enfría.

El temor te trajo todo lo que existía.
El secreto del vivir lo encuentras en la locura
El hombre no puede evitar llorar sobre su ser
al mirar los espejos hechos pedazos.



 
Recuerdos del viajero

El viento loco desgarró mi velamen
Había prometido llevarme lejos
Ah los tiempos antaño amados
Al final os burlaste de mí.

Soy un velero vagabundo en medio del océano.
Por todo veo naves de piratas
espero nuevos vientos de alta mar
como un enamorado de una imagen.

Por lugares desconocidos me pasearon
unas olas enloquecidas e indomables,
bajo cielos pulcros por la noche
Los cielos me arrastraron hacia lugares impensables.

 


Persistencias

Como una hoja caída en el vacío
no acabó la noche, se demoró.
Ni la claridad de la tarde ha quedado.
Ni los vestigios de las últimas luces.
Como una gata que duerme en un cojín
El viento se agazapó entre las ramas.
Por la orilla del mar bajo los pasos de la gente.
Trompetas se mezclaron con arenas.

Aunque todo lo que existe inspira la muerte
la guerra en contra de los dioses aún no acabó.
quién puede justificar de madrugada
las gentes que algo han dejado
dolor escrúpulo inquietud hastío
Tienes costumbre de esas cosas
¿Vendrá el fracaso en un momento inesperado
cuando las llamas ondulen sobre el fuerte?



 
Era imposible

Me era imposible cambiar de opinión
Qué hermosa eras bajo la luz de los tiempos
Qué hermosa eras pese a los tigres de tu rostro
que bajaban de los montes como niños.

Qué hermosa eras pese a tu increíble juventud
Y pese a tus inquietudes que paseabas como tumbas
Cuando las dudas acudían como tardes heridas
Mudas y perezosas por los espejos de las aguas.

No era el temor a perderte
a agarrarme a las rocas de la soledad.
Era una forma de queja sincera
que no se puede vivir fuera de las inquietudes.

Estábamos cara a cara estábamos hartos
Junto al mar que amábamos tanto.
El hombre es un animal poco razonable.
En cuando pierde su alegría se siente orgulloso.
 


 



 




{moscomment}