Periódico de poesía
A 20 años de 
Periódico de poesía
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CUATRO POETAS ARGENTINOS

En el número 1 (nueva época) del Periódico de Poesía, en la ya lejana primavera de 1993, aparecieron publicados poemas de cuatro reconocidos autores argentinos que en esta ocasión rescatamos de nuestro archivo. Agradecemos la atención de María Negroni, Daniel Freidemberg, Diana Bellessi y Marta Miranda, quienes enviaron a la redacción de este Periódico… otros cuatro poemas para compartir con nuestros lectores.

 

María Negroni
(Rosario)

Entre otros libros de poesía ha publicado La jaula bajo el trapo, Islandia, El viaje de la noche, Diario Extranjero, Arte y fuga y La ineptitud.

 

Maria Negroni

 

 


 

XIX
(affetuoso)



vida
ese animal que hiberna en el poema
    miedoso de la noche
que es también el cuerpo
de esta noche sin palabras

soy yo
   
frena un auto
se distrae el otoño
de la palabra nunca
soy yo la que se muere

ese animal desterrado
en un parque de rascacielos
deliberadamente mudo
 (porque el exceso es una astucia)

vaya a saber qué lunas
quedaron sin registro

qué barcos
cuando todavía eran madera

quién me dará la historia
quién gritará mi nombre
y habrá un minuto de silencio
y el amarillo
no detendrá su gesto
oh río

hoy es domingo     te amo   

la poesía es un museo
para esconder lo que no ha sido

ese animal confuso
atado a un rítmico bozal
(porque lo inexpresable
es una música)

frena un auto
se reiteran los puentes
de ningún lado a nunca
    soy yo la distraída
   
cuando llegue la noche
el silencio
hará una torre sobre mí

    tu cuerpo en mi animal
hará la noche

y qué de palabras
se calcinarán en el bosque       


(de Arte y Fuga)



Daniel Freidemberg
(Resistencia [Chaco], 1945)

Ha publicado los poemarios Blues del que vuelve solo a casa, Diario en la crisis, Lo espeso real, Cantos en la mañana vil y En la resaca, entre otros, así como la antología La sonatita que haga fondo al caos. Integró el Consejo de Dirección de Diario de Poesía desde su fundación, en 1986, hasta 2005.

 

 

Agosto


Roja la carne de sucia paloma y  –  plumas blancas,
después del paso  –  de la rueda del taxi:
no símbolo de alguna cosa en derrota, et-
cétera, nomás carne, roja,
          asco de ver carne en el suelo. Sucia,
de paloma pisada  –   por la realidad,
sucia. ¿Hacer polvo los ojos? ¿La rebelión
de mirar una rosa? Carne,
repetir eso, "carne", y  –  no está,
ni plumas, ni nada. Sólo asfalto al sol,
formas, ruidos, que pasan.
                         Y un poco más arriba, en
un balcón, sábanas, plantas
que el aire por momentos mece. Va a llover.


(de En la resaca)

 


 

Diana Bellessi
(Zavalla [provincia de Santa Fe], 1946)

Algunos de sus libros publicados son: Crucero ecuatorial, Tributo del mudo, Danzante de doble máscara, Eroica, El jardín, La edad dorada, La rebelión del instante y la antología Persecución del sueño.

 

 

 

La nutria

Qué cosa tan tierna esos hombres
grandes y recios, como el Miguel pienso,
el mayor de los hermanos que fue
siempre callado y misterioso, amigos    
paraguayos de antaño en días oscuros
de los setentas, refugio, confianza

con el matarife suelto también
aquí, en estas islas, escondida
a medias entre el edén y el infierno,
ellos me dieron techo, palabra
o gesto que a veces necesitaba tanto
y allí, Miguel, en la isla de enfrente

saludo parco pero dejando
una estela de serena bonanza
como si se pudiera descansar
en la frase amable y corta; me acerqué
esta tarde con cualquier excusa
viéndolo trabajar al fondo del parque;

tenía en brazos una cría de nutria
mansita como un gato, sus enormes
dientes y la cola larga y áspera,
qué dulzura de caricia una y otra
vez la mano de Miguel sobre el lomo,
empezó a hablar y nunca había hablado 

tanto, la historia del bebé, la pena
de las trampas de cazadores, mire,
dijo, las viera, sí que son coquetas,
se lavan con sus manos los sobacos
y se peinan, cuando eso vi, lloré
pensándolas muertas; tan dulce y grave

su voz pausada, me quedé en silencio
frente a ese misterio hondo de la vida
que el Miguel traía acomodando ramas
en el fondo de aquel parque lujoso,
grande y recio, levemente curvada
su espalda sobre el machete enseñando

sin querer enseñarme nada, lento
el camino de vuelta, entre lirios
que crecen como milagro y rositas
primeras despeñándose en agosto 

(de  La rebelión del instante)

 


 

Marta Miranda
(Mendoza,  1962)

Ha publicado Mea Culpa, El Oleaje, La Misma Piedra y la antología El Faro.

 

 

Yo no recuerdo la sonrisa de mi padre

Aunque la enfermedad lo devoraba
yo siempre ponderé
la buena salud estética de mi padre:
sus grandes ojos
sus manos alargadas
el aire irónico con que miraba el mundo

Desde su silla
si alguien cometía una torpeza
cosa frecuente dado el lugar
las circunstancias
si me miraba en esas circunstancias
sonreía calladamente
yo tomaba ese gesto como señal de bienvenida, 
de ser parte de su mundo

Sin embargo
yo no recuerdo su sonrisa, digo,
lo material
de su sonrisa:
¿sus  dientes
eran amarillentos
eran parejos?

En el recuerdo
la sensación es de felicidad
pero la imagen
al mirarme
es la  sonrisa que ofrecemos al perro abandonado
que al cruzarnos en la calle nos sigue
mueve la cola, no nos muerde

Creo que es suficiente
con saber que mi padre sonreía
mas allá del recuerdo
para poder creer en la regla de  bondad
de  todas las sonrisas
de todo los perros
de todos los padres de este mundo

(inédito)

 


 

 

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